El presidente Adolfo Suárez


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ADOLFO PÉREZ

Confieso mi simpatía y admiración por Adolfo Suárez, presidente del Gobierno español, figura política en la segunda parte del siglo XX. No me cabe duda que el recuerdo de Adolfo Suárez está instalado, para bien, en la memoria del pueblo español. Un personaje que por derecho propio ocupa un lugar destacado en la historia de España por su decisiva actuación pilotando la Transición política al frente del Gobierno después de la muerte del general Franco en 1975. Transición cuyo motor era el rey Juan Carlos. Mucho se ha escrito sobre el presidente Suárez, pero a mi gusta mucho la biografía escrita por Carlos Abella, un volumen de más de seiscientas páginas donde cuenta los detalles de su vida, que me aporta algunos datos.

Adolfo Suárez González nació en Cebreros (Ávila) el 25 de septiembre de 1932, hijo de Hipólito y Herminia, el mayor de cinco hermanos. Como estudiante de bachillerato no era muy allá, aunque, eso sí, tenía buenas dotes de simpatía y liderazgo; aficionado al deporte, en especial al fútbol (extremo derecho). De cuando era muy joven data la anécdota que contaba el propio Suárez cuando les decía a sus amigos que él sería presidente de la tercera República, puede que influenciado por su padre, reconocido republicado, que tuvo problemas con los “nacionales” durante y después de la guerra civil. El hecho de su profunda fe religiosa fue una circunstancia que marcó su juventud. Era de comunión diaria. Religiosidad que le acompañaría toda su vida y que le sirvió para hacer frente a los dramas que hubo de vivir cuando de forma simultánea su mujer, Amparo, y su hija Marián se vieron afectadas por cáncer de mama muy agresivos. Tanta era su fe, que en busca de consuelo le pidió a Felipe González, entonces presidente del Gobierno, que, aunque no era creyente, rezara por ellas.

Volvemos atrás para indicar que el joven Suárez era muy enamoradizo, con más de un noviazgo. Se matriculó por libre en Derecho en la Universidad de Salamanca donde acabó la carrera con buenas notas. En 1955 hubo de soportar que su padre abandonara a su familia, al parecer por asuntos económicos. En Ávila, ya licenciado, tuvo dos empleos en la función pública, sin dejar de colaborar en las actividades de los movimientos católicos de la ciudad. Como alférez de complemento de las milicias universitarias realizó los seis meses de prácticas en Melilla donde fue un oficial ejemplar. (En Melilla hice yo el servicio militar.) Ya en Madrid se hizo procurador de los tribunales y abrió con su padre un despacho, pero cuando iba todo bien tuvieron un disgusto y se separaron. Entonces le vinieron las penurias, se hospedó en una pensión sin medios económicos, hasta el punto de ser maletero en la estación de Príncipe Pío.

Por aquel tiempo conoció en Ávila a Amparo Illana Elórtegui, hija de un coronel jurídico, de familia acomodada. Se hicieron novios y durante el verano de 1958 iba a verla a Ávila en la moto de un amigo. Siempre estuvo muy enamorado de ella; contrajeron matrimonio en 1961 y tuvieron cinco hijos. Por entonces le prestó ayuda Fernando Herrero Tejedor, alto jerarca del Movimiento Nacional, que lo hizo jefe de la secretaría particular. Quienes recuerdan a Suárez en ese empleo hablan de su amabilidad y simpatía; tenía entonces veinticinco años. Dejó la pensión y se instaló en el colegio mayor Francisco Franco donde andaba muy escaso de dinero. Allí conoció a muchos amigos que luego serían políticos importantes.

En enero de 1964 ganó una plaza de técnico administrativo del Movimiento; ocupó un puesto en Prado del Rey, en un organismo de RTVE. En 1967 se presentó a las elecciones de procurador en Cortes por la provincia de Ávila, acta que ganó. Gracias a su buen hacer y a sus buenos contactos, el 11 de junio de 1968 fue nombrado gobernador civil de Segovia y jefe provincial del Movimiento, cargos de los que tomó posesión con camisa blanca en vez de azul. Cuando Franco visitó Segovia le preguntó que cómo le iba, a lo que Suárez le contestó que no sabía qué decir sobre si los segovianos se sentían ciudadanos de segunda clase. Ante la respuesta, que llamó la atención a Franco, lo invitó a visitarle, pues según le dijo le interesaba la respuesta.

Pero de suma trascendencia para Adolfo Suárez y para España fue cuando en enero de 1969 los príncipes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, visitaron Segovia y lo conocieron. Fue la primera de las muchas visitas que don Juan Carlos hizo a Segovia, atendido y acompañado siempre por Suárez, lo que dio lugar a que se conocieran bien y anudaran lazos de buena camaradería. Consiguió que Segovia fuera considerada provincia de “acción especial”. El cargo de gobernador lo absorbió de tal manera que no hubo un solo municipio que no visitara. Pero ocurrió una tragedia cuando el 15 de junio de 1969 se desplomó el restaurante del conjunto Los Ángeles de San Rafael, sepultando a 515 colaboradores de la cadena de alimentación Spar, que ocasionó 58 muertos y 147 heridos. La entrega de Adolfo Suárez fue tan ejemplar que recibió la Gran Cruz del Mérito Civil. El paso siguiente fue ser nombrado director general de RTVE.

En los primeros años setenta estuvo inmerso en el ambiente político de Madrid con buenos apoyos. En 1973 fue elegido de nuevo procurador en Cortes por Ávila. Ese mismo año ocurrió el asesinato por ETA del presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco (20.12.1973), que Franco sustituyó por Carlos Arias Navarro. Entonces, durante pocos meses (marzo a julio de 1975) Suárez ocupó el cargo de vicesecretario general del Movimiento. Casi dos años después del atentado a Carrero Blanco falleció el general Franco (20.11.1975), con lo que esta muerte supuso, pues dos días después don Juan Carlos I fue entronizado como rey de España. Arias Navarro se mantuvo al frente del Gobierno y cuando el 12 de diciembre siguiente remodeló el Gabinete nombró a Adolfo Suárez ministro secretario general del Movimiento; al fin Suárez formaba parte del Consejo de Ministros de la nación. Conforme avanzaba el tiempo, el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, escribió en su diario que la persona llamada a suceder a Carlos Arias era Adolfo Suárez. Y así fue, el 1º de julio de 1976 Arias Navarro, inducido por el rey, presentó su dimisión. De este modo, a propuesta de la terna del Consejo del Reino don Juan Carlos nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, que tomó posesión el 5 de julio, había alcanzado la cima de su carrera política. Antes de publicar el nombramiento el rey lo llamó a la zarzuela y al llegar lo saludó y le dijo: “Adolfo, te quiero pedir un favor, acepta la presidencia del Gobierno”. A lo que Suárez, medio en broma, le contestó: “Ya era hora”.

La designación de Suárez produjo sorpresa y decepción en los medios políticos y periodísticos. Lo cierto es que se ponía en marcha la Transición política. De inmediato el Gobierno se dedicó a poner las bases para pasar de un régimen autoritario a una plena democracia, conforme deseaban el rey y el pueblo español. El mismo mes el Gobierno amnistió a los españoles penados por actividades políticas y sindicales prohibidas. El 10 de septiembre se aprobó la Ley para la Reforma Política, esencial para desmontar el régimen de Franco y constituir unas Cortes Generales democráticas formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Suárez explicó la ley al pueblo español a través de TV. El 18 de noviembre de 1976 la ley fue aprobada por las Cortes franquistas (435 de los 531 procuradores), que se hicieron el “harakiri”. La Cámara en pie dedicó un largo aplauso a Adolfo Suárez, que agradecido y emocionado se le saltaron las lágrimas. Sometida la ley a referéndum, fue un éxito rotundo. El camino para celebrar unas elecciones generales libres quedó despejado.

Pero aún hubo que salvar serios obstáculos como la semana trágica de final de enero de 1977: el 23, asesinato de un joven en Madrid por Guerrilleros de Cristo Rey; el 24, secuestro de un general por el GRAPO; muerte de una joven por un bote de humo de la policía en la manifestación por el joven asesinado; asesinato por Fuerza Nueva de tres abogados laboralistas en su despacho. Para colmo, el 28 de enero el GRAPO asesinó a un guardia civil y dos miembros de la Policía Armada en cuyo entierro se produjo un incidente entre militares. Fue un duro golpe para el Gobierno. Adolfo Suárez dijo varias veces que fueron lo días más duros y amargos de su presidencia. Otro asunto fue el de la legalización del Partido Comunista de España (PCE). Un tema de discreta actividad política y secretas reuniones. La posible legalización suscitaba inquietud en gran parte de los altos mandos militares y personajes políticos. La cuestión es que se legalizó el 9 de abril de 1977, era Sábado Santo. Un acierto político del Gobierno Suárez.

Por fin, el 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales libres, ganadas por Adolfo Suárez, cabeza de lista de Unión de Centro Democrático (UCD), partido que él había fundado. Las Cortes Generales elegidas enseguida se afanaron en redactar la Constitución, aprobada por Congreso y Senado (31.10.1978) y refrendada por los españoles el 6 de diciembre de 1978. Después de año y medio se había alcanzado la tan deseada meta del rey y Suárez. Casi tres meses después, el 1º de marzo de 1979, se celebraron las segundas elecciones generales que Suárez volvió a ganar. Y ya, un mes después, el 3 de abril, se celebraron las primeras elecciones locales, en las que un servidor fue elegido alcalde de Garrucha por primera vez.

Pero no todo eran lisonjas; desde hacía un tiempo Suárez estuvo sometido a un gran desgaste en su propio partido y en la oposición, atacado por militares significados y buena parte de la cúpula empresarial y bancaria. Tal situación le llevó a dimitir el 29 de enero de 1981, dimisión que aún se considera algo enigmática pues en TV dijo: “No me voy por temor ni por cansancio.” Cuando el 23 de febrero siguiente se votaba en el Congreso de los Diputados para elegir presidente del Gobierno a Leopoldo Calvo – Sotelo, irrumpió en el hemiciclo el teniente coronel Tejero dando un golpe de Estado, y cuando ordenó: “¡al suelo todo el mundo!”, el presidente Suárez, valiente y gallardamente, permaneció sentado en su escaño. Adolfo Suárez abandonó UCD y en 1982 fundó el Centro Democrático y Social (CDS), de escaso éxito, partido que a los pocos años se integró en el Partido Popular. En 1996 empezó la rehabilitación de Adolfo Suárez con un impresionante despliegue de homenajes, galardones y distinciones, junto con el premio Príncipe de Asturias a la Concordia. En 1981 el rey le otorgó el título de duque de Suárez con grandeza de España, título que ostenta su nieta Alejandra, primera hija de su hija mayor, Marián.

El 17 de mayo de 2001 pasó por el trago amargo de la muerte de su esposa, Amparo (61 años), y el 7 de marzo de 2004 el de la muerte de su hija mayor, Marián (44 años). Poco tiempo después el presidente Suárez enfermó de demencia senil y falleció el 23 de marzo de 2014 con 81 años. Se celebró un solemne funeral de Estado y fue enterrado en la catedral de Ávila. Enseguida el Gobierno lo honró poniéndole su nombre al aeropuerto de Barajas. Todo más que merecido.