Jerónimo Parra: «En dos años no habrá solución posible porque todos habremos muerto»

«La población abre el grifo y sale agua, pero el lobo ha venido y lo tenemos entre nosotros, en medio del corral»


Jerónimo Parra en la sede de Asempal.

ALMERÍA HOY / 15·02·2018

Para los empresarios de la comarca, no sólo para los del mundo de la agricultura, todos los problemas «son secundarios en relación a la falta de agua». Jerómimo Parra, miembro destacado de las directivas de ASEMPAL y la Cámara de Comercio, vislumbra un panorama muy negro si no se encuentran soluciones inmediatas. De lo contrario, asegura que «en dos años todos habremos muerto».


Ustedes nunca han dejado de exigir las infraestructuras que necesita Almería y, en particular, el Levante, pero ahora hacen especial hincapié en las relativas al agua, ¿por qué?

Porque entendemos que el AVE y el resto de las infraestructuras que los gobiernos de Andalucía y España deben a esta comarca son secundarios en relación al problema que tenemos con la falta de agua. Las comunidades de regantes ya nos han remitido cartas para decirnos que no podemos tener acceso a más agua de la que tenemos en propiedad y, si no cambia la situación, ni siquiera tendremos derecho a eso.

¿Cómo hemos podido llegar a este punto?

En esto hemos de ser muy críticos. Los regantes vienen avisando desde hace muchísimo tiempo y nadie ha hecho nada para evitar que, en pleno siglo XXI, todavía tengamos que mirar al cielo para asegurar que el pilar básico de nuestra economía no se derrumbe. Se ha estado dejando pasar el tiempo a ver si llueve, y la situación que nadie quería ha llegado. A nivel empresarial, es nuestra principal preocupación, y debería serlo, también, a nivel político.

Sin embargo, no se observa una especial inquietud entre la ciudadanía.


La población abre el grifo y sale agua, pero el lobo ha venido y lo tenemos entre nosotros, en medio del corral. No estamos concienciados de lo que se avecina, sin embargo, la falta de agua es un problema de todos, no sólo de los agricultores. Se trata de un contratiempo que dejará en paro, en nuestra comarca, a miles de personas que trabajan en el sector agrícola, a los que se sumarán muchos más en industrias afines y en las demás actividades, porque todas esas familias, sin ingresos, dejarán de consumir en los establecimientos de la zona en la medida que lo hacen ahora y, muchas, se irán de aquí a buscarse la vida.

Pinta muy negro el futuro.

Es que si las empresas agrícolas de nuestra área dejan de abastecer a sus clientes de toda Europa, éstos tendrán que buscar sus productos en otros mercados, y no será tan fácil recuperar las ventas que tanto trabajo les ha costado conseguir. Son consumidores que están encantados con la calidad, condiciones de higiene y salubridad que encuentran en nuestras frutas y hortalizas, pero la ineptitud y la desidia de los gobernantes pueden dar al traste con décadas de esfuerzo de muchísimas personas.

¿Cómo valoran ustedes el espectáculo que ofrecen los gobernantes de las distintas administraciones sobre quién es el responsable de la situación?

¡Por favor! que no nos vengan con el rollo de las competencias. Que cada cual haga lo que debe y reme en la misma dirección porque, de no hacerlo así, el barco acabará hundido y, con él todos nosotros, que somos los que vamos dentro. Resulta lamentable, pero, desgraciadamente, estoy seguro de que, mientras llegamos al fondo de la fosa, los diferentes políticos seguirán discutiendo sobre quién tenía la competencia para resolver el problema mientras se ahogan con todos.

Sin embargo, no parece que vayan a implementarse medidas nuevas al menos hasta dentro de dos años.

En dos años no habrá solución posible porque todos habremos muerto. Es el futuro inmediato que aguarda a las empresas agrícolas y a los habitantes de la comarca. Insisto en que no se trata sólo de la agricultura. El turismo también se verá seriamente afectado, porque necesita el agua. Los gobiernos deben ser conscientes que el sol y el clima están donde están y los hombres no estamos en condiciones de transportarlos de un lugar a otro. Les ocurre como a los minerales, que es necesario extraerlos donde existen. Pero el agua es diferente. Se puede producir mediante plantas desaladoras o mover de sitio gracias a trasvases. Tanto Diego Martínez Cano, presidente de la Cámara de Comercio, como José Cano, de la Asociación de empresarios de Almería (ASEMPAL), exigen un plan que asegure el abastecimiento para siempre, pero también soluciones inmediatas.


«El daño que va a hacer la desidia de los gobernantes es incalculable»

El empresario estuvo presente el pasado 22 de enero en un desayuno con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y no daba crédito cuando la escuchó «exhibir como logros obras que deberían llevar años terminadas».

Además, Parra le advertía que «el problema más importante que tenemos ahora es el agua. Es la base de toda nuestra economía. Los empresarios agrícolas están a punto de perder los clientes que tanto trabajo les ha costado encontrar. El daño que va a hacer la ineptitud y la desidia de los diferentes gobiernos que no han sido capaces de asegurar un recurso tan necesario para los miles de puestos de trabajo que viven de él, es de proporciones incalculables».

En otro orden de cosas, el dirigente de los empresarios reprochaba a la presidenta andaluza que «a estas alturas no se puede venir a Almería a decir que pronto se van a reanudar los trabajos del desdoblamiento de la carretera de Vera a Garrucha, que llevan siete años y medio parados, o que se va a licitar en breve la depuradora de Antas, que desapareció hace más de cinco años y, desde entonces, todo el pueblo está meando en el río».

En cualquier caso, el empresario reconocía estar «harto de promesas», y aseguraba que los emprendedores de la provincia quieren ver «hechos y realidades». «Ya no nos bastan las palabras. Queremos que los gobernantes vengan a inaugurar obras y cortar cintas. Todo lo demás es humo».

Y, para terminar, advertía que «el problema más importante que tenemos ahora es el agua. Es la base de toda nuestra economía. Los empresarios agrícolas están a punto de perder los clientes que tanto trabajo les ha costado encontrar. El daño que va a hacer la ineptitud y la desidia de los diferentes gobiernos que no han sido capaces de asegurar un recurso tan necesario para los miles de puestos de trabajo que viven de él, es de proporciones incalculables».