El plan contra la tormenta


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MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ

Lleva uno las alforjas de la experiencia lo suficientemente llenas como para darse cuenta de que el joven presidente de la Diputación es un hombre válido para Almería. Al menos hasta hoy. No es el fin de este artículo el elogio empalagoso y chorreante de azúcar dedicado al político, sino un reconocimiento medido que llega dictado por la conciencia del periodista que se distancia y diferencia entre lo que le gustaría que fuese y lo que es.

Aureliano ha dado a conocer este mediodía un consistente plan para reactivar no solo la economía almeriense, sino el ánimo 'tocado' de los almerienses. 111,5 millones de euros consignados por la Diputación van a competir contra las nefastas consecuencias sociales y económicas del virus, que son la segunda andanada tras la crisis sanitaria que aún perdura sin misericordia.

Tratamos todos en estos delicadísimos momentos de encontrar razones para apartar el desaliento y dirigir nuestros pasos hacia espacios de esperanza. No es un esfuerzo vano teniendo en cuenta que la realidad es aplastante y los miedos muy ciertos. Pero no hay otra que seguir. Si embargo el inevitable recorrido que cada persona, que cada familia tiene que realizar a la búsqueda de normalizar su vida, será más llano si se siente el respaldo de las administraciones públicas.

Sería propio de gentes ausentes, despegadas de la calle, no percibir en estas horas el desaliento extendido y generalizado que se ha instalado en los hogares de la provincia. La gente tiene miedo porque se queda sin ahorros; porque no sabe si mañana seguirá teniendo trabajo; porque en este mismo momento acude o ve como sus vecinos acuden a la beneficencia; porque las despensas se vacían o, si se alarga el Estado de Alarma, van a quedar desabastecidas porque no hay ingresos.

Por eso ha sido necesaria y celebrada la comparecencia de Javier Aureliano anunciando todo aquello que la Institución que preside va hacer de manera inmediata para intentar atenuar la común sensación de desamparo.

En tiempos de grave incertidumbre y donde los discursos no faltan, son esenciales comunicaciones claras, precisas, que más allá de las palabras de aliento señalen las vías de salida, las que paulatinamente se irán abriendo para que los efectos del castigo que las circunstancias nos ha asignado sean menos dolorosos.

Creo también que la figura del presidente ha aparecido hoy más sólida y creíble porque ha contado con el apoyo del resto de las fuerzas políticas. El plan de salvamento se desarrollará mejor sin voces en el coro provincial que desafinen o desajusten la melodía.

Cuando la incertidumbre y la desorientación se adueñan del escenario, la sociedad mira hacia sus líderes y necesita que éstos se entiendan como se han entendido en la Diputación. Almería vuelve, en este sentido, a destacar en un concierto nacional enrarecido por las desaprobaciones e inquinas que parecen insalvables.

Ahora todo es importante y todo o casi todo tendrá su atención. Las personas que están peor y las que no tanto pero tienen que seguir labrándose el porvenir, las que necesitan un cuidado añadido, los que no llegan derrotados pero sí mermados de fuerzas. El conjunto de la sociedad almeriense ha podido comprobar esta mañana un loable ejemplo de cooperación institucional que no olvida que los recursos de los ciudadanos van a estar realmente a disposición de lo urgente, de lo que no puede esperar.

Turismo, agricultura, comercio, atenciones sociales, autónomos, empresas, servicios… nadie queda olvidado en un Plan Provincial que no será definitivo para conjurar los males, pero sí fundamental para empezar a desafiar todo aquello que amenaza nuestro bienestar. Empiece ya, señor Presidente, y cumpla lo anunciado. Ayúdenos a capear la tormenta. Arranque una sonrisa a la gente. Crea que muchos andamos un poco perdidos en esta desatada tempestad. Le estamos observando.

*Director de Almería Hoy.