Juan Carlos I, penoso declive de un buen rey


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ADOLFO PÉREZ

Bien que lo siento. Como es bien conocido, pues amplia cobertura informativa en los medios no falta, el rey padre don Juan Carlos I está bajo sospecha por el presunto manejo ilícito – a partir de su abdicación - de los fondos de una comisión dineraria que se le atribuye haber recibido de cuando la contratación del ferrocarril del Ave a La Meca construido por empresas españolas en la Arabia Saudí. Asunto que está en los tribunales pues el rey padre dejó de ser inviolable a partir del año 2014 en que abdicó en su hijo.

Me crié en una familia en la que mi padre era un ferviente monárquico, no he conocido otra persona con tanta pasión por la monarquía como él. Sin embargo, las ideas de mi madre eran más bien republicanas, pues ella decía que por qué razón uno de sus hijos no podía ser presidente de la república, idea no exenta de racionalidad. Claro que después de las dos experiencias habidas en España y de lo que llevamos vivido la balanza se inclina a favor de mi recordado padre.

De la primera república (1873), que duró menos de un año y tuvo cuatro presidentes, un político de la época que la vivió dijo: “En once meses – no duró más el ensayo de República -, ni un solo día España respiró tranquila…” Y el político siguió detallando lo que sucedió en aquellos once meses. De la segunda República (1931 – 1939) se conoce bien lo que pasó, cuyo final fue una sangrienta guerra civil. Y de los últimos cuarenta y cinco años lo sabemos todo, que la monarquía parlamentaria, con dos monarcas reinando, Juan Carlos I y Felipe VI, los españoles hemos disfrutado de paz, tranquilidad y prosperidad, con una España incorporada a la modernidad.

Creo que el reinado de don Juan Carlos ha sido uno de los mejores de la historia, que en España los ha habido muy buenos. Razón por la que es oportuno escribir un breve relato de su vida para recordar sus momentos más notables a fin de que el desgraciado asunto del dinero y la relación con su ‘amiga’ Corina no borran de la memoria de los españoles su fructífero paso por el trono, lo que no sería justo. Don Juan Carlos de Borbón y Borbón nació en Roma el 5 de enero de 1938, hijo del infante don Juan de Borbón (hijo de Alfonso XIII) y de doña María de las Mercedes de Borbón, es el segundo de cuatro hermanos. Como dato anecdótico decir que fue bautizado por el cardenal Eugenio Pacelli, el cual fue elegido papa al año siguiente con el nombre de Pío XII. Acababa de cumplir don Juan Carlos tres años cuando se convirtió en heredero dinástico de la Casa Real por el fallecimiento el 15 de enero de 1941 de su abuelo, el rey de España en el exilio, Alfonso XIII, siendo su padre (don Juan) el heredero de los derechos dinásticos de la Corona de España.

El mismo 1941 la familia de don Juan, a fin de continuar en el exilio, se trasladó a Lausana (Suiza) con el propósito de apartarse de la Italia fascista aliada de la Alemania nazi, entonces en plena Segunda Guerra Mundial. Finalmente, en 1946, fijaron su residencia en Estoril (Portugal). La infancia de don Juan Carlos, Juanito como le llamaban en familia, transcurrió feliz, siendo su propio padre el que le enseñó las primeras letras, hasta que al llegar a los diez años su padre y el general Franco acordaron que el niño se trasladara a estudiar el bachillerato en España. Ya instalado en Madrid aprovechaba los fines de semana y las fiestas para ir a conocer los monumentos españoles. A partir de 1955 recibió una intensa preparación castrense en las academias militares de Tierra, Mar y Aire, estando un año en cada una de ellas. En las vacaciones de Semana Santa de 1956 el destino le jugó una mala pasada en Estoril, cuando limpiando una pistola un disparo fortuito mató a su hermano Alfonso que contaba catorce años, y con esa amargura don Juan Carlos regresó a Zaragoza. Sobre este trágico suceso se ha escrito mucho por personas de mala intención para dañarlo. Durante su estancia en los centros militares se ganó las simpatías y el afecto de sus compañeros. Una vez cerrada la etapa de la formación militar, en marzo de 1960 se volvieron a entrevistar el general Franco y el infante don Juan en la que trataron sobre los estudios universitarios del joven Juan Carlos, última etapa de su formación.

Hecho trascendental en la vida de don Juan Carlos se produjo el 14 de mayo de 1962 cuando contrajo matrimonio en Atenas con la princesa griega Sofía, hija mayor del rey Pablo de los helenos. De ella dijo la reina Victoria Eugenia, mujer de Alfonso XIII, que “Sofía será una reina de España perfecta”. Y la reina acertó, pues así ha sido doña Sofía, que goza del cariño de los españoles como se advierte cada vez que aparece en público. Don Juan Carlos y doña Sofía se vieron por primera vez en 1954, él con diecisiete años y ella con quince, pero no se hicieron el menor caso hasta que se volvieron a encontrase en Londres en 1961 en una boda. Ella recibió en su juventud, en Atenas, una educación democrática. Cursó los estudios de puericultura, psicología y arquitectura, siendo una apasionada de la música clásica.

La posición de don Juan Carlos en aquellos años de su juventud era tan delicada como ambigua. De un lado era el representante de su padre en España, que era el jefe de la Casa Real. De otro lado aparecía como pupilo de Franco, el cual era como el monarca de una monarquía sin rey. Hay que tener en cuenta que desde el referéndum de 1947 España se convirtió en reino. La situación del príncipe era difícil, que él salvaba con gran prudencia a la espera de lo que Franco decidiera sobre el futuro; mientras, llevaba una sencilla vida familiar en el palacete de Zarzuela donde ha vivido siempre con doña Sofía. Entre 1963 y 1968 nacieron sus tres hijos, la infanta Elena primero, después la infanta Cristina y por último Felipe VI. Como España era un reino sin rey a partir de la ley de 1947, en virtud de la misma el 22 de julio de 1969, don Juan Carlos, a propuesta de Franco fue proclamado en las Cortes su sucesor a título de rey en la Jefatura del Estado (491 votos a favor, 19 en contra y cuatro abstenciones), ostentando desde entonces el título de príncipe de España. Al día siguiente, ante las Cortes reunidas en sesión solemne, don Juan Carlos juró las Leyes Fundamentales del Reino y los principios del Movimiento Nacional vigentes entonces. Es preciso decir que un sector de la clase política, más o menos franquista, eran detractores del príncipe y de la monarquía, entre ellos un amplio sector de falangistas.

Sin duda era un momento delicado y complicado para el príncipe de España pues era evidente que el general Franco tenía decidido pasar por encima de los derechos del infante don Juan, jefe de la Casa Real. Pero de no haber aceptado don Juan Carlos la designación era seguro que Franco hubiera ido por otro derrotero, así es que no tuvo más remedio que dejar a su padre a un lado y aceptar, lo que supuso un gran disgusto entre padre e hijo, pues a don Juan le costaba admitir una situación tan endiablada, que fue un acierto como se comprobó a partir de la muerte del general Franco, pues a la gente le agradaba que el timón del Estado lo cogiera una persona joven formada en España desde niño y hecho a las costumbres españolas, al contrario de su padre, apenas conocido, que casi siempre había vivido en el extranjero. Así es que desde su designación como príncipe de España se implicó activamente en la vida nacional y realizó varias e importantes visitas al extranjero donde se dio a conocer y se entrevistó con importantes líderes de otras naciones, lo que fue muy valioso para el futuro como se pudo apreciar en el tiempo de su reinado.

La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 es el momento cumbre en la vida de don Juan Carlos y de los españoles pues dos días después, el 22, accedió a la jefatura del Estado al ser proclamado rey por las Cortes españolas. A partir de ese instante comenzó para la Nación un camino lleno de incertidumbre y esperanza, que gracias al rey pronto se fue despejando. Tras la proclamación se comprobó que la designación del rey Juan Carlos había sido un acierto. Efectivamente, el rey, una vez investido y asidas las riendas del Estado se puso a trabajar para hacer realidad sus ideas largo tiempo maduradas. Pasados pocos meses propició la salida del presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, que no era la persona adecuada para desmantelar el ré gimen autoritario y fundar otro plenamente democrático. Para sustituirlo, el Consejo del Reino propuso al rey la preceptiva terna en la que iba incluido Adolfo Suárez González, que designado por el monarca, el 5 de julio de 1976 tomó posesión de la Presidencia del Gobierno.

De inmediato se pusieron manos a la obra, el rey como motor del cambio, Suárez al frente de un Gobierno solvente, figura clave, y Torcuato Fernández – Miranda, presidente de las Cortes, asesor jurídico. Así es que de forma ordenada pusieron las bases para implantar una monarquía constitucional y parlamentaria. Para ello redactaron la Ley de la Reforma Política a fin de eliminar la estructura del régimen existente desde las propias leyes vigentes. Dicha ley fue aprobada por las Cortes franquistas con amplio respaldo y sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976 obtuvo más del 94% de apoyo popular. Mediante esta ley se creaba el Congreso de los Diputados y el Senado, dando paso a unas elecciones generales democráticas y libres, que se celebraron el 15 de junio de 1977 en la que pudieron participar todos los partidos políticos.

Una vez que se hizo realidad la solución monárquica de Franco, sin posibilidad de revisión, el infante don Juan, ya resignado, en una sencilla ceremonia celebrada el 14 de mayo de 1977 renunció a sus derechos dinásticos en favor de su hijo, el rey Juan Carlos. Medida importante que se adoptó entonces fue la Ley de Amnistía promulgada el 15 de octubre de 1977, era una ley de punto final que prescribió los delitos cometidos por los político, funcionarios y agentes del orden público durante el franquismo contra el ejercicio de los derechos de las personas. Aquellas Cortes democráticas de 1977 se afanaron en elaborar una Constitución, que aprobada por las Cortes, fue ratificada por los españoles (87,78%) en el Referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978 (Dia de la Constitución). Acto estelar para el reinado de don Juan Carlos fue cuando promulgó con su firma el 27 de diciembre de 1978 la norma que tanto bien nos ha hecho. Misión cumplida.

Ahora bien, el momento clave del reinado de don Juan Carlos fue el 23 de febrero de 1981, día en que el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina, pistola en mano, al frente de numerosos guardias civiles, sobre las 18:23 horas, dio un golpe de Estado secuestrando en el Congreso a los diputados en el momento de la elección de Leopoldo Calvo – Sotelo como presidente del Gobierno, que sustituyó a Adolfo Suárez a causa de su dimisión. A la asonada se unieron dos pequeñas unidades militares de Madrid y el capitán general de la 3ª Región Militar, Jaime Milans del Bosch, que sacó los tanques a las calles de Valencia. Aquella tarde y noche a la Nación se le cortó el aliento ansiosa por saber el desenlace del drama que se estaba viviendo en el Congreso de los Diputados. Hasta que en la noche el rey Juan Carlos con uniforme militar, sereno y firme se dirigió por TV a los sublevados ordenándoles que depusieran las armas y su actitud, orden que acataron los militares, de modo que la Nación respiró aliviada.

Desde entonces, durante a su reinado no hubo ninguna convulsión nacional, salvo los frecuentes y sangrientos atentados de ETA, todo se desarrolló con normalidad democrática, alternándose los partidos políticos en el Gobierno de la Nación, con seis presidentes de Gobierno durante su reinado. Sin olvidar que don Juan Carlos ha sido el mejor embajador de España.

Hasta que llegó la cacería de elefantes en la república de Botsuana (África) en abril de 2012 en la que el rey iba acompañado de su ‘amiga’ Corina, estando España en plena crisis económica, que saldó con la rotura de cadera, la operación en Madrid y la petición pública de perdón. Luego vino el chivatazo de su ‘amiga’ Corina’ en el sentido de que el rey Juan Carlos había recibido una suculenta comisión por haber propiciado los contratos del Ave a La Meca. La cuestión es que entre sus dolencias y esos feos asuntos el rey se vio obligado a abdicar en su hijo Felipe el 19 de junio de 2014. Asistimos, pues, al penoso declive de un buen rey de España, y bien que lo siento.