Secretos para escribir artículos


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AMANDO DE MIGUEL

Algunos lectores se preguntan qué cómo es que escribo tantos artículos de prensa. La verdad es que no sé hacer otra cosa. Son más de los que uno pueda imaginarse. El cálculo es tres o cuatro artículos semanales durante cincuenta años. El secreto para ponerme a escribir consiste en leer antes cualquier texto. La letra llama a la letra. Ahora también, oír o ver a través de la radio o la tele. (No debe confundirse con “escuchar”, verbo del cual se abusa tanto). Cualquier estímulo humano es bueno. Las ideas no las tiene uno dentro; provienen del exterior. Son algo así como las mariposas.

La dificultad mayor para escribir proviene de que el idioma castellano mantiene ciertas dificultades para poder hilar bien las ideas. Por ejemplo, me acuso de recurrir demasiado a los adverbios terminados en -mente; es lo fácil, pero hace el texto monótono, repetitivo. Debe proscribirse el uso de “absolutamente”, que tanto gusta a los españoles. A diferencia del inglés, el castellano tolera mal las repeticiones de palabras o de sonidos. Más arduo es el problema de la diferencia entre el verbo “deber” (exigencia moral o política) y el “deber de” (probabilidad). Muchas veces se confunden, pero conviene distinguirlos. Otro obstáculo es el de los demostrativos (este, ese, aquel), que tantas confusiones producen. Será bueno evitarlos a toda costa. Por lo mismo, se hace necesario sustituir, todo lo que se pueda, los verbos auxiliares (ser, estar, haber, tener) por otros. La monotonía es el mayor peligro de la escritura. Aunque pueda parecer extraño, los verbos auxiliares mantienen una escasa expresividad.

La lengua castellana presenta ciertas ventajas estilísticas. Por ejemplo, el verbo impersonal es algo único. El barroquismo del lenguaje puede resultar atractivo, aunque, si es excesivo, llega a estragar. Yo sigo la norma de que las frases entre punto y punto no sobrepasen las 30 palabras; me parece un principio útil. Lo mejor del castellano es la sonoridad. Recuérdense las maravillosas canciones de Nat King Cole en español.

Al menos, cuento con la ventaja de que un colega y antiguo discípulo (Ángel Martínez de Lara) me ayuda a corregir mis textos. Es la persona que más sabe sobre Cervantes. He llegado a creer que es la metempsícosis del mismo don Miguel.

La sustancia de los artículos, para que puedan ser atractivos, es que en ellos se critique a lo establecido, no solo al poder. Deben contener algún elemento de sorpresa o no convencional. Lo que ocurre es que, después de firmar tantos comentarios, uno entra, sin quererlo, en la categoría de los influyentes; esto es, merece ser criticado. No faltaba más.

Lo más atractivo de un artículo, a diferencia de otros géneros, es que el autor deje entrever que no se encuentra demasiado seguro de sus afirmaciones. Las personas que se sienten siempre convencidas de sus ideas resultan admirables, pero se muestran insoportables.

Se podría pensar que el género de los comentarios periodísticos se traduce en pura charlatanería insustancial; lo malo es que, a veces, se cumple la sospecha. Se puede argüir que las opiniones se muestran endebles, circunstanciales, subjetivas. Pero habrá que recordar que la sociedad se halla constituida también por opiniones. Solo en los procesos judiciales la realidad se construye por “hechos probados”, pero, a su vez, se suelen montar sobre opiniones de los testigos. Al final, todo es muy personal. Y no se añada “como no podía ser de otra manera”, muletilla que se ha hecho insoportable.