«Dios ha enviado un exasesino para que todo el mundo conozca Carboneras»

La última entrevista concedida por Jhon Jairo Velásquez (Popeye), exsicario y mano derecha de Pablo Escobar, antes de su reciente detención por las autoridades colombianas, en primicia para ALMERÍA HOY




ALMERÍA HOY / 27·05·2018

Un exasesino a sueldo, con 300 muertes directas a su espalda, entró sin quererlo en la política de Carboneras al grabar un vídeo para dar publicidad a sus encantos turísticos. La oposición ha pedido la dimisión del concejal de Turismo Pascual Díaz, que lo difundió por desconocimiento. Alegó cuando se desató la polémica que no sabía quién era su protagonista. Nosotros hemos querido conocer a Jhon Jairo Velásquez y que ustedes sepan una historia forjada a sangre y fuego contada por el que fue uno de los lugartenientes del mayor narcotraficante del mundo. No se aterren. Una vez más la realidad supera ampliamente la ficción. Lean.


- Antes de preguntarle por otras cosas, quisiera saber si conoce usted la controversia que se ha formado con su vídeo promocionando a Carboneras


- Sí he tenido noticia y quisiera decir que a veces Dios envía ángeles que no tienen alas ni van en caballos blancos. Esta vez ha mandado a un exasesino para que todo el mundo conozca Carboneras. Que aquellos que me critican se pongan en mis zapatos. Mis respetos a esas personas y a aquellas de buen corazón que me quieran perdonar. Se lo agradeceré mucho.

- Luego hablaremos sobre este asunto. ¿Cómo prefiere que le llame, Jhon Jairo o Popeye?

- Me es igual, Popeye si quiere...

- ¿Cómo se ve Popeye en el espejo?

- Veo a un hombre que ha luchado toda su vida. Desde niño estoy en la violencia. Me he hecho en la pistola, en la mafia y en las rejas. En la prisión viví la guerra sobreviviendo a Pablo Escobar. He sido un luchador, un soñador y un hombre leal que ha hecho profesión de la disciplina. Yo cuidé a Pablo Emilio Escobar Gaviria y fui leal a la mafia. Hoy sueño con cosas legales y me gusta luchar por causas justas tras sufrir 23 años y tres meses en prisión a 50 grados de temperatura o aislado a más de 3.000 metros de altura, como estuve durante 12 meses, pasando un frío terrible. Siempre he aguantado. La disciplina me ha sacado adelante y, en este momento, soy activista político, youtuber, escritor y ayudo a personas, como hice con el concejal de Carboneras Pascual Díaz Hernández.

- ¿Le cuesta vivir con 300 cadáveres en su armario y la inducción de otros miles de asesinatos?

- Yo soy hijo de la violencia porque me he criado en ella. Colombia es un país muy violento. Si usted, desde que nace, habla en ruso a un niño, hablará en ese idioma. Si usted rodea de violencia a ese niño desde que nace, el niño acabará siendo violento. Somos hijos de la violencia. Tenemos esa cultura. La de la violencia y la del narcotráfico, que ya ha llegado y contaminado España, Europa y todo el mundo.

- ¿Su arrepentimiento le impide llevar una vida normal?

- 23 años y 3 meses de cárcel, aguantando calabozos y garroteras [palizas], hacen duro a uno. Me he hecho muy fuerte. Mi arrepentimiento no es de boca. Es colaborar con la Justicia y con la Fiscalía de la Nación esclareciendo grandes magnicidios. Hay presidentes de la República y ministros muertos, magistrados, jueces, periodistas y muchos civiles inocentes. Éramos más de 3.000 asesinos a sueldo de Pablo Emilio Escobar Gaviria, pero yo soy el único que está en Medellín colaborando con la Justicia.

- ¿Cuándo coge usted por primera vez una pistola, amartilla y dispara?

- Un asesino no se fabrica por la mañana. Uno no se levanta, desayuna y piensa 'voy a empezar a matar'. Yo empecé haciendo labores de vigilancia para asesinatos y guardaba en mi colegio las armas de los bandidos. Después, comencé a disparar a los 17 años.

- ¿A los 17 años ya mató a alguien?


- Sí. En ese momento me metí de lleno en el crimen, y llegué a entrar en el cártel de Medellín bajo las órdenes de Pablo Emilio Escobar Gaviria.

-¿Usted se ofreció a Pablo Escobar o fue él quien le reclutó?

-Pablo Escobar era atracador de bancos a principios de los 70. Estaba metido en el contrabando de cigarrillos y electrodomésticos. Después, entró en el narcotráfico y comenzó otra etapa. Cuando me retiré de la Marina -por eso me dicen Popeye-, fui escolta de una amante de Pablo Escobar. Cuando terminó su relación, me quedé vinculado a su organización. Pablo no reclutaba a nadie. Éramos nosotros quienes buscábamos trabajar con él porque suponía un honor. Medellín era una ciudad muy pobre dentro de un país muy pobre, que prosperó gracias al narcotráfico de la cocaína. El dinero llegaba a todo el mundo y la única forma de salir adelante era la pistola.

- ¿Se avergüenza hoy de su pasado violento?

- Soy un producto de la sociedad en que viví. En una guerra hay que tener mentalidad de guerra. Estábamos peleando por los intereses de los colombianos en los EEUU. No matábamos a las personas porque sí. Luchábamos contra la extradición de colombianos a EEUU. En 1987 llegó a Colombia Miguelito, un miembro de la ETA. Era un especialista en explosivos y nos enseñó a fabricar carros-bomba. Colocamos 277 y provocamos más de 50.000 muertes. En 1991 arrodillamos al gobierno y le obligamos a cambiar la Constitución. Se prohibió la extradición de colombianos a EEUU. Al morir Pablo Emilo Escobar Gaviria el 2 de diciembre de 1993, ejecutado por la Policía colombiana y la CIA, EEUU obligó a Colombia a volver a implantar la extradición, lo que hizo en 1997, y fueron extraditados miles de compatriotas.

- ¿Cómo llegó usted a ganarse la confianza de Pablo Escobar?

- Él miraba a un hombre a los ojos y sabía si era leal. Vio en mí que no era ambicioso y entré en su círculo más próximo. Empecé a andar con él las 24 horas del día. Trabajé muy duro. Secuestré a grandes dignatarios y maté a gente muy importante.

- ¿Es cierto que Pablo Escobar le ordenó matar a su amante?

- Sí. Él tenía su hogar, pero tenía una amante, Wendy, que le acorraló. El patrón tenía prohibido a sus queridas que se quedaran embarazadas, pero ella se quedó. Pablo la obligó a abortar y Wendy me enamoró a mí para vengarse del patrón. Al saberlo, Pablo me ordenó matarla. La lealtad se debe a una sola persona y yo ejecuté a Wendy.

- ¿Lealtad a Escobar hasta el punto de matar a alguien que usted amaba?

- Es verdad. Yo la amaba al 100%. Lo duro no es matar a un enemigo. Eso lo hace cualquiera. Lo verdaderamente duro es matar a un amigo o a la mujer que uno ama. Hay que ser serios. Eso era una organización criminal. Pablo Emilio Escobar Gaviria era un hombre justo. Pagaba todos nuestros asesinatos y todos los envíos de droga que hacíamos. Pagaba siempre hasta el último céntimo, pero si ibas contra él, disparaba contra ti. Era un hombre amable. Había muchos mafiosos que contrataban el asesinato de un alcalde o un periodista. Iban los sicarios, lo mataban y, para romper la línea y no pagarles, se les ejecutaba también. Pablo o era sí, Pablo nos protegía siempre, si era necesario se enterraba con nosotros.

- ¿Usted estaba sometido por miedo?

- Pablo Emilio Escobar Gaviria no era para nosotros un amigo, ni un padre, ni un líder, ni un patrón. Era Dios. Comía con nosotros en la misma mesa. Si nos apresaban, no reparaba en gastar 5 ó 6 millones de dólares para procurar nuestra liberación. Si te herían, te llevaba a una clínica privada. Vivía pendiente de sus guerreros y nosotros le amábamos. Dentro del cártel de Medellín, nadie obligaba a nada a nadie. Si alguien le decía al patrón que no quería matar más, le cambiaba de cometido. Éramos más de 3.000 hombres. Una empresa criminal que contaba con 140 aviones, pero a nadie se obligaba. Quien quería irse, podía hacerlo. Los generales que contábamos de su total confianza sabíamos en todo momento dónde se estaba moviendo. Si uno de nosotros quería irse, Pablo abandonaba las propiedades que esa persona conocía.

- Dinero, riqueza, gran fortuna, ¿cuánto dinero calcula usted que tenía su patrón?

- Tenía más de 18.000 millones de dólares de la época y 140 aviones moviéndose por todo el mundo al servicio de su empresa criminal. Manejaba gobiernos enteros. El régimen de Cuba era un importante aliado de Pablo Emilio Escobar Gaviria, que usaba la isla como plataforma para introducir la droga en Miami con la complicidad de Fidel y Raúl Castro. Traficaba con cocaína a través de la Nicaragua de Daniel Ortega, de Haití, de Bahamas y de México para llegar a EEUU.

- ¿Usted mantenía un trato diario con él o sólo se veían de vez en cuando?


- Vivía las 24 horas del día con el patrón. Si yo tenía que hacer una operación, salía y volvía cuanto antes, porque el lugar más seguro era estar junto a él. Estábamos en guerra. Había 15.000 hombres contra el patrón y el cártel de Medellín. La CIA, la DEA, el MOSAD, el MI-16... Todos querían su cabeza. Yo procuraba estar siempre con el patrón, que tenía una energía espectacular. No le vi humillar nunca a nadie. Era un hombre tranquilo, pero letal y peligroso a la vez. Un buen amigo y un buen enemigo. Un gran líder. Gustaba estar a su lado. Yo no tomaba vacaciones, pero cuando había que divertirse, me dejaba un avión e iba alguna de sus fincas. Luego regresaba con él.

- Usted no tendría vacaciones, pero supongo que disfrutaría del tren de vida que llevaba Escobar.


- Ya le he dicho que era hombre sencillo, pero igual que se gastaba 6 ó 7 millones de dólares en sacarnos de la cárcel, cogía su jet, 10 millones y se iba a disfrutar del carnaval de Río, y nosotros con él.

- ¿En el mundo en que usted vivía se nombraba alguna vez a España?


- La mafia gastaba dinero en España. José Luis Ochoa Vázquez, que fundó el cártel de Medelín, fue detenido en España en 1984. Tambíen lo fue el jefe del cártel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela. En esos años, los cárteles de Cali y Medellín éramos amigos, aunque después mantuvimos una guerra brutal. EEUU pidió a España la extradición de ambos. Los patrones reunieron entonces 30 millones de dólares y Pablo Escobar se los entregó a Felipe González, que empleó parte de ese dinero en la Audiencia Nacional española, donde se dirimía la extradición. Finalmente se denegó la petición de EEUU y fueron extraditados a Colombia, en donde fueron liberados nada más llegar. En una cárcel española, Ochoa conoció al etarra Miguelito y lo reclutó para que fuera a Colombia para enseñarnos a montar y colocar bombas.

- Me da usted datos que merecen apartados diferentes ¿Dice usted que Felipe González actuó como mediador para conseguir la libertad de dos famosos traficantes colombianos?

- Felipe González era presidente del Gobierno español y manejaba los poderes del Estado. El resultado de la operación fue que Ochoa y Rodríguez Orejuela fueron liberados en 1986. Yo respeto al pueblo español, pero ustedes deben comprender que han hecho también cosas muy malas. En España existe mucha corrupción política. No es un secreto. Los virreyes enviados hace 500 años por su reina Isabel nos la enseñaron y resultamos muy buenos alumnos.

- Hasta donde es capaz de alcanzar mi memoria ahora mismo no puedo recordar si los medios de comunicación españoles han informado sobre lo que acaba de contarnos. En cualquier caso, dada la gravedad de su aseveración siempre quedará una sospecha sobre la credibilidad que puedan tener las palabras de un sicario de Pablo Escobar.

- La gente tiene querencia a clavar la cabeza en la tierra, como el avestruz, para no ver lo que no le gusta. Yo soy testigo estrella de la Fiscalía General de Colombia. He ayudado a la Corte Suprema en el esclarecimiento de varios casos, como la muerte Luis Carlos Galán Sarmiento, un importante político que iba a ser presidente del Gobierno Colombiano y que ejecutamos nosotros, y a muchísimos otros también. Lo que yo digo tiene connotaciones jurídicas. Yo fui testigo de primera mano de esto.

- Pero acaba de señalar a alguien muy importante en España. Nada menos que al expresidente González recibiendo dinero del narcotráfico para comprar magistrados de la Audiencia Nacional.

- Y le diré más. En el tráfico de cocaína, junto a los hermanos Castro, estaba implicado un hombre muy importante y muy conocido. Hablo del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Yo mismo le entregué en el aeropuerto de México una extensa carta manuscrita de Pablo Emilio Escobar Gaviria para los hermanos Castro con el fin de recomponer el tráfico de cocaína entre Colombia, México, Cuba y Cayo Hueso, en Florida.

- Usted dice Escobar que llevaba una vida sencilla, pero en la serie de televisión se ven inmensas haciendas repletas de animales salvajes y fiestas privadas con grandes cantantes que revelan una faceta un tanto megalómana.

- Él no tenía sueños megalómanos porque los cumplía. Es el único hombre que conozco que ha cumplido absolutamente todos sus sueños. Su grandeza radicaba en que era un hombre extremadamente sencillo. Es verdad que creó una gran hacienda en la que tenía 15.000 animales vivos procedentes de África. Compró un avión grandísimo para traerlos. Pero ese inmenso zoológico, el único de sus características en toda Hispanoamérica, diseñado para que los turistas circularan en vehículos entre los animales, era una pantalla para disponer de una pista destinada al despegue de aviones cargados de cocaína. Pablo quería convertir Colombia en un narcoestado con alguien de presidente a su servicio y manejado por él. No estaba loco, de hecho, hoy tenemos el ejemplo de Venezuela, un narcoestado encabezado por Hugo Chávez, Cabello Alzheimer y Nicolás Maduro. Los generales de Venezuela son el cártel de los Soles. De ahí sale toda la cocaína hacia España y Europa a través de Galicia. Pablo Escobar Gaviria encargó a Cuba un submarino para enviar la droga desde Colombia a México y, desde allí, en aviones pequeños a Cuba para transportar, en ese submarino, 60.000 toneladas a Florida. Los rusos prestaron el submarino, pero sin tripulación, y no se pudo ejecutar la operación.

- ¿Recuerda los nombres de las personas más relevantes que han muerto a manos del narcotráfico?


- Le he hablado de Luis Carlos Galán Sarmiento que, con toda seguridad, habría sido presidente en 1990. Lo ejecutamos en Cundinamarca el 18 de agosto de 1989. También murieron dos ministros de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra. En Budapest, atentamos contra Enrique Parejo González, otro ministro de Justicia. Se salvó porque el encargado de ejecutarle no era muy diestro, y cayó herido sobre la nieve. Pablo financió el Movimiento Guerrillero 19 de abril, uno de cuyos jefes, Gustavo Petro, es hoy candidato a la presidencia de Colombia. Ése grupo tomó la Corte Suprema de Justicia y fueron ejecutados todos sus magistrados por orden del patrón. También cayó el gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancourt. En las calles de Medellín matamos a 540 policías y herimos a 800. Yo ejecuté al Procurador General de la República, Carlos Oya. Secuestramos en Bogotá a Andrés Pastrana, aspirante a la alcaldía de Bogotá e hijo del ex presidente de la República Misael Pastrana Borrero. Hubo muchísimos muertos de gran calado, como el periodista Guillermo Cano, máximo accionista de El Espectador, el periódico más importante de Colombia. Cayó mucha gente importante y, en esa locura, muchas personas inocentes.

- Y usted ahí, participando en la primera en la línea, ejecutando directamente las órdenes que recibía de Pablo Escobar.

- Sí. Además, detonamos 277 carros-bomba en todo el país. En Bogotá explosionamos el 11 de noviembre de 1989 el más grande de la historia contra las instalaciones del Departamento Administrativo de Seguridad, un organismo con 8.000 detectives que peleaban contra el cártel de Medellín bajo el mando del general Maza Márquez. Murieron 67 personas y hubo 900 heridos. Destruimos toda la zona de Palo Quemado con la deflagración. Afectó a 20 kilómetros a la redonda.

- Entenderá que todo lo que cuenta, que es cierto y está totalmente documentado, resulta difícil de digerir. ¿Qué sacó usted de todo aquello?

- Tengo 56 años. Vengo de una cárcel muy dura en la que gasté mucho dinero defendiéndome. Me mataron a siete abogados mientras estaba en prisión y, fuera, me robaron muchísimas cosas y me dejaron sin dinero, porque el Estado incautó mis propiedades. Pero no pasa nada. Hoy vendo mis libros ‘El verdadero Pablo: traición y muerte’ y ‘Sobreviviendo a Pablo Escobar’. He vendido mi serie a Netflix, soy documentalista y youtuber, activista político y mucho más feliz que cuando tenía tanto dinero, porque descubrí que la felicidad está en las cosas pequeñas. Una cerveza fría; caminar por una calle; salir y entrar en casa cuando quiera; un helado; la sonrisa de un niño; una flor; escuchar una corriente de agua. Porque los seres humanos, anhelando lo que no poseemos, no gozamos de lo que tenemos.

- ¿Volvería a empuñar un arma?

- Claro. No me da miedo la pistola. La violencia está en mi ADN. Si los comunistas se apoderan de Colombia, yo iría a la montaña y empuñaría el fusil.

- ¿No tiene miedo a que un familiar de alguna de sus víctimas le descerraje un tiro en la nuca?


- Me muevo mucho por la calle, pero nunca solo. Siempre ando con Dios. No tengo miedo a la muerte. Comparto la filosofía de Pablo Escobar: Cambio y juego con mi vida porque, al fin y al cabo, la tengo perdida. Todos vamos a morir. En Antioquia se dice que es lo mismo morir tarde que temprano.

- ¿Por qué no teme a la muerte?

- La muerte es algo que todos tenemos seguro. Si no morimos de un balazo, lo hacemos de cáncer o de vejez. Yo he vivido en la sangre y conozco la muerte. La he manejado y he visto morir a todos mis amigos. También a muchos enemigos. La conozco. ¿Para qué preocuparme si sé que todos vamos a su encuentro?

- Quizás para seguir disfrutando de esa cerveza fría.

- La Parca siempre está ahí y, cuando llegue, arrancamos y listo. Es más duro nacer que morir.

- Si le dieran a elegir, ¿qué muerte preferiría?

- La mejor es un balazo en la cabeza. Prefiero morir de un tiro antes que de cualquier enfermedad que me tenga postrado en una cama. La vejez es muy hija de puta.



«Hice el vídeo sin que el concejal Pascual lo supiera ni me diera un dólar»


«Mis respetos a todas las personas de Carboneras. Si les ofendí con el vídeo, sepan que lo hice porque me lo pidió el doctor Bergillos sin que el concejal Pascual Díaz lo supiera ni me diera un dólar. El doctor ama a Carboneras y me lo pintó lleno de casas blancas, playas, gente muy amable y de las mejores gambas del mundo».

«La gente no me admira por el asesino que fui, sino por haberme logrado reinvertar y ser hoy un hombre de bien. Pagué con 23 años y tres meses en una cárcel por mis asesinatos. La gente me quiere por haber sabido salir adelante. Hice el vídeo con todo el cariño, Pascual lo subió a las redes y se le vino el mundo entero encima, pero él no ha hecho absolutamente nada ilegal. Pero gracias a la polémica, Carboneras está en el mapa y muchos turistas se van a acercar para disfrutar de sus hermosas gambas y se van a enamorar de Carboneras. Pido perdón a quien no le guste ese vídeo por mi pasado, pero sepan que lo hice con todo el corazón».