La monumental empresa del Fisco


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AMANDO DE MIGUEL

Con esto del desbarajuste de la pandemia del virus chino y la terrible hecatombe económica que avanza, entramos en una nueva etapa política, un nuevo régimen. No se cómo se llamará, y si estará presidido por el autócrata Iglesias, pero sí adivino sus características estructurales. Lo fundamental será que casi todos los españoles van a depender económicamente de la munificencia del Estado. La mayor empresa del país va a ser el Fisco. Cuenta con el privilegio de poder ejecutar directamente las obligaciones que recaen sobre los contribuyentes.

El estrato más numeroso (más de 10 millones de personas) va a ser el de los jubilados y pensionistas. Sus ingresos casi únicos son las pensiones. Las cuales se van a ver rebajadas un 20% por mor de la crisis económica, o como la llamen.

Siguen los parados (los antiguos trabajadores por cuenta ajena), unos ocho millones. Reciben el estipendio del Fisco, que también van a ver rebajado en un 20% por aquellos de la solidaridad. Muchos de los parados se incorporarán a la “economía sumergida”, de amplitud desconocida.

Luego está el estrato de los funcionarios y empleados de los servicios públicos: unos cuatro millones de personas. Su número se ha expandido mucho y seguirá creciendo, sobre todo los efectivos de la Sanidad y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Todos ellos reciben la remuneración de la Administración Pública.

A continuación, en orden de magnitud, vienen los empresarios, autónomos y profesionales por cuenta propia: alrededor de tres millones. Casi todos recibirán alguna ayuda del Estado, debido a las adversas condiciones económicas.

Un estrato muy nutrido es el de los políticos y los servidores públicos de los Gobiernos (central y autonómicos), la Administración Local y los dirigentes de las empresas púbicas. Sumarán unos dos millones de personas.

Añádase el complemento de las personas que se ocupan de las ONG, sindicatos, asociaciones de voluntarios y de ayuda ciudadana (la antigua beneficencia). Pongamos otro medio millón de efectivos.

Dentro del amplio sector de la población inactiva destacarán los estudiantes (incluidos los universitarios, unos dos millones). Muchos de ellos recibirán becas del estado. Añádase otro medio millón de individuos que se alojarán en las prisiones y los centros de retención de los inmigrantes ilegales.

Las capas más humildes de los grupos anteriores recibirán ayudas dinerarias o en especie, por ejemplo, los alimentos de los “bancos” correspondientes.

En síntesis, la mayor parte de los españoles vivirán dependientes del Estado, el gran empleador y dispensador de todo tipo de subvenciones y ayudas económicas.

Al ser tan elevada la dependencia del Estado, no habrá más remedio que subir los impuestos, tasas, multas, recargos y todo tipo de ingresos del Fisco. Cualquier recibo que provenga de un negociado del Estado llevará un descuento automático del 40% para contribuir a las arcas públicas. Solo se excluirán de ese recargo las ayudas en forma de beneficencia.

Dada la general penuria económica que nos aguarda, habrá que resucitar las cartillas de racionamiento de los años 40. Se establecerán para alimentos, ropa, calzado, prendas deportivas y productos informáticos de uso general. Esa medida supondrá una expansión del número de funcionarios. Se expandirá también la llamada “economía sumergida” y volverá a menudear el “estraperlo” (mercado negro). Todo en aras de la nostalgia.