Campaña


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MARIO SANZ CRUZ

En estos días de campaña autonómica, están aterrizando, por diferentes partes de Andalucía, casi todos los líderes nacionales de los partidos políticos, lo que hace un flaco favor a los líderes regionales, que quedan eclipsados por ellos y mezclan los problemas y aspiraciones particulares de Andalucía, con los intereses políticos a nivel nacional.

La derecha anda preocupada por la división de sus fuerzas, que van derivando del PP a Ciudadanos o a Vox, según el grado de derechismo de cada uno, y que amenaza con dejar muchos votos perdidos en los vericuetos de la ley D’Hondt. La gente de izquierdas, que aún no se hartado de luchar contra corriente, se ha ido a Adelante Andalucía y, algunos, a otros partidos que no van a alcanzar ninguna representación; mientras el centro, que ocupa el PSOE desde hace muchos años, va adelgazando lentamente.

El puzle parlamentario que auguran las encuestas es bastante claro, cuatro grandes piezas, una algo más gruesa que las otras tres, pero ninguna con suficiente tamaño para gobernar en solitario, así que, para sacar adelante un gobierno habrá que pactar, encajar al menos dos piezas de este rompecabezas. Si todo va como dicen los sondeos, el PSOE tendrá que elegir a Ciudadanos o a Adelante Andalucía como socio. A ambos lados ha tenido experiencias que ha acabado por romper, brusca y unilateralmente, cuando ha tenido que hacer realidad lo comprometido con ellos. O sea, que vamos a estar en las mismas si no empezamos a pensar con la cabeza.

Una vez finiquitado el histórico bipartidismo, estamos en una época muy indicada para que los políticos aprendan a dialogar entre ellos, que aprendan a no anteponer los cargos y el poder a los intereses de las personas a las que representan, que son el objetivo teórico final. Hay que gobernar mirando a la gente y tratando de solucionar sus problemas, no estando pendientes de los intereses de partido ni de perpetuarse en el cargo. Hay que tomar medidas tan justas y tan lógicas que todos los políticos tengan que apoyar, por muy diferentes que sean sus ideologías. Hay que hacer oposición cuando el gobernante no cumpla su misión o lo haga mal, pero no empeñarse en meter palos en las ruedas del carro común, con el único objetivo de derribar al gobierno de turno para ocupar su lugar. Eso solo sirve para crear problemas añadidos a los muchos que ya tenemos, para que parezca que todo está peor y, después, presentarse como salvadores. Es sencillo solucionar un problema imaginario. Cuando cae el gobierno y entra la oposición que lo ha inventado, se acabó el problema. Pero este tipo de política, que suele practicarse en este país, habitualmente, es una canallada para los votantes, es un continuo estancamiento, que lleva a eternizar las carencias, a demorar las soluciones y a envenenar la convivencia.

Señoras y señores políticos que resultéis elegidos con nuestros votos, por favor, los votantes, los ciudadanos, nuestros hijos, Andalucía, España, Europa y el planeta entero necesitan que pongáis los pies en el suelo. Haced lo que debéis y no lo que os interese. Mirad por todos, que para eso estáis, y no miréis solo el ombligo de vuestro partido. Unas elecciones no son una oposición, no son una patente de corso, no son una carta blanca para hacer y deshacer a vuestro antojo. Son un mandato, una delegación temporal para que obréis y decidáis en nuestro nombre, defendiendo nuestros derechos y nuestros intereses; utilizadlo como debéis, y si no vais a hacer eso, hacednos un favor a todos y no os presentéis a las elecciones.