¿Hay alguien ahí?

Que el PSOE elija a Almería para lanzar esta iniciativa tiene dos vertientes abiertas a la interpretación: liberarse de un problema de conciencia o es una broma de mal gusto


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ANTONIO FELIPE RUBIO

Una de las injustas condenas sociales que se imponen desde supuestos principios solidarios es la de la subvención providencialista. Evidentemente, cuando nos sobreviene una desgracia o dificultad es necesaria la ayuda y colaboración precisa para salir del bache y, una vez superado, reemprender la marcha que nos permitía trabajar y prosperar en función de nuestras capacidades intelectuales, sacrificio y esfuerzo. La subvención continuada conduce a la pobreza permanente.

Una iniciativa del PSOE, presentada en Almería para su desarrollo nacional, pretende incluir en los Presupuestos Generales del Estado unos trescientos treinta millones de euros para evitar la despoblación de localidades del interior que observan el trasvase de personas hacia lugares de la costa o concentraciones urbanas con mayor futuro.

Que el PSOE elija a Almería para lanzar esta iniciativa tiene dos vertientes abiertas a la interpretación: liberarse de un problema de conciencia o es una broma de mal gusto. El PSOE viene gobernando en Andalucía camino de 35 años, un ciclo vital muy completo; tanto como que algunas personas «nacieron» con La Junta de Andalucía y, a día de hoy, consiguieron dos carreras; tuvieron tres hijos; se casaron dos veces; son presidentes de un consejo de administración… Y es que 35 años dan mucho de sí, tanto a nivel particular como en la buena gestión de una comunidad. La pregunta es: ¿Qué sucedió en Almería durante ese tiempo?

Evidentemente, Almería ha avanzado. Faltaría más. El problema es la comparación con referentes que partieron de similares situaciones.
El PER ha supuesto un impulso necesario para posiciones paupérrimas de partida, pero la persistente continuidad de estas medievales costumbres es la constatación de un fracaso que ha propiciado ya dos generaciones de pobres y dependientes de las más o menos trasparentes y justificadas firmas de peonadas y jornales que fomentan el providencial clientelismo, sin olvidar la frustración para poblaciones ancladas en este modelo «productivo» que ven la inexorable decadencia de sus pueblos que aún tienen un cartel de los fondos FEDER con inversiones que jamás se ejecutaron.

Poblaciones de costa o interior han residenciado inversiones privadas que, no sin problemas, han generado atractivo turístico, actividad industrial y progreso. Eso sí, afrontando y resolviendo las «facilidades» que la Junta de Andalucía ha provisto con sus políticas medioambientales y otras cortapisas que han dirimido en la eclosión —y derribo— de viviendas ilegales (Familia Prior), hoteles polémicos (Algarrobico), la multimillonaria sentencia contra Cuevas del Almanzora... «promociones» de la Junta del PSOE que han facultado una política de «atractivo y publicidad» para nuevas inversiones en un territorio que no para de dar sorpresas en materia tan delicada y disuasoria como la inseguridad jurídica.

La «visión de futuro» del PSOE ha sido de colaborador necesario para el despoblamiento de la provincia. Ya comenzaron por suprimir la línea Guadix-Almendricos. Mantuvieron sin salidas la primera fuente de riqueza de Almería con el puente de Rioja y la N-340. Retrasaron la modernización y vertebración de Andalucía con la demora de 10 años para conectar Almería con la A-92. Tardaron 23 años en completar la carretera de la Alpujarra. Tras 30 años, aún no está terminada la redia del Almanzora... Todo esto han sido oportunidades perdidas, y esa incomunicación y retrasos contribuye a pueblos que pierden población, oficinas bancarias, plazas escolares, Guardia Civil... y las asistencias sanitarias urgentes las solucionan con el mapa de «isocronas» (una entelequia de equidistancia). Lo raro es que, con estas facilidades de «progreso», aún quede alguien por ahí.