El paraíso de los abogados


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AMANDO DE MIGUEL

La carrera de Derecho sigue siendo la óptima en España para los jóvenes, la de las múltiples salidas. Esto era así en la sociedad preindustrial, pero más todavía ahora en la era digital o como se llame. De los Estados Unidos no solo hemos importado los cachivaches informáticos, las técnicas de los negocios, sino también, muchos aspectos del vivir cotidiano. Por ejemplo, esa moda o manía que tienen los norteamericanos de litigar por todo.

Diríase que los españoles hemos aprendido con aprovechamiento el placer de reclamar, querellarnos, ir a juicio, plantear recursos. Nos acucia contener por medios legales la voracidad del Fisco, la proliferación de multas y pagos que entendemos como injustos. Añádase el campo civil: herencias, divorcios, adopciones, alquileres, seguros de accidentes, etc. Para todo ello están los abogados tradicionales, pero ahora se incorporan (y se anuncian, cosa que antes estaba prohibida) los bufetes especializados, los despachos colectivos de abogados, las empresas de servicios jurídicos, los asesores fiscales. Hemos descubierto que litigar es también un juego que satisface por sí mismo. Los estudios empresariales, ahora de moda, se basan en los conocimientos de Economía mezclados con los de Derecho.

Todavía se sigue repitiendo la maldición gitana de “¡pleitos tengas!”. Y se añade: “¡y los ganes!”. Es algo que ya no rige del todo. Mucha gente obtiene suculentos beneficios de ciertos pleitos. Pero sobre todo da prestigio andar liado con algún juicio. Aunque no se haya estudiado Derecho, la gente aprende en seguida ciertos terminachos jurídicos.

La sociedad actual es la de las múltiples regulaciones para todo. Así se protege a los trabajadores, los usuarios, los consumidores. Adquirir una vivienda o un vehículo implica establecer toda suerte de obligaciones con los particulares o con las mil oficinas de la Administración Pública. La consulta con un abogado se convierte en una práctica cotidiana para muchas personas. La maraña legal es tan densa que ni siquiera un experto jurídico puede estar al tanto de las nuevas normas nacionales, internacionales, regionales, municipales o de distintas organizaciones.

Desde los antiguos romanos ha venido funcionando el precepto de que “la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento”. Es razonable que así sea, pero nadie puede asegurar que ha leído toda la legislación vigente. Se incrementa abrumadoramente cada día que pasa.

Así que, hoy como ayer, ante la duda de qué carrera seguir, se aconseja la de Derecho. Hoy se puede estudiar en cientos de ciudades y también “en línea”. Es compatible con estudiar otros saberes. La formación jurídica, aunque se puedan ir olvidando los detalles, sirve para demostrar que uno ha adquirido una elemental cultura.