Rincones almerienses del séptimo arte

Además de un museo a cielo abierto, como dijeron de Almería los Siret, bien podría decirse que toda ella es un plató que ya ha cumplido 64 años desde que la primera claqueta chasqueó al grito de ¡Acción!


La Playa de Mónsul fue escenario en Indiana Jones y la última cruzada

ALMERÍA HOY / 02·02·2020

Cuando se pronuncia la palabra ‘cine’ todos pensamos en Tabernas, el Oeste, el género conocido como ‘Spaghetti western’ y dos nombres indisolublemente unidos por estos lares: Sergio Leone y Ennio Morricone. Pero el cine había llegado a Almería 13 años antes de que el italiano dirigiera a Clint Eastwood en Por un puñado de dólares.

La industria cinematográfica comenzó a rodar paisajes de Almería en el barrio más característico de la capital: La Chanca. La Playa de la Arenica Blanca y el Puerto de Almería fueron escenarios de La llamada de África, película de 1951 dirigida por César Fernández Ardavín.

El barrio de pescadores cedió sus Canteras Califales a Arnold Scwartzeneger vestido (es un decir) de Conan el Bárbaro en 1981, al igual que hicieron los paisajes de Almerimar, la Dunas de Cabo de Gata, la Rambla de Aguadulce, la Cueva de Roque o el Barranco de La Hoya.

Antes de ser el Oeste americano, en 1960, Tabernas sirvió para rodar algunas escenas de El Cid, la superproducción de Samuel Bronston, aunque no llegó a recibir la visita de Charlton Heston ni de Sofía Loren. Ese mismo año fue, además, el lugar en el que, en Rey de Reyes, el demonio tentó a Jesús.

1962 fue el año en que Lawrence de Arabia escribió definitivamente el nombre de Almería en el mapa de la cinematografía universal. Cabo de Gata fue testigo de la voladura de un tren y sus dunas el mítico escenario del avance del militar inglés a lomos de su camello; la playa de El Algarrobico fue la ciudad jordana de Áqaba; el Parque Nicolás Salmerón de Almería alternaba ser Damasco y El Cairo y en la rambla de El Cautivo, en Tabernas, llegó a construirse un oasis.

Con La Isla del Tesoro llegó el Levante al mundo del cine en 1972. Desde la foto fija de la isla carbonera de San Andrés al inicio de la película y el fuerte erigido en la playa mojaquera de El Sombrerico , Orson Welles, que vivió durante el rodaje en la urbanización veratense de Puerto Rey, rodó en Cuevas del Almanzora, donde la lonja de Caicedo se transformó en taberna, en parajes de Bédar y en Garrucha, cuyo puerto fue el de Bristol por unos meses.

Para Indiana Jones y la última cruzada, Steven Spielberg transformó la escuela de Artes y Oficios de Almería en el palacio del sultán de Hatay y en la playa de Mónsul se rodó la conocida escena en la que Sean Connery derriba un avión levantando con su paraguas el vuelo de un centenar de gaviotas de... escayola.

La última gran superproducción de las rodadas hasta la fecha ha sido Exodus, la película rodada por Ridley Scott hace tan sólo un año. La película se filmó en lugares como el paraje de El Chorrillo, en Pechina, al pie de Sierra Alhamilla, la rambla del Búho, en Tabernas, lugar que ya fue escenario de una batalla en Patton, las canteras de mármol de Macael, un rincón cercano a Sorbas y en las Minas de Rodalquilar, que fue el sitio escogido para que Moisés recibiera las tablas con los Diez Mandamientos.

Y, claro, tratándose de una tierra de cine, no podía faltar James Bond, el agente 007, aunque aquí se rodaron escenas que tienen más que ver con el agua. Así, las secuencias submarinas que aparecen en la última de las películas de la saga protagonizada por Sean Connery, Nunca digas nunca jamás (1983), se rodaron en Los Escullos, en la playa del Palmer, en los bajos del hotel La Parra y en los palmerales de Cabo de Gata, en donde se rodó la caída de Connery y Kim Bassinger al agua a lomos de un caballo. Ya en tierra, hay escenas tomadas en la Alcazaba y el túnel de la carretera de Aguadulce que hay junto al citado hotel La Parra fue el lugar en que James Bond fue interceptado tras su huída en moto.

La de Almería y el cine es, ciertamente, una historia interminable, como la novela de Michael Ende que, por cierto, fue adaptada por primera vez por el director alemán Wolfgang Petersen en 1983... ¡cómo no! ¡en Almería!