Un inédito y peculiar documento histórico

Me tropecé con un documento poco o nada conocido que me llamó la atención por su contenido y los términos en que está redactado, razón por la que dada su singularidad merece ser publicado. Se trata del acta de renuncia del rey de España, Felipe V, a la Corona de Francia


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ADOLFO PÉREZ / 01·08·2018

Entretenido leyendo pasajes de ‘La Casa Real de España’, obra del escritor Juan Balansó, me tropecé con un documento poco o nada conocido que me llamó la atención por su contenido y los términos en que está redactado, razón por la que dada su singularidad merece ser publicado. Se trata del acta de renuncia del rey de España, Felipe V, a la Corona de Francia.

A la muerte sin descendencia del rey Carlos II (1665-1700) se extinguió en España la dinastía de los Austrias y se instauró la de los Borbones franceses. El rey fallecido como no había tenido hijos designó en su testamento heredero y sucesor a su sobrino nieto Felipe de Borbón, duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y de su esposa María Teresa, hermana mayor (de padre) de Carlos II e hija de Felipe IV, rey de España, luego el nuevo rey era bisnieto de Felipe IV. Pero resultó que también pretendió el trono español el archiduque Carlos de Austria por razón de un lejano parentesco. La mayor parte de Castilla se inclinó por Felipe V mientras que la Corona de Aragón lo hizo a favor del austriaco.

Tal situación desató la Guerra de Sucesión, verdadero conflicto mundial que duró doce años, y ello fue debido al recelo que para el Imperio alemán, Inglaterra y Holanda suscitaba el poder que acumulaban Francia y España, lo que motivó que tales potencias concertaran la Gran Alianza de la Haya cuyo objetivo era la lucha por el dominio de Europa, el comercio con las Indias y la supremacía marítima y económica. La guerra terminó con Felipe V en el trono, el desistimiento del archiduque Carlos y la firma de los varios tratados de Utrecht (conocidos como el Tratado de Utrecht) entre las potencias europeas del conflicto; una paz que le costó a España importantes pérdidas territoriales, entre ellas Gibraltar, más la pérdida de su categoría de gran potencia.

Una vez expuesto el contexto histórico, le llega el momento al documento del título de este artículo. Resultó que el rey Carlos II, temeroso de lo que pudiera suceder respecto a Francia al elegir como heredero suyo al francés duque de Anjou, introdujo en su testamento una cláusula de salvaguarda en la que se estipulaba que la herencia española no se uniría jamás a la Corona de Francia. Con tal motivo, según escribe Juan Balansó, por orden del rey se reunió el Consejo de Castilla al que anunció su determinación de renunciar a toda pretensión a la Corona de Francia para él y sus descendientes por siempre jamás.

Al efecto el 5 de noviembre de 1712 el secretario de Estado y notario mayor del reino redactó el acta de renuncia, la cual comienza con un preámbulo donde se citan los reinos, dominios y títulos de nobleza del rey, así como los linajes, próximos o lejanos, que concurrían en la persona real y que pudieran verse afectados por la renuncia. Asimismo, se mencionan las circunstancias políticas de Europa. Además, el rey expresa su amor, fidelidad y lealtad al pueblo español. Acto seguido se redacta la fórmula de la renuncia, que merece la pena leerse por inédita y peculiar, en la que todo queda atado y bien atado, anudado sin posibilidad de deshacerlo como no sea con la violencia, igual que hizo Alejandro Magno con el nudo gordiano. Las Cortes castellanas convalidaron como ley el acta de renuncia del rey Felipe V. Se trata de un documento que hay que leerlo con detenimiento, prestando la máxima atención al significado y giros del idioma que se emplean en el documento. (Los puntos suspensivos que aparecen son recortes de frases de escasa entidad.) Dice así:

“De mi motu propio, libre, espontánea y grata voluntad: Yo, don Felipe por la gracia de Dios rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias … (sigue con el resto de títulos). Por el presente instrumento, por mí mismo, por mis herederos y sucesores, renuncio, abandono y me desisto para siempre jamás de todas pretensiones, derechos y títulos que Yo o cualquiera descendiente mío haya desde ahora o pueda haber en cualquier tiempo que suceda en lo futuro a la sucesión de la Corona de Francia, y me declaro y he por excluido y apartado Yo y mis hijos herederos y descendientes perpetuamente e inhabilitados absolutamente … como si no hubiéremos nacido ni fuésemos en el mundo, porque por tales hemos de ser tenidos y reputados para que en mi persona y la de ellos no se pueda considerar ni hacer fundamento de representación activa o pasiva … Y quiero y consiento por mí mismo y por mis descendientes que desde ahora, como entonces, sea mirado y considerado este derecho como pasado y trasladado al duque de Berry, mi hermano, y a sus hijos descendientes masculinos legítimos y, en defecto de su línea, al duque de Orleans, mi tío, y a sus hijos y descendientes … Y prometo y me obligo en fe de palabra real que en cuanto fuere de mi parte y de los dichos mis hijos y descendientes, que son y serán, procuraré la observancia y cumplimiento de esta escritura sin permitir ni consentir que se vaya o venga contra ellos, directo o indirecto, en todo o en parte; y me desisto y aparto de todos y cualquier remedios, sabidos o ignorados, ordinarios o extraordinarios … Y esta renuncia ha de ser firme, estable, válida e irrevocable perpetuamente para siempre jamás. Y digo y prometo que no he hecho ni haré protestación o reclamación, en público o en secreto, en contrario que pueda impedir o disminuir la fuerza de lo contenido en esta escritura … Y empeño mi fe y mi palabra real y juro solemnemente por los Evangelios que observaré, mantendré y cumpliré este acto e instrumento de renuncia, tanto por mí como por todos mis sucesores, herederos y descendientes, en todas las cláusulas en él contenidas, según el sentido y construcción más natural, literal y evidente".

Estoy seguro que serán muchos los lectores sorprendidos por la exagerada profusión de circunloquios y reiteraciones del texto de la renuncia del rey, que en muy poco se parecerá a un documento de renuncia de ese tenor literal en la actualidad para que tenga el mismo valor.

Como ya se ha dicho, el acta de renuncia de Felipe V a la corona de Francia fue aprobada por las Cortes con carácter de ley fundamental de la Monarquía española sin que hasta la fecha haya sido derogada. Asimismo, se incorporó al Tratado de Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión, adquiriendo así el rango de ley internacional. La renuncia significaba que los Borbones de España, históricamente, están excluidos a perpetuidad de la jefatura de la Casa Real francesa, de ahí que carezcan de fundamento las hipotéticas pretensiones de los franceses partidarios de Luis Alfonso de Borbón Martínez - Bordiú, hijo del fallecido Alfonso de Borbón Dampierre, duque de Cádiz, primo del rey Juan Carlos. Su madre es María del Carmen Martínez - Bordiú Franco, nieta del general Franco.