“Los empresarios no somos tiranos, sino personas que creamos empleo”

Desde su atalaya al frente de los empresarios de la provincia, el veratense José Cano reivindica el protagonismo de la sociedad civil frente al poder político y lucha por acabar con la ‘leyenda negra’ que envuelve al empresario.




José Cano, presidente de ASEMPAL




ALMERÍA HOY / 23·02·2020


Desde su atalaya al frente de los empresarios de la provincia y gracias también a su dilatada carrera al frente de una importante industria química de Almería, el veratense José Cano es un privilegiado vigía del horizonte económico. Reivindica el protagonismo de la sociedad civil frente al poder político y lucha por acabar con la ‘leyenda negra’ que envuelve al empresario. En esta conversación, reconoce al Gobierno que haya contado con patronal y sindicatos para acordar el salario mínimo interprofesional, pero al mismo tiempo advierte de sus posibles consecuencias.





- ¿Qué opinión le merece el acuerdo que sube a 950 euros el Salario Mínimo Interprofesional (SMI)?

- No es bueno, pero podía haber sido peor. Si los sindicatos o la ministra se hubieran enrocado en los 1.000 euros hubieran desbaratado la negociación y el convenio. La novedad positiva ha consistido en que la subida aprobada ha sido fruto del diálogo del Gobierno con las organizaciones de empresarios y trabajadores, por eso le digo que, aún siendo malo, podría haber sido peor si lo hubiese hecho por decreto, como ya hizo Pedro Sánchez el año pasado.

- ¿Por qué afirma que no es bueno este acuerdo?

- Tenga en cuenta que, en Almería, más del 90% de las empresas son pequeñas o medianas que, contra lo que creen la mayoría de las personas, no pueden asumirlo todo. Hablamos de compañías que cuentan con entre dos y seis trabajadores, en cuyas cuentas los salarios inciden de manera considerable. Hay que recordar que por un pepino se paga al agricultor lo mismo que hace cinco años, y la mano de obra supone el 40% de los costes de producción en el campo, por lo tanto, subir los salarios conduce directamente a pérdidas. Pero peor fue en 2019, cuando los incrementaron en un 22% sin consultar a nadie.

- Algunos analistas sostienen que este incremento del salario mínimo puede aumentar la economía sumergida.

- Ése es un efecto indeseable. La economía sumergida supone hoy en un 24% del total, una cifra preocupante.

- ¿Y eso cómo se combate? ¿con más inspecciones?

- Nosotros no pedimos más inspecciones para las empresas que cumplen la ley, sino para las que no lo hacen. Los empresarios somos los primeros interesados en que se acabe con la economía sumergida.

- Hablaba usted también de una parte positiva en esta subida del SMI.

- Así es. Por una parte, siempre es bueno que el Gobierno tenga en cuenta a los empresarios, como ha hecho ahora, y, por otra, va a afectar a dos millones de trabajadores que tendrán mayor poder adquisitivo y gastarán más, lo que también mueve la economía. Sin embargo no deja de ser una triste paradoja que mientras por un lado el Consejo de Ministros sube los salarios que han de pagar las empresas privadas, por otro baja las cuantías de los contratos públicos. De esa manera, está generando pérdidas en las empresas que los prestan. Predica en lo privado lo que no cumple en lo público. Por eso insisto en que los ciudadanos tenemos que ganarnos el poder que nos corresponde.

- ¿Cree que el Gobierno debe inmiscuirse en los acuerdos entre trabajadores y empresarios?

- Estoy de acuerdo con los convenios por sectores, porque tanto las empresas como los empleados de cada uno de ellos saben cómo están y hasta cuánto se puede ofrecer y pedir. Yo entiendo que el poder debe estar más en las manos de la sociedad civil y menos en las de los políticos. También hay que acabar con la leyenda negra que existe sobre los empresarios, que no somos tiranos, sino personas que creamos empleo. Cuando uno de nosotros manifiesta un comportamiento inadecuado, somos los primeros en denunciarlo. Por otra parte, sería injusto negar que los trabajadores se dan cada vez más cuenta de que las empresas son necesarias.

- ¿Qué necesita un país para crecer?

- Confianza y seguridad jurídica, y su primera preocupación debe ser siempre la creación de empleo. Con esas premisas puede incluso venir inversión desde fuera.

- Sin embargo, la primera acción de este Gobierno ha consistido en subir unos salarios que deben pagar otros.

- Todo gobierno debe procurar que sus ciudadanos vivan lo mejor posible, y como he dicho antes, el acuerdo sobre el incremento del SMI es el menos malo porque ha evitado una mayor subida y, por tanto, mayores costes de producción. Yo entiendo que el deber de los partidos consiste en recaudar votos y, por eso, tienden a adoptar decisiones que puedan proporcionárselos, pero que nunca olviden que los ciudadanos no son tontos y les examinarán en las siguientes elecciones en función de los resultados obtenidos con su gestión.

- El actual Ejecutivo ha advertido su intención de seguir subiendo el SMI hasta los 1.200 euros, ¿qué le parece?

- Nosotros vamos año a año y día a día. Lo de llegar a 1.200 en cuatro años habrá que verlo. También habían previsto situarlo en 1.000 este año y no lo han hecho. Todo es cuestión de negociar y buscar el equilibrio. Ya hemos mantenido varias reuniones con la ministra.

- ¿Qué impresión les han dejado esas visitas?

– Ha habido de todo. De unas hemos salido contentos y de otras algo contrariados. Ya le he dicho que los políticos buscan el voto. Para ese fin no dudan en realizar comparaciones imposibles. El tejido empresarial en España lo componen mayoritariamente PYMEs, no como en Alemania, en donde predominan las grandes empresas. Aquí tenemos que luchar por avanzar en tecnología para que nuestras compañías tengan mayor tamaño. Paralelamente, la sociedad civil cada vez pinta menos, y yo deseo y trabajo para que se devuelva el poder a los ciudadanos. Ojalá los universitarios quisieran ser emprendedores.

- Usted habla de buscar el equilibrio, ¿en qué aspectos observa una mayor desproporción?

- En España, un país de 45 millones de habitantes, hay 400.000 políticos, mientras que en Alemania, que son 80 millones, hay 200.000. Parece que tenemos más de los que debiéramos.

- Uno escucha hablar del compromiso social de las empresas, ¿cuánto hay de verdad y cuánto de mito en ello?

- Es una realidad, sin lugar a dudas. Toda empresa tiene siempre un compromiso con la sociedad, y sería bueno que existiera una reciprocidad porque, hoy, las empresas tienen que ganar dinero en un mundo globalizado en el que siempre hay quien vende más barato porque las condiciones en que producen son menos exigentes. Sin embargo, nadie compra pensando en su vecino. La sociedad debe comprender que sus empresas son las que proporcionan empleo en su entorno y, por tanto, las que contribuyen a una mejor calidad de vida en el lugar en que están radicadas.

- Por el contrario, cuando alguien como Amancio Ortega decide donar millones en máquinas para hospitales le llueven más vituperios que reconocimientos.

- Veo muy positivas iniciativas como la del señor Ortega. Hombres buenos y malos los hay en todos los gremios y estratos de la sociedad. Cuando el Estado es incapaz de comprar ciertos materiales y alguien se ofrece a hacerlo es digno de admiración. Tenemos que ser conscientes de que para que una nación pueda acometer más gastos debe primero subir los impuestos y obtener los ingresos suficientes con que equilibrar la balanza, pero una mayor presión fiscal destruye empleo. No me parece justo criticar a Amancio Ortega por donar máquinas que curan personas. Y el caso de Ortega no es único. Bill Gates lleva mucho tiempo colaborando con causas sociales, pero hay personas que no lo saben o no lo quieren valorar.