El plural de simpatía


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AMANDO DE MIGUEL

El valor de la simpatía, la comunicación afectiva, es algo fundamental en nuestra cultura, la que se expresa en castellano. Utiliza palabras que significan afectos, de modo semejante a como se hace en otros idiomas. Pero en el nuestro añadimos ciertos artificios léxicos para hacer aún más expresivo el valor de lo agradable. Uno de ellos, de difícil traducción a otras lenguas, es lo que podríamos llamar “plural de simpatía”.

Consiste en poner algunos nombres en plural (con la ese característica), aunque no se necesite que haya varios ejemplares de cada uno. El recurso se utiliza inconscientemente para subrayar la alegría que produce sentirse acompañados de otras personas. Por eso, dos que se enfadan, arrepentidos, tratan de hacer “las paces”, no solo la paz, que sería poca cosa.

El deseo de felicidad se satisface mejor si se comunican “muchas felicidades”. En otros idiomas cercanos se estila agradecer el favor que uno obtiene con la declaración de “te agradezco”. En español lo deseamos en plural: “gracias”. Y de modo enfático “muchas gracias” o incluso “un millón de gracias”.

La fiesta mayor del pueblo o del barrio se puede llamar así, pero sabe a poco en singular. Por eso se prefiere celebrar “las fiestas”. Al igual que la Navidad, siendo una, se trueca mejor en “las Navidades”. (Ojo: Happy Christmas en inglés no es plural; se refiere a un solo día, el de la “misa de Cristo”). La famosa celebración de San Fermín en Pamplona se convierte en “los sanfermines”. El saludo cotidiano de “buen día” en distintos idiomas pasa a ser para nosotros en “buenos días” (tardes o noches). A los extranjeros de otras lenguas les maravilla que nos saludemos con este plural apocopado: “buenas”.

El padrenuestro tradicional, calcado del latín y del arameo, empezaba así: “Padre nuestro que estás en los cielos” con un plural misterioso. Después de dos mil años, con la modernización litúrgica de la Iglesia católica, ahora hay que decir: “Que estás en el cielo”. No es lo mismo; se le ha quitado un poco de misterio. El “cielo” en singular se reduce al firmamento, la capa de aire que circunda la Tierra.

En los usos políticos de la democracia el día de la elección se transforma para nosotros en “las elecciones”, lo cual le da un aire festivo. No en vano se realizan en domingo. Por la misma razón decimos “los comicios”, aunque se refieran a un solo acto administrativo. En otras lenguas la gente se va muy contenta “de vacación”. En España necesitamos coger (con perdón de los argentinos) “vacaciones”, aunque solo sea un solo periodo.
La fiesta nacional es la lidia del toro bravo, un arte que procede de la vieja civilización cretense. Pero nosotros necesitamos decirlo en plural: “los toros”. Por lo mismo, la “segunda bárbara fiesta nacional” son las “oposiciones” para optar a un puesto de funcionario.

Uno puede ir a tomar una copa con un amigo, pero siempre quedará mejor decir que se va “de copas”. Incluso un acto tan serio como un funeral, se convierte en “los funerales”, que no son varios. Aquí el plural se necesita para indicar la solidaridad con la familia del difunto. Por lo mismo, el tradicional pésame a los deudos se ha transformado en las “condolencias”. La voz “vestiduras”, siempre en plural solo se emplea simbólicamente para la acción de rasgárselas en señal de escándalo o de duelo.