Rajoy, un político con grandeza

Todo ha valido: la intoxicación, la sentencia sobredimensionada o la tergiversación. Sin tener en cuenta la no firmeza de la misma, que al PP se le condena a pagar un dinero por haberse lucrado de algo que desconocía, así como que el Gobierno nada tiene que ver en el asunto


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ADOLFO PÉREZ LÓPEZ

«Ha sido un honor dejar una España mejor de la que me encontré» (Son palabras de despedida de Mariano Rajoy en la tribuna del Congreso de los Diputados.) Desde mi condición de simpatizante y votante del Partido Popular, con el disgusto propio de lo sucedido, escribo este artículo. Motivada por la moción de censura de Pedro Sánchez contra el Gobierno de Mariano Rajoy, en aplicación del artículo 113 de la Constitución, se extendió por España una suerte de neblina impregnada de preocupación por lo que a partir de ahora pueda suceder en la política nacional a causa de las medidas que aplique el nuevo Gobierno de la Nación, neblina que poco a poco se va diluyendo pues no parece que nada malo o preocupante vaya a ocurrir a pesar de los agoreros que se despachan bien en los medios informativos (políticos, articulistas, tertulianos, etc.) que amenazan con las siete plagas de Egipto, los cuales analizan según les conviene, ya que solo buscan llevar el agua a su molino sin miramiento al temor que puedan causar a personas ingenuas.

El jueves 24 de mayo último el presidente Rajoy estaba exultante en una entrevista de radio porque después de una duras negociaciones había logrado el día anterior la aprobación de los presupuestos generales del Estado, que aseguraban la bonanza económica y le habrían un claro horizonte político para acabar la legislatura sin mayores sobresaltos. Dos horas después todo se vino abajo, la Audiencia Nacional publicó la sentencia del caso ‘Gurtel’ y se armó la marimorena, las televisiones y las radios echaban humo, cada uno decía lo que se le antojaba sin haber leído nada de los 1.687 folios de la misma. Un bochornoso espectáculo. Por supuesto que la izquierda y parte de la derecha (la cainita), con políticos al frente, hicieron su agosto. Nadie atendía las explicaciones de prestigiosos juristas, incluso de jueces. La inquina y el ensañamiento contra Rajoy es lo que primaba, tratado como un delincuente, tachado de mentir en el juicio como testigo, con unos jueces, que de forma subjetiva, sin pruebas, ponen en la sentencia que dudan de su credibilidad, dañando así la imagen de un hombre honrado. O sea, la demagogia y la maldad campando a sus anchas en cenáculos y tertulias.

Todo ha valido: la intoxicación, la sentencia sobredimensionada o la tergiversación. Sin tener en cuenta la no firmeza de la misma, que al PP se le condena a pagar un dinero por haberse lucrado de algo que desconocía, así como que el Gobierno nada tiene que ver en el asunto. Siendo pocos los que han dicho que esto viene de la época de José Mª Aznar, época en la que se tramó tanta golfería. Un ex presidente Aznar que ha puesto a Rajoy como hoja de perejil en varias ocasiones. Ha sido penoso ver el espectáculo de ese tropel de pobre gente enloquecida por el ansia de ver caído al presidente Rajoy, incapaces de entender la dignidad con la que se ha ido del Gobierno, dignidad elogiada por el líder de Podemos.

No ha habido cuartel para Mariano Rajoy, un hombre bueno y sencillo. Gran defensor de la ley, como hijo y nieto de juristas. Tranquilo en sus decisiones, un buen gallego que ejerce el fino sentido del humor y de la ironía. Toda su vida trabajando por España. En su etapa de presidente del Gobierno nos ha legado el ‘milagro’ de la recuperación económica después de sortear el temido rescate; asimismo ha legado la salvaguarda del Estado del bienestar y la constante creación de empleo (así lo confirman los datos del mes de mayo). Ha parado el tremendo órdago al Estado del independentismo catalán aplicando el famoso artículo 155, bien es verdad que le costó hacerlo por temor a lo desconocido. No oculto mi indignación ante su tardanza en hacerle frente al brutal desafío.

Al publicarse la sentencia del caso ‘Gurtel’ y con ella el escándalo que se organizó, de inmediato se empezó a especular sobre la posibilidad de que Pedro Sánchez presentara una moción de censura contra Rajoy y su Gobierno, cosa que se materializó en la mañana del día siguiente. El presidente Rajoy lanzó un mensaje por TV a la población y comenzaron las conjeturas sobre si la censura saldría adelante, siendo la clave el PNV, que no aclaró su intención de voto hasta el momento de cornear al Gobierno; el mismo PNV que nueve días antes otorgó su confianza al Partido Popular aprobando los presupuestos generales del Estado, a la vez que se lleva una suculenta tajada de dinero.

Y llegó el día del debate de la moción de censura, 31 de mayo por la mañana. Un debate muy intenso en el que ambos, Pedro Sánchez y el presidente Rajoy, se emplearon a fondo, sin concesiones. El señor Rajoy, sin prepotencia, hizo gala de la brillantez propia de ser el mejor parlamentario del hemiciclo, con una intervención antológica. El candidato hizo mucho hincapié en que el presidente dimitiera para frenar la censura, lo que no estaba claro que eso pudiera suceder, ya que letrados de las Cortes informaron que la dimisión no paralizaba la censura (yo oí a un letrado en TV), la cual debía seguir adelante pues el candidato tenía derecho a la votación de la misma, so pena que la retirara. La propuesta del señor Sánchez no fue aceptada por el señor Rajoy, que alegó la legitimidad de su elección por el Parlamento.

A partir de ese momento se desató la campaña del miedo, donde unos y otros le pedían al presidente Rajoy que dimitiera para detener la moción, lo que zanjó la ministra Cospedal en el sentido de que tal cosa no iba a suceder, y es que si lo hacía sería como aceptar una culpa que no tiene. Creo que de poder paralizar la censura con su dimisión solo lo hubiera hecho para prestarle un servicio a España o reconducir la situación en claro beneficio de su partido, pues su forma de pensar es contraria a poner palos en las ruedas de las leyes y sus procedimientos, máxime cuando la dimisión daría lugar al mismo resultado un mes o dos después.

Ahora ha llegado el momento de hacer realidad aquello de “A moro muerto, gran lanzada”. Una expresión que satiriza a las personas que se muestran valientes contra alguien cuando ya no hay riesgo. Frase que se utiliza para referirse a los cobardes que atacan a quien ya está vencido. Ahora son muchos los valientes que, con lanza en ristre, alancean al señor Rajoy.

En cuanto al señor Sánchez, autor de una imprevista moción de censura en solitario que enseguida sumó los apoyos necesarios, solo nos queda esperar y ver cómo se producen las cosas en los próximos dos años o menos. Bien es verdad que se ha comprometido a velar por el respeto a la Constitución, a ser fiel cumplidor de los compromisos de España con la Unión Europea y poner en marcha una serie de medidas sociales que beneficien a las personas más desfavorecidas. Una buena noticia es que no hay ningún ministro de Podemos en el Gobierno de la Nación. Y respecto al problema de Cataluña se espera un diálogo que alivie la tensión, pero nada más, ya que si el señor Sánchez asumiera algún riesgo en conflicto tan sensible sería letal para él. Lo natural es que se esmere en hacer las cosas bien.

No cabe duda que el balance de gobierno del señor Rajoy es muy positivo, después de haber lidiado problemas de mucha envergadura en sus seis años y medio al frente del ejecutivo, incluso no se ha privado de pilotar la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo.

Pienso que es beneficioso para el PP la salida del Gobierno en el sentido de quitarse de encima el permanente goteo del mantra de la corrupción. Si no comete errores, o son de menor cuantía, le permitirán renovarse con un nuevo liderazgo para hacer una eficaz oposición y despegar en las próximas elecciones generales a pesar del asedio de Ciudadanos.

Por último decir que su breve despedida en el Congreso de los Diputados ha sido sencilla y elegante, propia de su forma de ser. Con una sentida frase final dirigida a los diputados: “Suerte a todos ustedes por el bien de España”. Y con la misma elegancia ha renunciado a la presidencia del partido en un acto emotivo con los miembros del Comité Ejecutivo Nacional.