Amarela en una noche pulpileña de verano

La cantautora murciana presentó su último disco en el Castillo de San Juan de los Terreros


Amarela fue Ariadna tejiendo caminos con el fino hilo de las emociones.

ALMERÍA HOY / 22·08·2020

Asistir a un concierto en medio de una pandemia no tiene nada de heroico, aunque hay noches en que uno puede sentirse tocado por la mano de los dioses.

Sucedió en una noche de verano. Más concretamente, la de este jueves, y fue en Pulpí, justo ante el Castillo de San Juan de los Terreros.

A diferencia de lo sucedido al fundador de Atenas, vencer al diminuto Minotauro contemporáneo consistía en lavarse las manos con hidrogel y recorrer, enmascarado, por el laberinto de sillas dispuestas a la distancia fijada por las autoridades sanitarias.

No fue preciso dejar migas de pan ni piedrecitas para marcar el camino de las emociones que habrían de fluir. De hacerlo se encargó Amarela vestida de hija del rey de Minos. La artista murciana, arropada por Maribel Andújar al piano, percusión y coros, así como por María Hernández al contrabajo, tejió nota a nota una fina red confeccionada a base de hilos de pentagrama que no tardó en captar a un público entregado desde el primer acorde.

La cantautora fue desgranando a golpes de guitarra y de una voz enredada de melismas las canciones de su último disco, Instinto, aunque no dudó en regalar a los espíritus allí conjurados con algunas piezas de su “arqueología” musical. Casi todos cantares de amor. O, más bien de desamor, porque, ¿existe pasión más allá del sufrimiento?

Por el camino hubo espacio para que leyeran algunos versos los poetas Germán Terrón y Felicidad González. Toda una premonición, pues de allí, en una espléndida noche pulpileña, todos partimos –carretera y ‘mantra’- algo más felices y, como escribiera Cavafis, pidiendo a los dioses que el camino sea largo.