Empresarios catalanes independentistas, destino a ninguna parte


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CLEMENTE FLORES

NOTICIAS SUELTAS: Litvinenko, un ruso exespía, periodista y consultor, fue envenenado con Polonio suministrado en un te que se tomó en un hotel londinense. / A Kim Jong-nam hermano del líder norcoreano dos mujeres le rociaron el rostro con un líquido en el aeropuerto de Malasia. Dos horas después moría entre terribles convulsiones por los efectos del agente nervioso VX que le habían lanzado. / Jamail Khashoggi, un periodista y escritor saudí entró en el consulado saudita de Estambul para arreglar los papeles de su futura boda y no salió vivo. / Son tres muertes misteriosas y en los tres casos las personas que ordenaron estas muertes estaban lejos del lugar donde sucedieron y nunca habían tenido una relación directa con quienes las llevaron a cabo.

1-10-2018. Barcelona. Integrantes de los CDR (Comités de Defensa de la República) asedian la sede de la Policía Nacional y El Parlament, rompiendo y haciendo retroceder algunas barreras policiales.

Horas antes del acoso, el presidente Torra les llamó amigos y les animó a “apretar”. La policía nacional no respondió a las provocaciones y algunos parlamentarios tuvieron que salir escoltados. Son imágenes directas y diferidas de la televisión que no requieren comentario alguno. Como en las noticias anteriores ocurre que aquí, los protagonistas de los hechos, incluido ese Presidente marioneta, al que nadie votó, seguramente no han tenido nunca contacto directo con los promotores reales de las acciones violentas y por supuesto, no aparecen ni aparecerán jamás en la escena. Los que mueven los hilos de esta farsa, que empieza a ser violenta, nunca admitirán ser responsables de los hechos. Nunca darán abiertamente la cara, ni reconocerán sus errores porque su soberbia, su ignorancia y su cobardía van a la par.

Sin embargo, como la historia es una continuación de las cosas que han sucedido y, pese a la información que se oculta, el análisis de los hechos nos deja también suficientes evidencias,podemos conocer más cosas respecto al autor de la obra, aunque se esconda tras las bambalinas, o la haya firmado con un seudónimo. “Por sus frutos, le conoceréis” -dice el Evangelio.

Los que hoy abogan por la separación de Cataluña del Estado Español son, para entendernos, una parte de la élite catalana que tiene dinero, empresas y negocios. Los que han decidido continuar el camino emprendido hasta “morir matando”, son pocos, aunque tengan muchos medios y dinero para mover masas y hacer mucho ruido.Ellos son capaces de poner, quitar y sustituir presidentes de la Generalitat sin necesidad de que pasen por las urnas o sean votados para estos puestos, y de sacar a la calle a miles de catalanes pidiendo la independencia, aunque tengan una “genética distinta”.Es la economía, estúpidos, la que mueve la política catalana, hubiera dicho Bill Clinton, porque los sentimientos no pueden casi nunca con los intereses.

Las reivindicaciones de la burguesía catalana arrancan desde el momento que encontró trabas anacrónicas en el Gobierno de la Nación, allá por el siglo XIX, para el desarrollo de su naciente industria. De los escarceos de los primeros enfrentamientos se ha venido heredando la tradicional costumbre de forzar las leyes para conseguir ciertas ventajas comerciales para algunos productos catalanes que han gozado de ciertas ventajas monopolísticas, por el sólo hecho de haber puesto trabas a las importaciones.

Siempre encontraremos dificultades para separar,y por tanto para analizar los hechos, del catalanismo político y del catalanismo económico centrado primero en la burguesía catalana nacida en el XIX y luego en las élites catalanas de hoy herederas de la burguesía. La transición supuso un pacto de respeto entre los intereses de la burguesía española y la burguesía catalana y las manifestaciones, controladas por el gobierno de la Generalitat, nunca fueron a ninguna parte. Pujol tuvo la habilidad de mantenerlas y fomentarlas no sólo en provecho propio, sino también como arma de negociación de los intereses catalanes (élites económicas catalanas) con el Estado de la Nación.

Durante una serie de años las élites económicas del país consiguieron obtener buenos incrementos de sus rentas influyendo en los poderes públicos, para que se llevaran a cabo grandes proyectos, realizados muchas veces a espaldas de los intereses mayoritarios, que proporcionaban pingües beneficios a sus cuentas de resultados. Tampoco les fue difícil dirigir el paquete de subvenciones, el otorgamiento de licencias y los incentivos fiscales, tan graciables tradicionalmente en nuestro país.

A partir de los noventa el mundo comenzó a cambiar a marchas forzadas. Los Estados dejaron de establecer políticas unilaterales y las finanzas y sobre todo la tecnología, se renovó de forma acelerada. En una década habían desaparecido muchas profesiones y todo dejó de fabricarse o hacerse, como poco antes se hacía. Una especie de locura invadió los negocios y el dinero se facilitaba prácticamente sin intereses. Nadie se percató del truco y el juego se acabó con la crisis del 2008. ¿Qué había pasado en Cataluña?

Nada anormal. Hubo empresarios previsores que adaptaron sus negocios de acuerdo con los tiempos y hubo otros que no lo hicieron y vieron resentirse su cuenta de resultados. Pensaron que, como siempre,la solución a sus problemas sería utilizar sus instituciones para acudir al Estado y sacar tajada,pero el Estado sólo tenía deudas y estaba al borde de la quiebra. Entonces, sin recapacitar y sin entender lo que había pasado, sin asumir responsabilidad, sin aprender de sus errores y seguramente con mucho miedo, tampoco pudieron entender, que el Estado no les solucionase la papeleta, cosa que, por otro lado, no sabía como hacer ni podía hacer. Entonces se fueron a la trinchera, comenzaron a socavar todas las instituciones democráticas cambiando la oración a pasiva “España nos roba”. “La culpa de mis problemas la tienen otros” es un latiguillo de los que no aprenden ni por supuesto razonan y una parte de esa élite decidió, siendo tan españolista como el Cid “sostenella y no enmendalla”. Podían recurrir a un catalán de pro, como Serrat que canta “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Les viene al pelo.

Según el político catalán Joan Tardá, poco antes de la crisis en Cataluña sólo el 10% se declaraban separatistas.¿Qué pasó a continuación?La excusa fue el Estatut y el vocero fue Artur Mas, que primero, anunció la refundación del catalanismo y en el 2012, anunció que su partido, el partido de la antigua burguesía catalana, se sumaba al Procés que era ya el nuevo marbete o marca del catalanismo y el nuevo camino escogido por esa minoría oculta y resentida de capitalistas catalanes.

Estos iluminados, como un nuevo Moisés, pusieron a su pueblo en marcha hacia la “Tierra Prometida” que era la Nación Catalana. Era la crónica de una muerte anunciada y el viaje a ninguna parte porque no había sitio ni lugar para esa nación que ni Europa, ni las Naciones Unidas, ni en ningún otro lugar querían saber de ella.

Se había vendido un Estado-Nación libre de una España que nos roba, de ciudadanos libres que podían expresarse libremente sólo en su idioma sin tener que compartir el castellano y que se vería libre de una monarquía opresora en pro de una República democrática. Esa nación sería el logro de unos ciudadanos dotados de una genética superior y el retorno a los tiempos históricos de libertad y riqueza. Todas las naciones atónitas, ante semejantes logros, proclamarían su grandeza y se disputarían su amistad. Todo un relato diferente de quienes eran y quienes iban a serse predicó una y mil veces en todos los medios de difusión y en todos los centros de enseñanza.

Esta realidad virtual, que sólo era la traducción a términos ideológicos de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, se transformó en pensamiento único como un dogma que dice que las cosas son así y no pueden ser de otra forma porque la república catalana es algo natural e irremediable.

Esta farsa dogmatizada se publicita por técnicos expertos en la persuasión y toda la comunicación política se transforma en propaganda. Es la política de posverdad que distorsiona la realidad para crear y modelar la opinión publica, en la que los hechos y la realidad quedan sin aflorar tras las emociones. El viaje a ninguna parte es la verdad omnipresente de quienes lo saben todo, de quienes se creen, no solo intelectualmente, sino también moralmente, por encima de los demás, unos “catalanistas” que disponen de los medios de información de masas. Son algunos herederos de la antigua burguesía catalana. Son los catalanistas de hoy, que no quieren que se les acabe el chollo.