“Ningún punk llega a alcanzar el grado de desorden de un flamenco”

Eric Jiménez, el batería de Los Planetas y Lagartija Nick, presenta esta tarde en Almería, dentro de la programación del Cooltural Fest, 4 millones de golpes, un libro donde abre su vida "en canal" al público

Eric Jiménez

ALMERÍA HOY / 15·08·2019

  • ¿Cuatro millones de golpes son los que ha propinado Eric Jiménez a la batería o la vida a Eric Jiménez?
  • El libro trata sobre mi vida personal, que discurre paralelamente a la artística, y cuento en él todos los golpes que he recibido a lo largo de mi vida, algunos bastante duros. Pero es evidente que el título también simboliza los que he dado al instrumento, que han sido muchos más.
  • Seguramente, porque usted ha sido muy precoz.
  • Menos en la eyaculación, he sido muy precoz en todo. Grabé el primer disco con 15 años, contraje matrimonio a los 16. Sin embargo, después de tantos años sigo siendo un niño.
  • Menciona una primera boda que fue un tanto singular.
  • Sí. En la celebración juntamos a los militares del mundo de mi suegro con mis amigos, miembros de todos los grupos de rock que había en Granada. Era una mezcla entre la clientela de un economato militar y la del cabaret de la Guerra de las Galaxias. Recuerdo que por entonces empezaban a abrir las tiendas de 'todo a cien a pesetas', y mis invitados nos regalaron un reloj despertador de latón estilo Luis XV y un pitagol, que era un caramelo polifuncional con el que se podía silbar mientras te endulzaba el instante. Y juro que en la lista de bodas no pusimos nada de eso, pero los músicos siempre han sido muy creativos.
  • Una boda muy temprana ¿consecuencia de una vida familiar muy solitaria?
  • Es verdad que tuve una infancia muy dura. Yo tenía 8 años cuando murió Franco y el libro relata la soledad en que estuve viviendo durante mi infancia y adolescencia, tanto a nivel familiar como emotivo. Es posible que me casara tan joven buscando el cariño que echaba en falta y que sólo me proporcionaba el público. Tuve una infancia difícil. La diferencia de edad con mis hermanos era muy grande y mi padre ejerció muy poco como tal. Reconozco que sufrí bastante en una época trascendental, en la que me estaba desarrollando como persona. Creo que eso repercutió en los bajos niveles de autoestima que generé. Pero en seguida me di cuenta de que la música hace magia. La gente me valoraba, me aplaudía y reconocía lo que yo hacía con la batería. Puede parecer una frase muy manida, pero yo le debo mucho a todas esas personas que me seguían desde mis inicios en la música. La publicación de este libro es una manera de devolver a ese público todo el cariño que me proporcionó durante tanto tiempo y que tanto necesité. Me he abierto en canal en él.
  • De eso puedo dar fe. De hecho, cuenta un episodio en el que su padre le apunta con una pistola cuando usted era un niño, algo difícil de asimilar, supongo.
  • Tenía cuatro años por entonces y lo recuerdo como si fuera un sueño. Mi padre solía llevar siempre un arma encima y yo tiré de manera involuntaria un vaso de plástico muy fino, casi de papel, que le dio en la cara. Él sacó la pistola y me apuntó, aunque tampoco en plan Charles Bronson. Es una de esas cosas a las que no das importancia en el momento, pero la imagen se te queda marcada y, cuando creces y eres padre, te das cuenta de toda la magnitud de esa acción.
  • Pero no fue precisamente ese ejemplo el que le llevó a afiliarse a la OJE [Organización Juvenil Española, sección infantil y juvenil de la Falange, el partido único durante la dictadura de Franco].
  • Yo vivía en Santa Paula, una calle de Granada en la que lo más divertido que pasaba era el camión de la basura. Sólo faltaba que los vecinos aplaudiesen cuando lo hacía. Pero el Viernes Santo salía la cofradía de las Chías y el señor que salía tocando el tambor me fascinaba. Yo quería hacerlo también, y la única manera de conseguirlo con 8 años era apuntándote a la banda de cornetas y tambores de la OJE. Evidentemente, a esa edad ni tenía criterio ni sabía dónde me metía. Yo sólo quería tocar el tambor que, por cierto, pesaba tanto para alguien tan pequeño que, al final, acabé siendo la mascota de la banda. El borrego de la Legión con forma humana.
  • ¿No le dejaron tocar?
  • Nada. Pero tal vez ahí está el origen de mi afición por la Semana Santa. A los niños les llama la atención aquello que les acojona. Los zagales americanos tienen Halloween y nosotros la Semana Santa.
  • Y esa afición le duró bastante. Recuerdo que durante una gira con Los Planetas usted tocaba la batería bajo un palio, casi como si fuera una Virgen.
  • Tengo una forma de tocar muy peculiar, y observé que la tarima sobre la que se monta la batería se balancea cuando estoy en plena faena de una forma muy parecida a como lo hacen los tronos cuando salen en procesión. Se me ocurrió la idea y se lo conté a una amiga que tenía un taller de costura que se llama 'Que te zurzan', y compramos los abalorios para montar un palio de Semana Santa con el que hice la gira de 'La leyenda del espacio' con Los Planetas. La verdad es que la gente no lo entendió muy bien. Hubo quien creyó que era un kiosko de la ONCE en lugar de un trono.
  • Hablamos de Los Planetas, pero la obra más importante en que usted ha participado quizás sea 'Omega', el disco que grabó su otro gran grupo actual, Lagartija Nick, con Enrique Morente, ¿qué ha significado para usted ese disco y su relación con el cantaor, de quien llegó a ser un gran amigo?
  • Morente fue para mí un gran amigo y maestro. Yo nunca he sido aficionado al flamenco, pero era una voz que, como los versos de Lorca, había escuchado mucho en mi ciudad. Siempre me había resultado muy familiar. Algo muy granadino. Conocerlo fue una sorpresa. Rápidamente me di cuenta de que era una persona muy valiente. Él siempre decía que había que escuchar a la gente para hacer lo contrario. Quizás por eso hicimos el 'Omega', porque si hubiéramos hecho caso a lo que nos decían muchas personas, jamás lo hubiéramos grabado. Compartimos muchísimas aventuras y, sobre todo, cariño. Después tuve la suerte de acompañarle en su cuadro flamenco, una experiencia de la que obtuve mucho conocimiento. Fue todo un ejemplo como persona. Él procedía de un entorno de analfabetos, pero comenzó a cultivarse por su cuenta y pronto cambió los tebeos de vaqueros por poemas de Machado. Es un orgullo estar con él en ese disco por el que tan poco apostaba la gente. Sobre todo porque formar parte de esa obra en la que se unen Lorca, Leonard Cohen, la voz de Morente y un elenco de guitarristas y colaboradores maravillosos, resultó en un producto muy granadino del que me siento enormemente satisfecho.
  • ¿Usted se siente en cierto modo flamenco?
  • Para nada. Soy más bien de los que creen que a quien le gusta el flamenco tiene un viejo dentro.
  • No lo digo por la música, sino por el concepto de la vida que tienen.
  • Que va. Yo me he sentido punk, pero ningún punk llega la grado de desorden que un flamenco. En eso, el flamenco es lo máximo. Es la anarquía extrema. El flamenco no es un cantaor ni un guitarrista. Es una actitud que quien la ejerce suele durar muy poco. Decían que los punk preferían morir jóvenes para hacer un cadáver bonito, pero muchos flamencos mueren jóvenes y hacen un cadáver horrible porque se han castigado mucho más que el punk más desaforado. Yo no me siento flamenco porque, después de hacer un análisis de conciencia y repasar un poco mi vida, me he enamorado de ella y tengo muchas ganas de vivir y disfrutar de mi hija, de la música y de la gente que quiero.
  • Usted ha formado parte de varias bandas y tocado con grandes músicos, ¿con quién ha sido más feliz compartiendo escenario?
  • Quitando a mis cuatro pilares, que son KGB, el primer grupo que me aceptó, Lagartija Nick, Morente y Los Planetas, me encantó tocar la batería con el grupo norteamericano Nada Surf, que hacen canciones de una belleza increíble y, cuando tuve la suerte de tocar con ellos, me sentí muy bien. También he estado con un artista muy importante como es Tarik y la fábrica de colores. Álvaro tiene un gusto excepcional a la hora de componer y al ejecutar su música en directo. He tocado con muchos amigos y gente muy importante en el mundo de la música, pero me siento muy orgulloso de haberlo hecho con esos dos.
  • Y creo que no tanto con Bob Dylan.
  • Este no es un país para viejos. Con Dylan no iba yo a la batería. He compartido escenario muchas veces con Jesus & Mary Chaine y The Cure, que eran mis ídolos de la infancia y han sido experiencias inolvidables. Con Dylan, y muy posiblemente no tenga la culpa él, tuvimos un incidente con su equipo técnico cuando tocábamos como grupo invitado en Granada porque nos trataron muy mal y, para hacer lo que nos hicieron, hubiera sido preferible que no nos hubieran invitado. Otros que hacen los mismo son Placebo, cuyos ingenieros de sonido también anulan los graves al grupo que toca antes. Es una actitud muy guiri.
  • ¿Falta de compañerismo o de educación?
  • Los ingleses y norteamericanos se jactan de que los españoles no tenemos educación. Ellos tienen muy buena educación musical, pero muy malas maneras. En los festivales hay una gran diferencia de sonido entre los grupos que son cabeza de cartel y los que no lo son aunque estén vendiendo también muchísimos discos. Sus técnicos utilizan muchas artimañas para que otros músicos suenen peor que ellos. A mí me parece horrible. La música es un arte y las condiciones en que se muestra al público deberían ser iguales para todos. No quiero que nadie me malinterprete. Si un artista lleva un montaje grande, es suyo y no puede utilizarlo nadie más. Eso es indiscutible, pero el set que hay para que el sonido llegue a la gente no debería manipularse nunca. Hacerlo, como los técnicos de Dylan o de Placebo, es una falta de respeto, no sólo a los demás músicos, sino también al público que ha pagado su entrada para escuchar todo el concierto de la mejor forma posible. Insisto en que eso es una mala práctica de algunos británicos y norteamericanos. No conozco que ningún grupo español haya hecho ese tipo de jugarretas a otros compañeros.
  • ¿Qué concierto recuerda que le haya hecho flipar en colores como espectador?
  • Ha habido muchos, pero siempre destaco el de Siouxsie & The Banshees en Rockola en 1983. Tuve que falsificar mi carnet de identidad para que me dejaran pasar. Me había invitado la casa DRO. Yo no quería ir, pero la compañía me obligó y estoy muy contento de que lo hiciera. Eran los años de rivalidad con Blondie. Cuando empezaron a sonar me quedé completamente maravillado. Impresionado con el sonido y con la puesta en escena. Hay que recordar que el nuestro era un país que había vivido en blanco y negro y comenzaba a abrirse a este tipo de eventos internacionales. Estábamos al día de lo que pasaba fuera por medio de los fanzines. Tocaron dos días en esa sala con el disco de recopilación de sus singles.
  • Tengo entendido que, además de falsificar el DNI, para asistir a ese concierto tuvo usted que engañar a su madre.
  • Así fue porque, ¿cómo se iba un niño con 15 años a Madrid para asistir a un concierto en el Rockola? Aunque tengo que decir que mi madre nunca me prohibió nada. Gracias a ella y a su actitud conmigo me he podido dedicar a la música desde muy pequeño. Cualquier otro padre hubiera puesto más trabas en aquella época. Le estoy muy agradecido.
  • ¿Cree que llegó a creerse que iba a comprar un helado, como le dijo?
  • Ni de coña. Pensaría que iba a casa de un amigo que vivía en una calle cercana a la nuestra. Pero también es posible que lo creyera. Yo no soy de comerme un helado. Para menos de quince no me pongo. Cabe también la posibilidad de que pensara que estuve 24 horas seguidas sin parar de comer helados.
  • Por cierto, lleva un montón de años consecutivos siendo el mejor batería por votación popular en el programa Disco Grande de Julio Ruiz en Radio 3.
  • Yo creo que me vota la gente porque soy de los más viejos y soy más conocido que otros más jóvenes. Además, tal vez influya que me paro con todo el mundo y les dedico el tiempo que haga falta.