Erotismo, sexo e inteligencia artificial

Desde el más pequeño virus que engaña a nuestras células y, se introduce furtivamente en ellas, para poder ser reproducido a toda velocidad provocándonos infecciones, hasta el rapto de Helena de Esparta por el Príncipe París, que dio lugar a la guerra de Troya, están motivados por el instinto reproductor del ADN que impone gustos y deseos,domina voluntades y condiciona el razonamiento de los hombres


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CLEMENTE FLORES

Todas las células, incluso las procariotas sin núcleo, están dotadas de un soporte químico, que denominamos ADN, que les permite reproducirse. En el ADN está recogido el instinto de reproducción y supervivencia y ese instinto es tan fuerte que condiciona toda la existencia de los seres vivos para garantizar el éxito de su reproducción.

Desde el más pequeño virus que engaña a nuestras células y, se introduce furtivamente en ellas, para poder ser reproducido a toda velocidad provocándonos infecciones, hasta el rapto de Helena de Esparta por el Príncipe París, que dio lugar a la guerra de Troya, están motivados por el instinto reproductor del ADN que impone gustos y deseos,domina voluntades y condiciona el razonamiento de los hombres.

Es un misterio saber hasta qué punto ese deseo reproductor de nuestro ADN, hace que nos gusten y atraigan preferentemente ciertas personas, porque él intuye que será más fácil reproducirse con ellas. Cuesta creer que «un flechazo» es la consecuencia del mandato impositivo de esos ácidos y que no iban descaminados aquellos que hablaban de que había «mucha química» en las parejas que se atraían.

¿Cuál sería nuestra decepción si descubriéramos que los millones de enamoramientos románticos descritos en la literatura universal, no son más que una visión idealizada de la atracción genética de reproducción de los genes, que controla y dirige nuestro cerebro? Si prescindimos de esa «obsesión genética», por asegurar la reproducción de los genes, (que es lo único,auténticamente personal que dejamos tras la muerte) sería muy difícil explicar buena parte de los condicionantes que actúan sobre nuestras relaciones sexuales, como la fidelidad de la pareja, los celos, la familia tradicional, la condena de la endogamia etc.

Para colaborar con los genes, y compensar el gasto de energía gastada en la reproducción, la naturaleza en su evolución,ha conseguido que las relaciones sexuales vengan acompañadas de placer y con el tiempo lo que era un efecto derivado, el placer, se ha ido convirtiendo en el objetivo principal de las relaciones sexuales. La comercialización del sexo buscando sensaciones de placer, evoluciona buscando nuevas formas, pero no es un fenómeno nuevo puesto que la prostitución es un fenómeno que, pese a haber sido periódicamente perseguido, acompaña a los humanos desde las primeras culturas.

En la época actual de maquinismo creciente se han multiplicado y perfeccionado para su comercialización, los objetos y utensilios que permiten con su uso experimentar placeres cercanos a los experimentados en las relaciones de pareja. El «último grito» del negocio parece haberlo dado un tal Matt McMullen que desde 1997 venía fabricando en California muñecas sexuales de silicona tan hiperrealista que, como al Moisés de Miguel Ángel, su autor les ha pedido que hablen. Para conseguirlo McMullen ha recurrido a la inteligencia artificial dotando a estas muñecas, casi perfectas físicamente, de un «cerebro» robótico programable, que les permite interactuar y sostener una conversación entretenida e interesante con seres humanos.

El diseño, personalizado, pretenderá adaptarse a los gustos del cliente y las muñecas, alegres, afectuosas y habladoras aprenderán muchos detalles sobre los gustos de sus dueños, conforme discurran su relación con ellos, e imitarán gestos para “expresar emociones” de sorpresa, interés o placer.

No poca gente ha mostrado pánico al conocer que había comenzado en California el período «de gestación» de esta revolucionaria criatura que en nada se parece a la narrada por Polanski en “la semilla del diablo. Algo parecido debió sentir Isabelle la protagonista de la película 'Tamaño natural' de Berlanga, cuando descubre que su marido se ha divorciado de ella y se ha enamorado de un maniquí con la complacencia de su suegra. Michel, el marido, se ha enamorado del maniquí en buena parte, porque el maniquí no envejece, no habla, no enferma y no le exige satisfacer sus caprichos.Michel acaba con «la vida» del maniquí cuando siente celos, porque descubre que le ha sido infiel con otros hombres.

El tema podría dar lugar a cientos de enfoques y comentarios y como por muchos y grandes que sean los cambios sociales, son siempre también muchos los que permanecen,apenas acabado el llamadoaño de las mujeresno será fácil enfocar ciertos temas sin que se alteren los contertulios.
Ciñéndonos a las relaciones hombre-mujer Christine de Pizán escribió en 1405 que «la desventaja de la mujer no está en la naturaleza sino en la costumbre», y Demóstenes, casi cuatrocientos años anterior a Cristo escribió: «Tenemos a las hetairas para el placer, a las criadas para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las esposas para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares».

Cuatro siglos antes que Demóstenes, Homero hacía aparecer a las mujeres como «accesorios» de los varones a título de madres, hijas,esposas o amantes de héroes o dioses. Admitiendo que todo cambia y que los genes permanecen, creo que hoy éstos, se encuentran algo más desconcertados porque a los anticonceptivos, la inseminación artificial y la fecundación extrauterinala muñeca erótica inteligente ha irrumpido en el mercado.