Vientos de cambio


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MARIO SANZ CRUZ

Soplan vientos de cambio por todas las esquinas. Ha cambiado el gobierno en Andalucía, está en proceso de cambio el gobierno de la nación, tienen fecha de caducidad los gobiernos municipales y hasta el europeo; así que, para bien o para mal, las cosas van a ser distintas.

Muchas cosas están cambiando a nuestro alrededor, pero sobre todo, está cambiando el panorama político general. Tras la muerte definitiva del bipartidismo que habíamos sufrido durante muchos años, se ha instalado para quedarse el multipartidismo que amenaza con hacernos sufrir en el futuro y ya está empezando a hacerlo. Se han acabado los gobiernos estables de cuatro años, o incluso de dos legislaturas seguidas, para pasar a los gobiernos volátiles, apoyados por varios partidos con intereses muy diferentes, que durarán lo que las circunstancias, el destino o la casualidad quiera.

Hace años que veíamos este modelo en Italia y no entendíamos cómo se podía llevar un país con tanto cambio de dirigentes y tanto follón político. Ahora empezamos a saberlo, se lleva bastante mal. Si antes, con el bipartidismo que aplicaba el rodillo de la mayoría, teníamos problemas y se cambiaban las leyes cada cuatro años; ahora tenemos más prolemas, porque las leyes no llegan a aplicarse, se gobierna a base de decretos, se hacen filigranas para atender las peticiones-coacciones de los socios minoritarios, se vende todo tipo de humo y se pierde la perspectiva a largo plazo.

El cansancio en los votantes que ha provocado el aciago tiempo del bipartidismo, con sus pelotazos y sus corrupciones, ha impulsado una reacción visceral, de protesta mal encauzada, que ha echado al personal en manos de los populismos más bastos, en manos de extremismos que, los más ilusos, creíamos desaparecidos, o al menos residuales.

Da miedo pensar que ultras y neonazis vayan a acabar dirigiendo nuestro destino, desde el ayuntamiento de nuestro pueblo hasta la Comunidad Europea, pero, si las cosas no cambian mucho, es lo que va a suceder. Va a ser muy curioso que el Parlamento Europeo tenga una mayoría de antieuropeístas, y ver cómo ellos mismos se autodisuelven. Ya está siendo chocante ver cómo algunas de las comunidades autónomas son dirigidas por gente que no cree en las autonomías. Es interesante ver las cosas que hace el gobierno de España cuando son necesarios apoyos de políticos que no creen en el país, y será interesante comprobar lo que sucederá cuando se necesiten los apoyos de políticos que ni siquiera creen en la democracia.

No sé qué sucederá en los ayuntamientos, pero la cosa no va muy bien. La multiplicación de los partidos va a hacer equipos de gobierno cada vez más atomizados, con un concejal de cada grupo y siendo mayoritario el que saque dos. Lo que estoy seguro de que no va a funcionar, porque entre intereses partidistas, intereses personales y torpezas particulares, va a ser muy difícil de gestionar.

Ya puestos a atomizar las cosas, podíamos apelar a las utopías y dejar que en política, sobre todo en la cercana, se presenten personas que representen a la gente de su entorno, y no políticos de carrera; que se presenten personas que tengan algo que decir o ideas para desarrollar, en vez de trepas, buscadores de comisiones y pagadores de favores; que se presenten personas libres, que puedan legislar para bien del pueblo, contando con él y sus interés mayoritarios; que no tengan que rendir cuentas a las multinacionales, a la oligarquía de toda la vida o a la iglesia, y puedan dimitir cuando lo vean oportuno, dejando paso a otros, que vengan con más impulso y mejores ideas.

Un parlamento de partidos minoritarios enfrentados puede ser inmanejable, pero un parlamento de personas independientes que actúen por experiencia, por lógica y por sentido común, acabaría por llegar a acuerdos y por ser más representativo; pero, eso nunca lo veremos, porque son muchos los intereses de los poderosos y demasiada la paciencia de la gente de a pie.