«El Levante es muy propenso al avistamiento de OVNIS y seres de otro mundo»

Alberto Cerezuela, escritor, editor e investigador de sucesos paranormales




ALMERÍA HOY / 17·06·2018

El escritor, editor e investigador de sucesos paranormales Alberto Cerezuela, revela los relatos de un policía y varios soldados que aseguran haber visto cosas extrañas. Uno asegura haber visto «luces» y los otros humanoides «altos como jugadores de baloncesto» dirigirse a ellos levitando a varios centímetros por encima de la playa de Carboneras. A diferencia de los miles de asuntos de similar naturaleza que han trascendido, esta vez, los hechos parten de agentes del orden que tenían mucho que perder al contarlo, y nada que ganar. Y ocurrió aquí.

«El Levante almeriense es muy propenso al avistamiento de OVNIs y luminarias. Incluso hay quien asegura haberse encontrado con seres que no son de este mundo». De esta enigmática forma comienza Alberto Cerezuela a contarnos los hechos que a continuación reproducimos.

«Tuve conocimiento en Lubrín de uno de los casos más impactantes de los que he investigado hasta ahora». «Apareció publicada en La Voz de Almería, en mayo de 1978, una carta de un vecino de este pueblo que era policía local y se llamaba Francisco Ramos Martínez». «La carta, según me contó el periodista que la recibió, estaba mecanografiada y era muy extensa. En ella relataba un encuentro que, según el policía, había tenido lugar durante la noche del 17 de mayo de ese mismo año».

«Contaba que, sobre las 22.00, el agente Ramos regresaba a su casa en El Marchal desde un paraje conocido como El Helecho, cuando, de repente, la noche se iluminó. Era como si se hubiera hecho de día». «Francisco se sintió embargado por una sensación mitad miedo y mitad extrañeza que le empujó a acelerar a fondo el coche para llegar a casa lo antes posible».

«Justo en ese momento vio cómo a su derecha se levantaba una luz hasta unos 50 mts de altura que alumbraba totalmente el Seat 850 que conducía.
Él intentaba no mirar a la luz, porque era en exceso cegadora, pero le pareció adivinar, en la zona de la rambla de Jauro, pegadas a la montaña, otras luminarias. Llegó a contar hasta cinco, casi rozando el suelo. Había dos juntas, otras dos a un par de kilómetros, y la quinta por encima, como sobrevolándolo todo, que fue la que le alumbró al principio».

«El policía llegó a su casa, contó a su mujer lo que había visto y, ambos, decidieron asomarse a la ventana. Entonces comprobaron, a pesar de la mayor distancia, que las luces continuaban allí. Una de ellas, la que más se movía, se había acercado a ellos, llegando a estar a pocos metros de la casa». «El matrimonio describió las luminarias como muy blancas, circulares, algunas con cierto matiz verdoso, pero todas con una luz azul en el centro».

«Muchos periodistas acudieron para entrevistar a este hombre y rastrearon la zona en busca de huellas o señales. Nadie encontró nada».

Cerezuela acudió mucho más tarde. Francisco Ramos ya había fallecido, pero el investigador habló con una de sus hijas, que contó que su madre le había confesado «que volvió a ver esas luces en las inmediaciones de su casa varios días después de la noche en que tuvo lugar, por primera vez, el avistamiento que vivió su marido».

El escritor destaca lo inusual de esta historia: «No es normal que nadie cuente sucesos así a un investigador, pero mucho menos que quien lo haga sea una autoridad, como el policía local que protagonizó este suceso, alguien consciente de los perjuicios que podía ocasionarle relatar que había visto un OVNI».


Dos lunas en Carboneras

«Conozco un caso más reciente que sucedió en Carboneras el 23 de junio de 1990 —continúa Cerezuela—. Un grupo de militares del campamento Álvarez de Sotomayor estaba haciendo guardia allí durante dos días. El destacamento lo formaban cuatro soldados, un cabo y un cabo primero, y estaban apostados muy cerca de la central térmica». «Se encontraban en la playa, patrullando alrededor de la planta generadora de energía eléctrica, y empezaron a inquietarse ante lo que consideraban una tranquilidad impropia de las fechas. Era verano y no se veía ni un alma».

«La luna brillaba especialmente grande y luminosa aquella noche. Durante la patrulla, notaron que el satélite había cambiado de sitio. Es decir, observaron un resplandor semejante al de la luna, pero en otro lugar del firmamento».

«Aquello les sorprendió mucho pero, un poco más tarde, al dar otra ronda, vieron que la luna continuaba en el primer punto en que la habían visto. Es decir, había una segunda luna iluminando la playa».

«Los protagonistas del suceso no fueron capaces de concretar la hora de ese encuentro, que datan entre las 2:00 y las 6:00. Sí refieren que les intrigaba qué podía ser aquella luz que estaba cada vez más cerca del mar. Uno pensó que debía tratarse del reflejo de un avión que estuviera volando bajo, quizás para autoconvencerse de que aquello no era peligroso».

«Los soldados continuaron su patrulla hasta que, de pronto, vieron que de la orilla emergían dos seres muy altos, a los que describen como jugadores de baloncesto, y muy luminosos, hasta el punto de que la luz que desprendían les impedía distinguir sus facciones. Estaban quietos y no tocaban el suelo, sino que aparecían flotando a unos centímetros de la superficie del mar».

«Aquellos seres mantenían la mirada fijamente clavada en los soldados y comenzaron a balancearse de un lado a otro muy lentamente. «Los integrantes de la patrulla comenzaron a sentir miedo y fueron en busca de otros militares pero, cuando volvieron, ya no estaban los humanoides. No había nada extraordinario allí».

«Era una situación surrealista pero, al investigar lo sucedido, supe que, en aquellas fechas, tuvieron lugar varias redadas en las que patrulleras de la Guardia Civil interceptaron otras lanchas en Carboneras. Eso podría dar una explicación a las luces y reflejos, aunque no al avistamiento de los dos altos humanoides. «En ese sentido, he de recordar que existe en esa zona una leyenda, que cuentan los marineros, referida a los Llampos».

«Los Llampos eran los espíritus de los piratas muertos en esas costas y de los fallecidos en las batallas navales entre moros y cristianos, que, según cuenta la tradición, se materializan en la playa en forma de espectros luminosos, tal y como fueron descritos por los soldados esos humanoides que aseguraron ver aquella noche de San Juan en la playa de Las Marinicas, en Carboneras».


Naves espaciales con esvásticas y humanoides pidiendo pan


El investigador destapa al científico que lleva dentro para recordar que las experiencias con OVNIs «no significan orígenes de otro planeta».
«Entre los ufólogos, aquellos que estudian el fenómeno OVNI de forma metódica, está cobrando auge lo que llaman ‘teoría de la distorsión’».
«Como José Antonio Caravaca, que plantea la existencia de un agente externo que incide en la mente del testigo que ve los OVNIs y le predispone a ver lo que quiere ver».

«Así, un soldado tiende a percibir seres hostiles, como humanoides portando armas o en actitud agresiva, mientras los niños suelen observarlos con talante amigable».

½En Algeciras, un hombre describió una nave con gran profusión de detalles y lo que parecía ser una esvástica. Después se supo que este señor era muy aficionado a todo lo que tenía que ver con la II Guerra Mundial. Casos como este probarían que el subconsciente de cada individuo condiciona lo que percibe hasta hacerle creer que ve lo que en realidad quiere ver».

«En los Pirineos franceses, un señor que vivía solo en un paraje alejado, acostumbrado a ver por sus tierras únicamente a algún viajero extraviado que acudía a él para preguntarle por alguna carretera o pedirle agua, relató que, en un avistamiento, trabó contacto con dos humanoides que le pidieron pan. Es una situación realmente absurda, pero también una muestra de la importancia del subconsciente en la percepción de estos fenómenos».