El independentismo va a más


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AMANDO DE MIGUEL

Asombra que las conductas colectivas tenidas por irracionales o nocivas se mantengan, se repitan o vayan a más. Pero así es. Una de ellas en la vida española actual es el independentismo de ciertas regiones. Sería mejor hablar de “secesionismo”, pues se trata de segregarse de la nación con la que han convido siempre. La paradoja es doble, pues tanto el País Vasco como Cataluña, las dos regiones más proclives a la secesión, han ocupado un lugar hegemónico en muchos aspectos de la marcha de la sociedad española. Ninguna región española puede aspirar al tratamiento de “colonia” esquilmada por la metrópoli, y menos Cataluña o el País Vasco. Es el caso, por ejemplo, de otras colonias en Europa, como Groenlandia, las islas Feroe o Gibraltar, o históricamente Irlanda, Noruega, Eslovaquia o algunas de las repúblicas bálticas o balcánicas. Puede que hace algunos siglos se pudiera decir de Castilla que era algo así como la metrópoli de España, pero hoy resulta ridícula tal pretensión.

Lo cierto es que talante secesionista se abre paso en algunas regiones españolas, singularmente en las que se hablan otros idiomas. Añádase Canarias sin esa particularidad, pero a la larga la más prona a la independencia por razones geoestratégicas. No debe interpretarse como disuasorio el juicio de los independentistas catalanes que ahora se sustancia por el Tribunal Supremo. Es general la sospecha de que serán indultados. Lo cual acentuará el grado de conflicto territorial.

El secesionismo en España se ha visto propiciado por el esquema del llamado “Estado de las autonomías”. Concedida la autonomía regional a través de unas cuantas competencias, es lógico imaginar que la cosa no se iba a quedar ahí. Especialmente porque las malhadadas autonomías han acumulado profundos rasgos de una estructura oligárquica. La prueba es que en ellas se han producido los más sonoros casos de corrupción política.

El fundamento teórico del secesionismo es el “derecho de autodeterminación”. Pero es una idea que se acuñó para el proceso de descolonización de las antiguas colonias después de la II Guerra Mundial. Como queda dicho, difícilmente se puede aplicar a la situación española. Si bien se mira, los españoles todos se “autodeterminaron” en 1978 respecto a la situación anterior de un régimen autoritario. Bien podría plantearse otra vez una nueva Constitución facilitadora de ciertas secesiones territoriales, pero la cosa está por ver. Mejor dicho, parece imposible. Mientras tanto, el conflicto sigue latente. La nueva realidad es que, por primera vez en la historia, Madrid se ha constituido en una región hegemónica en todos los terrenos.