El curioso tratamiento del plural


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AMANDO DE MIGUEL

Poco nos pueden decir los gramáticos sobre el asunto. El uso del plural en el castellano se somete a reglas un tanto caprichosas, aunque, por lo general, muy expresivas. Los que tratan de emborronar cuartillas (ahora pantallas), absténgase de recurrir a “estos, esos o aquellos”; son demostrativos que no demuestran mucho y a veces confunden. Mucho cuidado con añadir “el conjunto de” a un plural; por ejemplo, “el conjunto de los españoles, de las víctimas o de los contribuyentes”. No hace falta insistir en el “todos y cada uno”, que tanto se prodiga. La Policía parece que es más eficiente si se titula como “Cuerpos y Fuerzas de Seguridad”. Al igual que el Ejército parece otra cosa si se define como “Fuerzas Armadas”. El plural, al igual que las mayúsculas, sirve para dar empaque a las instituciones. Por ejemplo, “las Cortes”, que son nuestro Parlamento. La libertad parece poca cosa; ahora se pluraliza en “las libertades”. La esencia de la democracia es el pluralismo, lo contrario del partido único o la ausencia de partidos.

El uso del plural se presta a una cierta familiaridad. Por ejemplo, la pregunta o saludo de “¿cómo vamos?”, que se dirige a una sola persona. Me contaba un viejo catedrático de Granada que un colega le dijo al ayudante: “Mañana nos vamos a Madrid en el expreso”. Así que el obediente colaborador se presentó al día siguiente, muy de mañana, en la estación, con su maleta y su mejor atuendo. El chasco fue que el catedrático hablaba en plural mayestático: era él solo quien se trasladaba a Madrid. El ayudante se quedaba en la Facultad para dar la clase.

El plural presenta un gran valor en castellano. Así, hablamos de “las lágrimas, los comestibles, los víveres, las provisiones, los callos, las tapas” y tantos otros objetos valiosos, que necesitan expresarse en plural. Como tenemos dos ojos, parece que “la gafa” es más propia si se dice “las gafas”. Lo mismo pasa con “los pantalones”.

Hay un sinnúmero de dichos o frases hechas que se dicen en plural para dar más fuerza: Por ejemplo, “a dos velas, a duras penas, a grandes rasgos, de uvas a peras, en ayunas, carros y carretas, paños calientes, irse por las ramas, a las duras y a las maduras, hablar por los codos, hacer de tripas corazón, perder los papeles, rasgarse las vestiduras”.

Hay también un plural festivo. Decimos “las navidades, las oposiciones (a un cuerpo funcionarial), las elecciones, las vacaciones, felicidades, saludos”. Los navarros celebran “los sanfermines”, como si fueran varios, y los son, porque duran varios días. Es lo que hacen tantas “fiestas” locales, que no se conforman con una sola jornada. La idea de reiterar los sonidos produce un extraño placer. Las primeras palabras de los infantes son “papá” o “mamá”, esto es, la repetición de una sílaba.