Juguetes peligrosos


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MARIO SANZ CRUZ

Nuestros niños acaban de recibir una buena carga de juguetes y regalos el día de Reyes, aunque muchos ya habían tenido otra buena dosis el día de Navidad, que ya se les ha perdido en la memoria. Los días anteriores a las fiestas, para no perder la costumbre, las televisiones se cuajan de comentarios y reportajes,más o menos sesudos, analizando pormenorizadamente los juguetes que se venden a nuestro alrededor.

La mayoría diserta sobre lo peligroso que es que se desprendan pequeñas piececitas y los niños puedan ahogarse si se las tragan, o sobre el riesgo de chupar pinturas con componentes inadecuados, que pueden resultar venenosas, o sobre si el juguete en cuestión está homologado por la Unión Europea o es una pérfida copia china de la marca original.

Pero, muy pocos se acuerdan de criticar los juguetes sexistas, que hacen muchísimo daño al futuro de nuestros hijos y, sobre todo, de nuestras hijas.Casi nadie habla ya del daño que hacen los juguetes bélicos, que acostumbran a los niños a manejar armas, simular ataques y asesinatos. Hace tiempo que no escucho hablar sobre los peligros de los juegos de ordenador que recrean con pelos y señales todo tipo de situaciones brutales, casi como si fuesen reales; o sobre la mala influencia que pueden ejercer sobre nuestros hijos las películas o series violentas y sangrientas, que banalizan la violencia y dan nulo valor a la vida humana.

Tampoco se escucha, muy a menudo,criticar la mala costumbrede regalar animales, por mero capricho de los niños. Mascotas que van a durar en la casa hasta que crezcan un poco, se hagan incómodas y dejen de hacer gracia a las criaturas y a los padres, acabando en las perreras o abandonadas en la calle, vivas o muertas. Si la gente es capaz de abandonar al abuelo en una gasolinera, qué no podrán hacer con un pobre animal, que ni siquiera es de su familia.

Desgraciadamente, cada vez se regalan menos libros que aporten valores y hagan soñar a los niños con mundos mejores o con aventuras que enriquezcan su vida actual y futura. También están de capa caída los juegos de mesa educativos, que ayudan a fomentar las relaciones personales, a jugar en grupo, a desarrollar habilidades, destrezas y conocimientos positivos. Pero eso no conviene a los poderosos, no vayamos a hacer inteligentes a las generaciones futuras y luego vengan tocando las narices, pidiendo derechos, criticando las cosas que se hacen mal y dando lecciones.

Este artículo lo empecé a escribir porque he pasado parte de las navidades en Madrid y, paseando a mi perra, al pasar al lado de un niño de no más de cinco años, que estrenaba regalos navideños, hizo además de ensartar a la pobre Pipa con un flamante machete de tamaño natural, mientras su padre lo miraba entre indiferente y orgulloso, y su madresujetaba un enorme pistolón, esperado a que el niño lo reclamasepara utilizarlo en alguna de sus guerras particulares contra el pequeño mundo que le rodea. Seguramente, ninguna de esas armas tenía peligro para la salud física del niño, pero su expresión feroz denotaba que estaban haciendo mucho mal a su salud mental.

Sería muy conveniente tener un poquito de cabeza para prevenir males futuros. Si queremos un mundo más justo y más vivible, hay que empezar por educar bien a los niños, porque a muchos padres y madres ya es difícil meterlos en vereda.
¿Qué mundo estamos creando?