La música de los pueblos


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RAFAEL MONTES*

¿A qué suena un pueblo? Si le haces esa pregunta a alguien de ciudad seguro que se lanza a toda velocidad a contarte que suena al canto de los pájaros, al seseo de las ramas de los árboles con la brisa de otoño, al discurrir del agua de un arroyo o de una fuente y, lo más importante, al silencio de las noches que en los pueblos están inventadas para descansar de verdad. Pero hay otro sonido muy peculiar de los pueblos y, sobre todo, de los pueblos de Almería, de todo su entorno rural, porque es cierto que sufrimos el síndrome de la España que se vacía en beneficio de las ciudades, pero si hay algo que no va a desaparecer es la música. Las bandas de los pueblos, los ensayos que llenan las tardes, esa progresión que empieza siendo ruido y que con el paso del tiempo conforma melodías que te hacen sentir orgulloso de vivir donde vives.

Una de las peculiaridades de pueblos como Fiñana es que una parte muy importante de nuestros jóvenes adquiere una completa formación musical tanto teórica como práctica, y de hecho estudiar música con el objetivo de ser parte de la banda municipal es una motivación especial para ellos.

Pero las bandas de los pueblos tienen un plus adicional, todos y cada uno de sus componentes generan una especie de club que les une de por vida, formando parte de sus recuerdos, experiencias y satisfacciones, porque participar en los eventos que se organizan en torno a ellos, convirtiéndoles en los verdaderos protagonistas de nuestra vida cultural y folklórica, genera una ligazón con su tierra que pocos conservatorios de música son capaces de conseguir.

La Banda de Fiñana cuenta desde hace unos días con unas nuevas instalaciones de las que pocos pueblos pueden presumir. Una especie de escuela de música hecha con los escasos recursos de un ayuntamiento como el nuestro, es decir, un ochenta por ciento de empeño personal del profesor y director de la banda que se encarga de la formación, dirección y motivación, y un veinte por ciento que intentamos suplir desde el consistorio intentando meter en los presupuestos de cada año la compra de algún que otro instrumento. Y eso cuando no suplicamos a Diputación o cualquier otra institución para que se apiade de nosotros y eche una mano en la dotación de esta maravillosa experiencia.

Nuestra escuela de música está instalada en el mejor inmueble restaurado del pueblo. El antiguo edificio de Correos que hemos reconvertido en un espacio multiuso, -como todo espacio en un pueblo, que también hay que decirlo-, y eso nos lleva a dar un nuevo paso adelante, porque es un motivo más por el que invitar a la gente a que se acerque aquí, vea y sobre todo escuche a qué suena un pueblo. Tengo que contarles un pequeño secreto a voces, y es que necesitábamos un local si o si, porque su anterior lugar de ensayo estaba junto al tanatorio, y aunque no se nos muere mucha gente porque aquí se vive más y mejor, no era especialmente adecuado el emplazamiento.

Les cuento todo esto por mero orgullo, porque esos chavales se merecen no sólo ese local, sino que la gente venga y les vea, les escuche. Disfruten aunque sólo sea una vez de esa verdadera cultura rural que perdura nota a nota, página a página de manidos pentagramas con piezas de toda la vida que pasan de hermano mayor al menor, como aquellos jerséis de lana que tejían nuestras madres y que sirvieron con algún que otro remiendo a toda la familia.

Al final una banda de pueblo es eso, familia, y su local de ensayo su casa, la casa de la música de cada pueblo en la que siempre estamos abiertos a recibir a cualquier visitante.

*Rafael Montes es alcalde de Fiñana