Época de cambios


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MARIO SANZ CRUZ

Con la conformación del nuevo gobierno andaluz, se inicia una época de cambios y nerviosismo entre los cargos de la Junta. Todos saben que, en pocos días, van a ser relevados y ya han empezado a recoger sus cosas de los despachos. Será una caída en cadena, como las fichas de dominó. Primero los consejeros, después los delegados, los directivos de las empresas públicas, los asesores, los puestos de confianza, las empresas de familiares, los enchufados, etc.

Un gran movimiento de personal que va a mandar bastante gente al paro y va a abrir un tiempo de incertidumbre también entre los funcionarios y contratados que se quedan, que pueden ser pasto de la tijera que corte o recorte el nuevo patrón del traje regional.

Algunos de los cargos salientes tienen sus carreras o sus puestos de funcionarios en las distintas administraciones, otros tienen sus negocios y podrán volver a sus trabajos originales. Pero hay otro tipo de gente que no tiene ni oficio ni beneficio, que siempre ha vivido de su relación con la política, que durante treinta y seis años les ha mantenido en la órbita, más o menos cercana, del poder. Esos son los que más van a sufrir, porque llegan las vacas flacas para su partido y, cada vez, hay más gente a la que colocar y menos lugares en los que gobiernan los suyos, donde buscar el sustento.

¿Qué van a hacer? Imagino que echarán el resto en las elecciones municipales, tratando de colocarse en su pueblo o en cualquier otro que les admita en las listas o en algún puestecillo de los dedicados a pagar favores o al rescate de viejas glorias. Pero si eso tampoco funciona, la cosa se pone complicada para los próximos años.

Entre tanto, correrá el aire durante una corta temporada, mientras los nuevos inquilinos del Palacio de San Telmo van ocupando los lugares vacantes con sus colaboradores habituales, amigos, familiares y pelotas de carrera.

En unos días se iniciará un nuevo tiempo para Andalucía, que no será tan diferente del anterior y nos sorprenderemos, o no, con que el gobierno entrante volverá a caer en los mismos errores tan criticados al gobierno saliente, y veremos cómo la nueva oposición atacará al gobierno entrante con las mismas razones con que les atacaron a ellos hace poco. Incluso tendremos que ver como algunos personajillos siguen metidos en la pomada, pese al cambio de dirección, porque son los más rápidos y más hábiles cambiando de chaqueta.

¿Que si me da miedo la deriva que toma el gobierno andaluz? Mucho. Un gobierno autonómico que se apoya en un partido reaccionario, que no cree ni en la autonomía andaluza, tiene un problema. Los que vamos a ser dirigidos por un gobierno apoyado en gente que añora el franquismo, el señoritismo, el machismo y el nacional-catolicismo, tendremos muchos y variados problemas. Pero, para ser justo, también me daba miedo y problemas el anterior gobierno.También me asusta la política en general y, cada día, soy más consciente del peligro que tenemos las personas votando.

A algunos de los salientes les echaré de menos, porque hemos conseguido hacer cosas positivas con ellos y han trabajado como deben y como saben, a veces a contracorriente, para fomentar la cultura. Respecto a otros, me alegrará mucho perderlos de vista, por diferentes razones. Por otro lado, seguramente, en el futuro colaboraré en proyectos con algunos de los entrantes, porque en un cargo u otro entrará gente competente, que quiera mover cultura. Sé que no será fácil, como no lo ha sido hasta ahora; pero, esté quien esté en el poder, los agitadores culturales no podemos tirar la toalla.

Está visto que, pase lo que pase en la política, las cosas las tenemos que hacer nosotros, influyendo en nuestro entorno más cercano. Hay que empujar al que ocupe las administraciones para conseguir lo que creemos imprescindible. Hay que obligar a los políticos a tomar la dirección que, de verdad, necesita la sociedad. Los votos no son un cheque en blanco, y la fuerza la tenemos nosotros.