Por fin una buena noticia

Nunca, nadie, supo explicarme cuál era la ventaja que suponía este cambio, que nos descoloca dos veces al año. Lo justificaban con un supuesto ahorro energético, que nadie cuantificó ni demostró; aunque nosotros teníamos claro que en casa no ahorrábamos nada


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MARIO SANZ CRUZ

La falta de costumbre nos hace apreciar más las buenas noticias. Esta vez, por sorpresa, la Unión Europea se ha dado cuenta de que llevamos más de cuarenta años haciendo el tonto con el asunto del cambio de hora.

Nunca, nadie, supo explicarme cuál era la ventaja que suponía este cambio, que nos descoloca dos veces al año. Lo justificaban con un supuesto ahorro energético, que nadie cuantificó ni demostró; aunque nosotros teníamos claro que en casa no ahorrábamos nada. En tal caso, quizás ganan más las eléctricas, porque cuando entra el horario de invierno se hace de noche más pronto y encendemos antes las luces de nuestros hogares, tratando de iluminar nuestras tardes, que es cuando estamos en casa, ya que las mañanas solemos pasarlas trabajando o estudiando, casi siempre, en lugares que tienen encendida permanentemente la luz artificial, sea de día o de noche en el exterior.

Es curioso lo mucho que se tarda en reconocer un error histórico, que ha tenido en danza a toda la sociedad durante muchos años. Todos bailamos al son que nos tocan sin posibilidad de reclamación, hasta que los mismos que nos obligan a creer una cosa, nos la desmienten y nos confirman que hemos estado haciendo el capullo todos estos años.

Sea como fuere, es de sabios rectificar y esperemos que esta iniciativa culmine con la erradicación de esta ridícula costumbre.
Todos hemos renegado cada vez que llegaba el momento del cambio, sufriendo trastornos temporales de sueño, peleándonos con los relojes de los coches y con los despertadores para adaptarlos a los diferentes horarios; pero ahora que está práctica parece llegar a su fin empezaran a salirle defensores con todo tipo de teorías, porque lo que más nos gusta es polemizar.

Personalmente creo que hay que dejarse de cambios de hora, adaptar el país a su uso horario lógico que es el mismo que Portugal, y que cada ciudad, cada pueblo, cada institución, cada empresa, cada persona, adapte sus horarios laborales o personales según las conveniencias del momento. Si las empresas que trabajan en el exterior, tienen que retrasar una hora el inicio de la labor de sus trabajadores en invierno, hasta que amanezca, que lo hagan, igual que se hacen cambios de horarios en verano debidos al calor, en las zonas más soleadas. Obviamente estas cosas son muy diferentes de una punta a otra del país y es más lógico adaptar los horarios según la idiosincrasia del lugar en que vivamos, que hacerlo por obligación y todos a la vez; porque tenemos claro que es bastante diferente vivir en la costa del levante andaluz que en Galicia. Por supuesto no amanece ni anochece a la misma hora, así que no veo por qué tenemos que tener los mismos horarios de trabajo o de estudios.

Esta noticia me hace reflexionar sobre la Unión Europea. Me gustaría que, algún día, está unión lo fuese de verdad, que el gobierno europeo nos diese más buenas noticias y, sobre todo, que gobernase más para todos, que se fuesen diluyendo los intereses particulares de los países miembros para hacer algo por el bien común de todos; no solo en macroeconomía y comercio, sino también en condiciones laborales, en ventajas sociales, en cultura, en defensa del patrimonio, etc... Por soñar que no quede.