El cambio climático a escala micro

No se puede concluir que la temperatura media haya subido y menos que siga una trayectoria rectilínea


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AMANDO DE MIGUEL

Nos encontramos en la apoteosis de lo macro: la globalización. Todo parece suceder a escala planetaria. Por ejemplo, el tan manoseado término de “cambio climático”. No se sabe muy bien en qué consiste. Vagamente se interpreta como un ascenso sistemático de la temperatura de la Tierra, con la consiguiente sequía y la desertización. Carezco de conocimientos para discutir tan grandiosa teoría, pero puedo aportar algunos datos micro, los que afectan a la parcela donde vivo, en la Sierra madrileña. No estaría mal que se generalizara la idea de que muchas personas informaran sobre las oscilaciones del clima en el lugar donde viven. Lo que me resulta difícil de creer es que haya una sola tendencia climática para toda la Tierra. Me parece una grosera simplificación.

El territorio de España comprende unos 50 millones de hectáreas, una media de una hectárea por habitante, incluyendo los extranjeros residentes. Yo me conformo con la media hectárea de la parcela donde he levantado mi casa. Llevo 20 años en ella y me ocupo con gusto de estudiar los cambios del clima, en el sentido más amplio de sus efectos sobre la naturaleza que me rodea.

No se puede concluir que la temperatura media haya subido y menos que siga una trayectoria rectilínea. El último año ha sido particularmente húmedo y frío. En el mes de julio todavía se divisan algunos neveros en las montañas de la sierra. Lo que está más claro es que mi parcela y las de los vecinos cuentan cada vez más con árboles y matorrales. Por ese lado no se puede hablar de desertización. Cuando yo llegué a estos andurriales sobresalían las peñas. Ahora la masa vegetal lo llena todo. No es solo porque los jardines se riegan. El monte aparece cada vez más poblado de árboles.

Otro cambio notable es que, a pesar de que ahora haya más verde, se registran menos insectos que hace unos lustros. Desde luego, he dejado de ver lagartos, serpientes o salamandras, antes tan frecuentes. Todavía hay lagartijas, pero muchas menos que antes. También ha disminuido la población de pájaros. No sé cómo se puede interpretar esta triste decadencia faunística. Sería de lamentar que un hecho así se generalizara al resto de España. Sería del mayor interés que los partes meteorológicos nos informaran bien de todas esas consecuencias para la vida de la naturaleza.
Observo que en el mapa de la península Ibérica cada vez se distingue más la Iberia seca de la húmeda. Se separan aproximadamente por el paralelo que cruza el norte de la provincia de Madrid. Es cada vez más absurdo que no se hayan desarrollado las obras para trasvasar el agua de la Iberia húmeda a la seca. No se trata de una iniciativa del franquismo, sino de la República, pero entonces no se pudo llevar a cabo por las razones económicas y políticas bien conocidas. Si no se ha desarrollado ahora una idea tan lógica, es porque el número de tontos es infinito.