La sociedad polarizada


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AMANDO DE MIGUEL

No hay por qué decir “bipolarizada”, como ahora se estila, pues los polos, por ser opuestos, son solo dos. No basta con afirmar que en la vida política española existen realidades que se oponen; eso es lo natural. El lenguaje está lleno de ese recurso para poder describir mejor la realidad: blanco-negro, claro-oscuro, alto-bajo, grande-pequeño, etc. La cuestión preocupante es que los elementos contrapuestos que definen la vida pública española se muestran cada vez más enfrentados, antagónicos, hostiles.

Una dicotomía clásica en política es la de derecha-izquierda. Ahora parece que la izquierda relativamente moderada del PSOE va a ser fagocitada por las posicione más radicales de sus aliados Ezquerra de Cataluña y Unidas Podemos. En el otro lado, el centrismo de Ciudadanos se desvanece e incluso mengua en favor de la nueva corriente de VOX. En las próximas elecciones (muy cercanas) se verá materializado en votos el doble movimiento que digo.

El Gobierno actual se define como “feminista” y así son algunas leyes vigentes, como la malhadada de la “violencia de género”. El resultado es que la tradicional oposición entre varones y mujeres, más bien psicológica, va camino de enconarse todavía más.

Un contraste de siempre ha sido el que, al considerar los hábitos del país, establece la diferencia (puramente jurídica) entre nacionales y extranjeros o, más sutilmente, entre autóctonos y foráneos. El fenómeno de la inmigración exterior descontrolada, añadido a la efervescencia nacionalista o regionalista, lleva a una exaltación de las diferencias dichas. Parecen incompatibles con el general aprecio del valor de la igualdad e incluso la prevalente ideología “globalista” (antes se decía “cosmopolita”).

En la organización política es lógica la dialéctica entre el Gobierno y la oposición. Ahora la divergencia es mucho mayor que nunca. La prueba es que, después de unas elecciones, se tardan meses en formar Gobierno. Al final el presidente del Gobierno se inviste por muy poco más del 50% de los diputados que votan “sí” o “no”.

Llevamos algunos años en los que los consumidores tienen que optar entre un coche normal o uno eléctrico (en todo o en parte). La dicotomía no acaba de resolverse. Como no parece tener fin la disparidad que existe entre las fuentes de producción de energías renovables o no renovables.

Son otras muchas las oposiciones cotidianas que se establecen sin remedio; es más, con la tendencia a enturbiar la relación entre los dos polos. Así, los fumadores contra los no fumadores, los ecologistas contra el resto de la población, los nacionalistas contra los españolistas, los forofos de un equipo de fútbol contra los del rival, los vegetarianos contra los carnívoros.