“Fui represaliada por no querer que quitaran de las listas de espera a enfermos sin operar”

La doctora Socorro Ricoy era la responsable de las listas de espera de Cirugía ortopédica del Hospital Virgen de las Nieves cuando observó que ‘desaparecieron’ cientos de pacientes sin haber sido operados.

La doctora Socorro Ricoy, en el centro junto a Jesús Candel (Spiriman), en la manifestación 'por una sanidad digna' el pasado 2 de febrero en Sevilla.


ALMERÍA HOY / 07·03·2020

La doctora Socorro Ricoy era la responsable de las listas de espera de Cirugía ortopédica del Hospital Virgen de las Nieves cuando observó que ‘desaparecieron’ cientos de pacientes sin haber sido operados. Denunciar los hechos a la Fiscalía le supuso sufrir un auténtico calvario que la obligó a solicitar la jubilación anticipada, tras 42 años de servicio, aún habiendo ganado en los juzgados. Pese a ello, no se ha retirado de la lucha y continúa en la batalla desde Justicia por la Sanidad, la asociación que preside Jesús Candel ‘Spirimán’.

- Usted ha sufrido todo un calvario por enfrentarse a la Administración en defensa de los administrados, ¿se ha arrepentido en algún momento de haberlo hecho?
- No me arrepiento en absoluto. Ha merecido la pena.
- ¿Qué ha sentido durante esa lucha?
- Mucha soledad y desesperación de estar en una situación sin saber a dónde acudir.
- Al final, el SAS fue condenado a indemnizarla y readmitirla, ¿ha vuelto al mismo puesto que desempeñaba?
- No. Me jubilé tras más de 42 años de trabajo.
- ¿A qué se dedicaba usted?
- Entre mis funciones en el Hospital Virgen de las Nieves figuraba el control de las listas de espera en el servicio de Traumatología.
- Entonces recibiría muchas quejas, supongo.
- Efectivamente, pero no crea que tantas. Es verdad que yo recibía a todos los pacientes que venían a reclamar, pero lo hacían más de manera verbal que formal y por escrito. La gente es muy remisa a quejarse de manera oficial.
- Usted denunció el fraude en las listas de espera, ¿sabe cuándo empezaron a engañarnos?
- Todo comenzó en 2001, cuando se aprobó una norma que pretendía fijar unos plazos de atención a los usuarios del servicio Andaluz de Salud (SAS) en función de la gravedad de sus enfermedades. En aquel momento decidieron que sobraban 700 pacientes, y tenían que ‘desaparecer’ de las listas de espera en 180 días. Otra orden posterior aumentó en 71 más los enfermos a ocultar, pero ambas normativas entraron en vigor en 2002, después de un periodo de tiempo para adecuar la estructura de las listas.
- ¿Cómo podía saber que las bajas en las listas se producían de manera fraudulenta?
- Porque veía la programación y echaba en falta a enfermos que sabía con total seguridad que estaban todavía pendientes de intervención, y cuando comuniqué a mis superiores ese hecho, me ordenaron que les diera de baja en las listas.
- ¿Cuáles son los motivos para dar de baja a un usuario en las listas de espera?
- Sólo se les puede dar de baja por defunción, deseo del paciente o prescripción médica, pero en esta ocasión se usaron esos mismos motivos de manera fraudulenta.
- ¿Por qué está tan segura?
- Porque yo personalmente comprobé que nunca fueron operados, sin embargo, desaparecieron de las listas y seguían empeorando en sus casas esperando una cita en vano que nunca podría llegar, menos en el caso de los que acudieron a reclamar desesperados.
- ¿Le dieron por escrito esas órdenes para dar de baja a pacientes en las listas de espera?
- Por escrito nunca me las dieron.
- Entonces, ¿por qué lo hizo?
- Lo hice a cambio de que accedieran a programar horas extras en los quirófanos para restablecer la situación lo antes posible.
- ¿Cómo se sentía en ese momento, mientras colaboraba en ese fraude?
- Imagínese. Yo hacía una cosa con las listas de espera y veía lo contrario en la publicidad del SAS.
- ¿Lo que usted acabó denunciando era una práctica habitual en el SAS?
- Yo siempre hablo exclusivamente de lo que gestionaba directamente: Cirugía ortopédica en el Hospital Virgen de las Nieves.
- Sin embargo podía preguntar a sus compañeros de otras áreas y centros hospitalarios.
- No tenía que preguntarles. Les veía hacer lo mismo.
- Finalmente decidió denunciar el engaño en las listas de espera, ¿llegó a imaginar el calvario que se le avecinaba?
- Claro que sabía lo que me podía encontrar, pero aún así, la realidad acabó superando todo el sufrimiento que podía esperar.
- ¿Por qué cree que no se producen más denuncias de fraudes del sistema como la que usted interpuso?
- Por la poca estabilidad en el puesto de trabajo. Aunque seas funcionaria, te pueden enviar a cualquier parte en comisión de servicio. Nadie quiere tener problemas por desobedecer a un superior.
- Pero usted decidió finalmente desobedecer hasta el punto de denunciar lo que estaba pasando en el SAS, ¿por qué?
- Porque siempre he respetado a mis semejantes. Es lo que he mamado, y los usuarios del departamento de Cirugía ortopédica son personas que están sufriendo. A mi despacho entraba gente que no podía andar.
- ¿Cuál fue la razón que desencadenó los acontecimientos hasta el punto de decidirla a llevarlos al Juzgado?
- Tuve la precaución de guardar un listado con el historial de los pacientes que eran dados de baja fraudulentamente en las listas. Cuando algún paciente venía a reclamar, yo tomaba nota e informaba a la Comisión en la reunión de los miércoles. Siempre me prometían que los volverían a incluir en la lista de espera, pero nunca lo hacían, al tiempo que la lista crecía y crecía. Un día, al presentar la relación de usuarios que habían ido a quejarse porque no se les citaba para ser intervenidos, mi jefe me la tiró a la cara con muy malos modos mientras me decía que pensara en que me podían trasladar. Yo le pregunté si me estaba amenazando y no me respondió, pero a los pocos meses me trasladaron a otro puesto de menor categoría. Encubrieron lo que era una represalia en toda regla por no querer ser cómplice de que quitaran de las listas de espera a enfermos sin operar, y lo vendieron como ‘reorganización en el departamento de atención al usuario’ y lo vendieron como ‘innovación’. En San Juan de Dios, que era mi nuevo destino, continuaba a cargo de las listas de espera, aunque pude comprobar que me habían limitado el acceso al programa de gestión.
- ¿Cuándo ocurrió eso?
- Era octubre de 2004.
- ¿Después de que pusiera la denuncia?
- No. El boicot empecé a sufrirlo antes de ir a los tribunales. El director médico del Virgen de las Nieves de entonces, porque al que me tiró los papeles a la cara ya lo habían relevado, me pidió por favor que siguiera las directrices sobre las listas de espera ya que era necesario hacerlo, pero rehusó darme la orden por escrito.
- ¿Qué hizo usted entonces?
- Lo puse en conocimiento de los servicios centrales del SAS, que no me respondieron, aunque finalmente me citaron y me dijeron que, con las pruebas que puse en sus manos, tendrían que convocar al director general del Hospital.
- ¿Lo hicieron?
- Sí, al año siguiente, después de que pusiera al tanto a CCOO y denunciamos el caso ante la Fiscalía, que observó cuatro delitos y separó el asunto en dos piezas.
- La Justicia acabó dándole la razón a usted. Supongo que saldría contenta.
- No del todo. Cuando intervino el juzgado, primero salió adelante la denuncia por acoso y condenaron al SAS a indemnizarme con 120.000 euros, así como a reintegrarme en mi puesto de trabajo. La cuestión de las listas de espera la extendieron como práctica habitual en todos los hospitales públicos andaluces y la derivaron a la Agencia de Protección de Datos con la recomendación expresa de que no archivara el caso, una petición que no fue atendida por esa instancia, que lo archivó por prescripción de los hechos denunciados a pesar de que reconocía expresamente la existencia de delito.
- Por lo menos la reintegraron en su puesto laboral.
- Es cierto que volví a trabajar, pero me quitaron todas las funciones y me tuvieron de brazos cruzados durante cinco años. Me pusieron una mesa en el sótano, en el archivo, hasta que pedí la jubilación. En cuanto a la indemnización, yo misma contribuí a ella con mis impuestos. Lo que quería era continuar con mi carrera profesional, y me la truncaron.
- ¿Exigieron responsabilidades a alguien por el asunto de las listas de espera y la persecución que emprendieron contra usted?
- ¿Responsabilidades? A nadie. En casos así, simplemente quitan de en medio a los causantes y les colocan en otros cargos.
- ¿Qué siente ahora cuando se mira en el espejo?
- Siento respeto y la certeza de poder mirar de frente a otros sinvergüenzas. Para mí, que me tiré al ruedo sin muleta, es muy importante después de todo lo sufrido. Estuve muy mal, pero ya pasó.
- Una vez pasado todo y jubilada, ¿se ha retirado además de la lucha?
- En absoluto. Por una parte espero y deseo que haya gente sin miedo que siga adelante, pero también formo parte como vocal de la asociación Justicia por la Sanidad y, desde ahí, ayudo a la gente en sus problemas con las citas.
- Problemas que no deberían existir al tratarse de derechos recogidos en la Constitución.
- Desgraciadamente hay que pelear todos los días por nuestros derechos, no esperar a que no los concedan. Por mucho que esté escrito en las leyes, no los van a dar.
- Pelear como Jesús Candel, Spirimán, significa visitar los juzgados con cierta frecuencia y que algunos le miren mal.
- Porque esos a los que usted se refiere se detienen en su forma de expresarse en lugar de fijarse en los atropellos que denuncia. Lo triste es que no se les ocurre ni tan siquiera pararse a pensar por qué hace Jesús lo que hace.
- Sin embargo, todas las encuestas hablan excelencias del Sistema Andaluz de Salud.
- Me cuesta creer en las encuestas.
- ¿Por qué?
- En primer lugar, no todos los que entran en los hospitales andaluces salen curados y, por otra parte, yo he participado en esas encuestas y sé que las preguntas se formulan dirigiendo las respuestas. Créame, cuando le digo que no me creo esas encuestas, lo hago con conocimiento de causa.
- Y para terminar, no le voy a hacer otra pregunta. Envíele, si quiere, un mensaje a los lectores.
- Que cunda el ejemplo y pierdan el miedo de enfrentarse a la Administración. Y que salgan a la calle a luchar por sus derechos.