"La palabra 'censura' está tan devaluada que ya se llama así a cualquier cosa"

Raúl Quinto ha vuelto a la poesía al cabo de siete años, y presenta su último poemario, La lengua rota, esta tarde, a las 19:30, en el Museo Arqueológico de Almería.


Raúl Quinto lee poemas de La lengua rota en la Feria del libro de Málaga

ALMERÍA HOY / 17·05·2019

“Escribir siempre tiene un componente de gozo, pero también de sufrimiento”, asegura Raúl Quinto justo al inicio de nuestra conversación sobre La lengua rota (La Bella Varsovia, Madrid, 2019), su último poemario, que llega después de transcurridos siete años desde el anterior y tras dos libros publicados en prosa”.

“Cuando uno escribe poesía, busca la palabra precisa, y a veces cuesta. Causa dolor, pero también aparece el gozo por la puerta del misterio en el momento en que surge esa combinación semántica que se anda buscando. Se disfruta muchísimo entonces. En este libro, el horror que encierra mirar a la realidad de frente, a los ojos, es el paso necesario y primero para la acción: Mirar a la realidad a los ojos aunque duela”.

“Yo planteo en La lengua rota que es preciso tomar conciencia de que las palabras que con frecuencia tenemos en la boca, a menudo no nos pertenecen. Y, también, una invitación a ser conscientes de ello para rebelarnos, aún sabiendo que es posible que haya que pagar un precio por ello”.

“La gente repite constantemente palabras que no existen hasta llegar a convencerse de que son reales, cuando se trata de meras construcciones ficticias inventadas desde el poder para mantener su discurso. El poder siempre es amable con quien no lo cuestiona. Es lo que quiero contar en La lengua rota partiendo de la genial respuesta de Zenón de Elea al tirano que le pidió que hablara bien de su régimen, y sólo consiguió que se arrancara la lengua de un mordisco y se la escupiera a la cara”.

"Se puede debatir sobre la libertad de expresión, pero sin perder la perspectiva. La palabra 'censura' está tan devaluada que ya se llama así a cualquier cosa, como que te critiquen en las redes sociales tras haber dicho una barbaridad. Eso no es censura. La libertad de expresión tiene siempre dos direcciones. Todo el mundo puede criticar y ser criticado", asegura el poeta y recuerda que "hay gente que ha ido a la cárcel por criticar a la Corona o, como en el caso de unos titiriteros, por una sátira versionando a García Lorca, porque el poder penaliza casi siempre en la misma dirección. Se está banalizando el término censura de una manera peligrosa y, mientras lo empequeñecemos, el monstruo sigue creciendo".

Quinto insiste: "Más allá de la calidad artística, hay raperos que han sido condenados por letras mucho más suaves que las que se cantaban hace 40 años en España. El punk y el rock tenía entonces ese punto canalla. Hoy estarían perseguidos por la justicia la mitad de los grupos de entonces. Yo insisto en la asimetría que existe a la hora de penalizar siempre lo que molesta al poder".

Los poemas de La lengua rota discurren por el libro jalonados por una serie de personas asesinadas tras decir lo que alguien prefería que se callara. "Su presencia viene dada por el leit motiv del poemario, que es el precio que se paga con frecuencia por decir lo que otros quieren mantener en silencio. Cómo lo que decimos, el lenguaje que usamos y nuestras opiniones sobre el mundo y la realidad, no nos pertenecen la mayor parte del tiempo. Es el poder quien las pone en nuestra boca. Todos estos activistas asesinados en circunstancias luctuosas y, a veces, con impunidad, son personas que se atrevieron a decir aquello que el poder no quería que se dijera".

"La mayoría son españoles, pero también hay africanos, asiáticos, americanos... y de distintos ámbitos. Hay periodistas que murieron por contar lo que en realidad sucede; la mujer castigada por decir lo que no debe... El peligro no está en lo que pueda reprochar alguien en las redes, sino en la posibilidad de una muerte como la que sufrió Ana Orantes, la mujer granadina a la que su ex marido quemó viva en la puerta de su casa días después de denunciar en televisión las palizas que sufría. O el caso de David Kato, el homosexual ugandés que denunció la homofobia en su país y tras matarlo a martillazos en una plaza, obligaron a su familia a desenterrar su cadáver después porque las autoridades consideraban que su condición sexual contaminaba el cementerio. Son ejemplos de situaciones que se producen todavía".

"Yo tengo mucho interés por la Historia. Tal vez por deformación profesional, procuro anclarme en referencias históricas y darles una vuelta. Los personajes que aparecen en mi libro no dejan de estar relacionados con determinados momentos históricos que me anclan, de alguna manera, a la realidad. Las secciones dedicadas en el libro a los sucesos de la carretera de Málaga o la talidomida también, porque la Historia no deja de ser una construcción contada desde el poder y siempre hay que poner en cuestión el relato único. A mí me interesa contribuir contra ese relato desde mi poesía. Esa relación con la Historia aparece también en La flor de la tortura y en Ruido blanco. Quizás sea una marca distintiva que puede haber en mi poesía".

"Yo he participado activamente en cuestiones políticas como el 15 M. Parecía que iba a ser la revolución que había de cambiar todo de arriba a abajo. Muchos compañeros de aquellos días, hoy creen que no sirvió para nada, pero no estoy de acuerdo. Creo que cambiaron muchas cosas y mentalidades. Sobre todo, la perspectiva de la vida y de las cosas de las personas que participamos en ello, que fuimos muchos. Eso ya produjo un cambio de la realidad. En cuanto a la poesía, no sirve para cambiar el mundo de manera instantánea, pero su carácter íntimo sí propicia que determinadas personas en determinados momentos se planteen nuevas actitudes ante el mundo que les rodea, y ese suceso producirá cambios en el mundo. No se resolverán todos los problemas, pero éste ya nada será exactamente igual. En eso consiste el efecto mariposa".