«La Sábana Santa de Turín y el Sudario de Oviedo envolvieron a la misma persona»

Entrevista a Alfonso Sánchez Hermosilla, forense del del Instituto de Medicina Legal de Cartagena, director del equipo de investigación del Centro Español de Sindonología




ALMERÍA HOY / 27·04·2018

Ha examinado directamente los dos objetos arqueológicos más vinculados a la tradición de la figura de Jesús de Nazaret: el Sudario de Oviedo y la Sábana Santa de Turín. Como científico, continúa cuestionándose hasta sus propios hallazgos, sin embargo, no alberga ninguna duda sobre ellos: la Sábana y el Sudario envolvieron a la misma persona y, lo que resulta aún más sorprendente, la imagen que ha quedado impresa en ambos lienzos no ha sido generada por ningún ser humano. ¿Qué tipo de tecnología se usó entonces? ¿Por qué los científicos no tienen respuestas? ¿Qué o quién originó este fenómeno que la ciencia actual es incapaz de reproducir?

Si lo anterior no es lo suficientemente extraordinario aquí va un último detalle: el relato de esos tejidos revela una historia de sufrimiento extremo que coincide con lo que San Juan escribió en su Evangelio.


- ¿Qué es la Sindonología?

- Viene del griego sindone, que significa sábana, y logos, que es conocimiento. Es una disciplina que comenzó dedicándose al estudio de la Sábana Santa de Turín, pero terminó extendiéndose a otras piezas arqueológicas, no reliquias, relacionadas con el mismo individuo.

- ¿La Sábana Santa es una pieza arqueológica o una reliquia?

- Para mí, como investigador, se trata, sin lugar a dudas, de una pieza arqueológica cuyo estudio trasciende a una sola disciplina. En mi equipo, además de mi aportación como médico forense, hay matemáticos, físicos, químicos, historiadores, arqueólogos... Es necesaria una visión global para llegar a conclusiones.

- ¿También la fe aporta algo a su conocimiento?

- Cuantas menos ideas preconcebidas llevemos, mejor. Hablo tanto a nivel de creencias y fe, como a las aportaciones de otros investigadores que nos han precedido. Es cierto que algunos confunden investigación con escribir ‘refritos’ de lo que otros han publicado antes, pero se trata de avanzar. Reescribir implica aceptar que es cierto lo que otros han publicado y correr el riesgo de que no lo sea. Por el contrario, investigar significa cuestionarlo todo y comenzar desde cero. Yo repito a mi equipo que tenemos que ser humildes, modestos y partir siempre con la premisa de que podemos habernos equivocado en nuestras apreciaciones anteriores.

- Entonces, ¿no hay nada de lo que podamos estar seguros a ciencia cierta sobre sus investigaciones?

- Sí que lo hay. Hoy podemos asegurar que los dos lienzos sepulcrales, tanto la Sábana Santa de Turín como el Sudario de Oviedo, envolvieron a la misma persona. Sobre eso no hay duda. Pudo tratarse de Jesús de Nazaret, pero si no lo fue, tuvo que ser alguien de sus mismas características.

- Pero, ¿fue o no fue Jesús de Nazaret?


- De eso no podemos estar seguros, y no creo que podamos estarlo nunca.

- Y, fuera quien fuese la persona envuelta en esos lienzos, ¿tienen alguna pista sobre cómo pudieron quedar impresas las imágenes que se aprecian en ellos?

- Además de forense, me muevo en el mundo de la paleopatología, es decir, la especialidad que estudia las enfermedades de la antigüedad. He preguntado a todos los investigadores con que me he cruzado si habían visto alguna vez algo parecido a lo que hemos podido apreciar tanto en la Sábana Santa como en el Sudario de Oviedo, y todo el mundo me ha contestado que no, que jamás ha ocurrido nada similar. Hace algún tiempo se publicó que la imagen pudo producirse por algún tipo de energía similar a la nuclear, pero ni en Fukushima ni en Chernobil se ha registrado una impresión igual o parecida en las ropas, vendajes o sudarios que estuvieron en contacto con la piel de los afectados por las radiaciones. Tampoco existe constancia de que ningún enfermo sometido a radioterapia haya dejado un registro de características semejantes. No hemos sido capaces de reproducir una imagen así en laboratorio y no tenemos ni puñetera idea de cómo conseguir imprimirla. Ningún ser humano, con la tecnología existente hace 2000 años, pudo hacer eso, sin embargo ocurrió.

- ¿Estaríamos pues ante un milagro de la ciencia?

- La palabra ciencia y milagro no pueden aparecer en la misma frase. Me llama la atención y me gustaría saber cómo se produjo ese fenómeno. Resolvería el problema del teletransporte, los energéticos y habríamos encontrado una explicación a los agujeros negros. La impresión más parecida a las de estos lienzos fue capaz de realizarse con un láser de última generación, pero a nivel microscópico. Para hacer una con las características de la Sindone serían necesarios 10.000 láser como ése utilizando de manera sincronizada y simultánea toda la energía capaz de generarse con todas las centrales nucleares que funcionan en España, incluyendo la de Garoña, al mismo tiempo.

- Y, ¿han conseguido comprobar que esos lienzos fueron usados en la época de Jesucristo?

- No. De hecho, tres determinaciones realizadas con el método del carbono 14 dataron la Sindone o Sábana Santa entre los siglos XII y XIII, mientras que otras tantas fecharon el Sudario en el VII. Eso nos alejaría muchísimo del siglo I. Pero el carbono 14 puede inducir a error cuando se trata de datar material textil. De hecho, las empresas que se dedican a ello sitúan ese margen en fijar el origen temporal de tejidos en un 30%, algo inaceptable para ellas, por lo que procuran derivar a otros métodos la datación de esos materiales. Además, el carbono 14 es fiable únicamente con piezas no manipuladas, directamente sacadas de una excavación, metidas en una bolsa de plástico y enviadas al laboratorio. Nosotros sabemos que tanto la Sábana Santa como el Sudario han sido manipulados en numerosas ocasiones. Durante nuestros estudios, hemos llegado a descubrir marcas de carmín que no existían en un examen realizado con anterioridad. Cuando se realiza la prueba del carbono, se destruye el tejido, pero no el contaminante.

- Según eso, no podemos descartar, por las limitaciones del método del carbono 14, que tanto la Sindone como el Sudario registren la imagen de Jesús.

- No podemos descartar ni podemos afirmar con certeza que envolviera a un habitante del siglo I, pero sí afirmamos que es la misma persona. Insisto en que es y será probablemente imposible determinar que pudiera tratarse de Jesús de Nazaret.

- ¿Cómo está tan seguro de que ambos lienzos envolvieron a la misma persona?


- Porque tanto las proporciones del cráneo y el rostro, como la distancia entre las heridas impresa en ambas telas son idénticas. En el caso de la distancia entre las heridas, se trata de una huella imposible de falsificar.

- Hablaba del carbono 14, sin embargo, existen otros métodos, como el análisis de restos de polen y gramíneas que puedan hallarse y que pudieran ofrecernos más información sobre la cronología de ambos lienzos, ¿no es así?

- Efectivamente. Y no sólo aportan información cronológica, sino también nos ofrecen una situación geográfica. Hemos estudiado las partículas de polen que hemos encontrado. El tejido conserva restos de muestras procedentes de todos los lugares por los que han viajado las telas, pero nosotros nos hemos centrado en las adheridas a los restos de sangre. La sangre se pierde con el tiempo por biodeterioro. Queda mucha impregnado tanto la Sábana como el Sudario, pero en su momento hubo bastante más. Su análisis nos ha permitido identificar el ADN mitocondrial de un grupo humano que sólo vivió en Oriente Medio, y el polen hallado pegada a esos restos de sangre se corresponde con el de unas plantas originarias de Jerusalén que sólo florecen en primavera.

- Varón, natural de Oriente Medio, enterrado en primavera... Parece que en la Sábana Santa está escrito lo que dice el Nuevo Testamento sobre la muerte de Jesús.

- Nosotros nos limitamos a relatar lo que describen los hallazgos científicos. Es cierto que sorprenden bastante todos los descubrimientos arqueológicos del entorno de Jerusalén, que coinciden y confirman con bastante precisión lo que aparece escrito en los evangelios.

- ¿Sufrió el hombre de la Sábana Santa las mismas torturas que describe el Evangelio?

- Las mismas y algunas más que no aparecen en el Nuevo Testamento, pero sí en los Salmos y algunos textos de los profetas, como que le arrancaron mechones del bigote y de la barba. No hemos podido certificar que también lo fueran del cuero cabelludo por la profusión de sangre que aparece en esa zona.

- ¿Lo que ustedes han descubierto hasta ahora en la Sindone y en el Sudario es una explicación científica de las Escrituras o el relato de un milagro?

- Para un agnóstico es una explicación. Un milagro para un creyente.

- Usted es hombre de ciencia pero, al fin y al cabo, un ser humano, ¿qué siente cuando está delante de unas telas que han podido estar en contacto con Jesucristo?

- Existe una diferencia cuando actúo como científico y como el hombre llamado Alfonso Sánchez Hermosilla. Cuando he estado como turista ante la Sindone o el Sudario, me he emocionado profundamente ante ambos. Me he llenado de sentimiento.

- ¿Eso podría invitarle a buscar indicios para convencer de la existencia de Jesús?

- No pretendemos convencer a nadie de nada. En el equipo también hay agnósticos.

- ¿Es posible que la impresión de los lienzos sagrados pudiera haber sido producida por algún organismo extraterrestre?

- Es una hipótesis que contemplamos, como otras tantas. Ni la negamos ni la afirmamos. Lo que sí podemos asegurar es que el fenómeno que dejó su huella impresa en ambos lienzos no es humano. Ni es algo natural ni fruto de una enfermedad.

- ¿Ese fenómeno pudo tratarse de una resurrección?

- No podemos hablar de resurrección porque no hemos podido reproducir ese fenómeno en laboratorio. Sí es seguro que el cadáver que envolvieron esas telas se desmaterializó, pero no sabemos si se teletransportó a otro lugar. En realidad, no sabemos qué pasó con ese cadáver.

- ¿Se pueden deducir los sufrimientos que padeció ese hombre antes de su muerte?


- Claro que sí. Es parte de mi trabajo diario como forense. Hoy estamos en condiciones de afirmar que uno de los dos verdugos que intervinieron en la flagelación del hombre cuyo cadáver fue envuelto con la Sábana Santa y el Sudario, tenía intención de que el reo no llegara con vida al Gólgota. Así se desprende de la concentración de sus latigazos en las zonas del corazón y los riñones. Las hemorragias producidas en esas zonas con tanta circulación arterial a flor de piel le habrían producido necesariamente la muerte en pocas semanas debido a las masivas pérdidas de sangre, tanto externas como internas, y la consecuente insuficiencia renal. Esa persona habría muerto aunque no hubiese sido crucificada.

- Habla de dos verdugos flagelando al reo, ¿por qué?

- Porque hemos identificado latigazos aplicados desde ambos lados de manera alternativa. No es creíble que fuera el verdugo todo el camino cambiando de sitio constantemente. Eso implica la existencia de dos o más.

- Si llegó hasta la cruz, después de todo eso, debió tratarse de alguien con una forma física fuera de lo común.

- En efecto. Una persona normal, con una condición física estándar, no habría llegado a la cruz. El hombre que envolvió la Sábana Santa y el Sudario de Oviedo tuvo una forma física extraordinaria. No sólo aguantó una flagelación como la que le fue aplicada, sino que resistió vivo en la cruz entre dos y tres horas, algo que le produjo un edema pulmonar. No murió por asfixia, como solía ocurrir con los crucificados, sino ahogado en su propia sangre, que le anegó los pulmones.

- ¿Han podido determinar cómo era físicamente ese hombre?

- Era alto. Medía 1,80 y tenía una complexión fornida. Estaba en muy buenas condiciones físicas y de salud antes de que comenzara su suplicio.

- ¿Y su rostro? ¿tienen alguna idea sobre sus facciones?


- Sí. De hecho, uno de los colaboradores que integran nuestro equipo de investigación es un escultor, Juan Manuel Miñarro, que ha reproducido fielmente la imagen de esa persona con los datos que hemos extraído en nuestros trabajos.

- ¿Fue el sufrimiento tan extremo como nos han contado?

- La crucifixión es la muerte más horrorosa. Se produce por una asfixia muy lenta. Basta con imaginar una situación de ahogo, como la que a veces nos ocurre cuando nos atragantamos, que durase horas. No se me ocurre una muerte peor.

- ¿Existió, también, un soldado llamado Longinos que rematara con su lanza a ese reo?

- Eso dice la tradición, pero Longinos significa ‘lancero’, y no creo que ningún padre pusiera ese nombre a su hijo, aunque vaya usted a saber.

- Pero yendo a lo importante ¿fue atravesado ese crucificado por una lanza?

- Sí, y hemos podido averiguar algo nuevo con respecto a lo sabido. Encontramos varios orificios de salida de lanza, no uno, como se aceptaba hasta ahora. San Juan, el único de los discípulos que permaneció al pie de la cruz mientras el resto andaba por ahí escondido, contó que, mientras los verdugos fracturaban las piernas de los demás, alguien dio un golpe de lanza a Jesús que atravesó su costado. Eso es importante, porque ‘atravesar’ significa cruzar de parte a parte. Nosotros hemos descubierto un orificio de entrada en la parte anterior izquierda del tórax y otro de salida en la parte posterior derecha y dos en la izquierda, como si, tras atravesarle el pecho una vez, el lancero, con un giro de muñeca, repitiera la operación, sin llegar a sacar la lanza, otras dos veces, rematando al reo, si es que aún no había muerto, infligiéndole un enorme destrozo interno.

- Parece que el verdugo quería asegurarse de la muerte del penado.


- Es que, según el derecho romano, al responsable del incumplimiento de una condena se le aplicaba la misma pena que no había ejecutado con eficacia. Nadie, en el pellejo del soldado, tendría interés en ir a la cruz. Por eso metió la lanza, revolvió y volvió a meterla en repetidas ocasiones hasta que esas heridas fuesen incompatibles con la vida.