Hablar para confundir

Parece que hemos superado lo de «todos y todas». Hemos llegado al femenino genérico


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AMANDO DE MIGUEL

No está claro que hablemos sólo para clarificar las ideas. Sobre todo en el lenguaje que podríamos llamar público muchas veces se mantiene un discurso deliberadamente confuso. Veamos un ejemplo reciente. Antes hablábamos con naturalidad de cojos, sordos, ciegos, inválidos, mutilados, etc. para describir a los individuos con alguna deficiencia física. La cosa era bien natural. Llegó un momento en que se necesitaba una etiqueta para englobarlos a todos, más que nada para recibir prestaciones o ayudas oficiales. Se les llamó «minusválidos». Pero pronto se vio que esa voz podría ser ofensiva, como si los tales tuvieran la culpa de su situación.

Luego se pasó a «discapacitados», que podían ser físicos o mentales. En lugar de «mentales» se dijo «intelectuales». Pero recientemente ha vuelto a complicarse aún más el asunto del posible estigma. Así que ahora se exige llamarlos «personas discapacitadas» o, mejor, «personas con capacidades diferentes». Si siguiéramos por ese camino de sustituir las palabras por circunloquios, pronto ya no se podrá hablar de «negros» o «pelirrojos», sino de «personas subsaharianas de color» o «personas con el pelo rojizo».

Uno de los programas más seguidos de los medios audiovisuales es el del tiempo atmosférico. A todos nos interesa. Suelen emitirse pensando en los excursionistas o los que hacen 'escapadas' fuera de su localidad. Así pues, el tiempo «adverso» es el que «amenaza lluvia», o más bien «precipitaciones». Resulta que la lluvia, la nieve, el viento y otros meteoros pueden pasar a ser «protagonistas». Es así porque el tiempo atmosférico se convierte en un relato más como la política o el fútbol.

El aire relamido de las crónicas meteorológicas no termina ahí. Cuidado que es fácil de entender lo de las galernas del Cantábrico. Pero ahora se han convertido en «ciclogénesis explosivas» con «fenómenos costeros adversos». En los Estados Unidos se habla ya de «ciclones bomba» para las borrascas más espectaculares.

Un caso más. En el Ayuntamiento de Barcelona (regentado por Inmaculada Colau), donde reina la terminología populista de la ideología de género, han sacado una ordenanza para mejorar las condiciones de las viviendas humildes. La llaman oficialmente «vivienda para todas». No es una errata: «todas» en femenino. Parece que hemos superado lo de «todos y todas». Hemos llegado al femenino genérico.