Vae Victis


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

Es costumbre histórica en los partidos leninistas la eliminación inmisericorde del camarada discrepante, casi antes que la del enemigo declarado .O a la mayor brevedad y con superior saña. El “piolet” enterrado en el cráneo de Trotsky acabó con el trotskismo y con las tonterías, para proseguir sin trabas ni interrupciones la construcción del hombre nuevo.

En estos tiempos en que hay tantas cámaras, tantos micrófonos, y tantos Villarejos , hay que ser un poco más sutil. Difundir el rumor de que Errejón es aficionado a los toros, cazador inveterado o submarino del PSOE, hubiera bastado para la muerte civil de cualquiera.

“Ni una tontería más, Iñigo”, reconvino Pablo Iglesias a su antiguo camarada de tiempos románticos. Pero la blandura de su corazón se apiadó del amigo equivocado, del hermano separado, y permitió al traidor albergarse, cual taimada sierpe, en su seno. Se limitó, como suave castigo, a privarle de su portavocía y esconderlo entre los más grises escaños del Congreso.

La juventud impetuosa de Carmena y la prudencia senatorial de Iñigo Errejón han aunado sus fuerzas para propinar el más cruel golpe al querido líder, que, dolido en lo más íntimo, no ha tenido más remedio que abandonar la ancestral práctica del “zorrocloco”, que ahora se llama “permiso de paternidad”, para lanzar esa lastimera e histórica proclama: “¿Tu también, Bruto, – o Bruta?”.

Errejón y Carmena, cual Lope de Aguirre y Elvira, se lanzan, río abajo, por las lentas y cenagosas aguas de la traición.

Que dura es la política!, ¡Ay de los vencidos!. Que se lo digan también a Susana Díaz, que osó enfrentarse a su secretario general, que a vez había sido dado por muerto por los barones y resucitado por la militancia. La hora de la venganza se acerca. Será probablemente, a su debido momento, encerrada en algún convento desde donde no lleguen críticas ni puedan tramarse conspiraciones, salvo que, como Errejón, reúna a sus huestes en las Alpujarras, con o sin autobuses y bocadillos, y ponga desde allí cerco, no al Parlamento perdido, sino a la sede de Ferraz para dar la postrera batalla.

¿Y qué decir del ultimo mohicano? Un golpe de suerte le ha salvado, borrándole de momento la divisa del hierro de Rajoy, con encaste sorayista? ¿Perdurará en su inestable triunvirato? Pocas cosas hay más inestables que un triunvirato, pero mientras hay vida hay esperanza.

En el Partido Popular, ha quedado claro en su reciente congreso o acto de afirmación o autoconvencimiento, siguen poniendo una vela al dios de la socialdemocracia blandita y otra al de la derecha hirsuta, y, siguiendo las modas, quede claro que si no nos gustan sus principios del sábado, tienen otros el domingo, encarnados en personas distintas y distantes.

Han confirmado la frase de Fraga respecto a la Unión de Centro Democrático, cuando dijo aquello de que en la UCD cabía todo el parlamento alemán: conservadores, liberales, democristianos y socialdemócratas juntos en extraña convivencia. Solo el cemento del poder es capaz de unir a socialdemócratas y liberales bajo una misma bandera.

Pero recordemos como acabó UCD.