Armas que no matan

En España, que es una de las potencias mundiales en fabricación de armamento y material bélico, hay unas ciento treinta empresas que producen armas o vehículos de guerra


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MARIO SANZ CRUZ

Por más que uno cree estar de vuelta de todo y que ya nada puede sorprenderle, los políticos se las ingenian para volver a dejarte ojiplático.
Esta vez ha sido nuestro precario Gobierno español, al lanzar la noticia de que no se iban a vender cuatrocientas bombas de precisión a Arabia Saudí, que previamente habían sido comprometidas, porque podrían utilizarse en su guerra soterrada contra el Yemen.

Esta loable iniciativa, muy celebrada por las crédulas ONGs pacifistas, ha durado muy poco en cartel y sus promotores ya han echado marcha atrás, en cuanto se han encontrado con el problema de que los dirigentes árabes podrían cancelar el encargo de cinco corbetas de guerra que hicieron a Navantia y que darán de comer a mucha gente en Cádiz.

Si un país se dedica a fabricar armas y a exportarlas, debe tener claro que lo que hace es comerciar con material de guerra, que sus clientes las van a comprar para atacar o defenderse en sus conflictos actuales y en sus problemas futuros. No vale poner excusas como que son países muy solventes comercialmente, que son aliados nuestros o que no van a utilizar las armas contra nadie por no tener ninguna guerra abierta en estos momentos; porque mañana pueden ser nuestros enemigos,y nos matarían sin dudarlo con las mismas armas que nosotros les facilitamos, o pueden enzarzarse en cualquier pelea fronteriza con sus vecinos y hacer un holocausto con el producto de nuestras inocentes fábrica de armas, que dan numerosos puestos de trabajo y mucha riqueza a los bolsillos adecuados.

Si les vendiésemos navajas de Albacete, al menos podríamos poner en duda si se iban a utilizar para hacer el bocadillo o para dar puñaladas, pero si les vendemos bombas de última generación, no es difícil imaginar que no sirven para otra cosa que no sea matar gente, destruir ciudades y causar desolación.

En España, que es una de las potencias mundiales en fabricación de armamento y material bélico, hay unas ciento treinta empresas que producen armas o vehículos de guerra. Esta amplia producción se exporta habitualmente, entre otros, a Arabia Saudí y Emiratos Árabes, generando miles de millones de euros al año.

¿Por qué somos tan hipócritas? Tenemos un país belicista pero quiere aparentar que es pacifista. Tenemos fábricas de armas que queremos hacer pasar por industrias normales. O somos o no somos. Entendiendo la postura de los que ven peligrar sus puestos de trabajo, yo, desde luego, soy pacifista convencido y creo que, poco a poco, habría que cerrar las fábricas de armas aquí y en todo el mundo.

Por otra parte, al Gobierno le diría que no intente vendernos motos, que con este tipo de actuaciones lo único que hace es crear falsas expectativas y, después, quedar mal con unos y con otros; así que, mejor que se dedique a hacer lo que pueda por recuperar los derechos sociales perdidos, que ya es un arduo trabajo, y no pierda fuelle metiéndose en berenjenales.