Consejos maquiavélicos a políticos

Si Ud. lector no se dedica a la política, puede elegir si abandona o no aquí la lectura, pero si es Ud. político de profesión le aconsejo que esté atento a los próximos artículos de esta miniserie


..

CLEMENTE FLORES

Hacer crítica social y, a resultas de ella, repartir consejos moralizantes es una costumbre que puede producir cierto hastío en el lector y cierto malestar y amargura en quien escribe. Influido por el momento, en que el revuelo y el cacareo del corral en Cataluña tiene tan alterada la granja, pretendo escribir sobre el poder porque hacía mucho tiempo que no se respiraba tanta incertidumbre sobre quien tiene los poderes en este país y quien debe aplicarlos en cada momento.

Siguiendo mi costumbre, voy a hacerlo en forma de miniserie a través de varios artículos concatenados y por esta vez voy a procurar no dar consejos propios, sino valerme de los que nos dejó Nicolás Maquiavelo que a través de muchos años y habiendo corrido muchos peligros pudo recopilar una serie de experiencias que tienen, en mi opinión y la de muchos que han seguido sus consejos, vigencia perenne.

Si Ud. lector no se dedica a la política, puede elegir si abandona o no aquí la lectura, pero si es Ud. político de profesión le aconsejo que esté atento a los próximos artículos de esta miniserie.

En el año 1978, cuando se aprobó la Constitución, tenía yo 36 años y acababa de completar diez cursos académicos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Con un elenco de veteranos profesores como Carlos Ollero,Morodo, Maravall (El Viejo), Manuel Fraga, etc. y otra generación no menos valiosa, aunque algo más joven como Antonio Elorza, Álvarez Junco, Mari Carmen Iglesias o Joaquín Leguina,los comentarios y análisis del Régimen que desaparecía y del nuevo Régimen del 78, como le llama despectivamente, el actual líder de Podemos, fueron continuos e intensos antes y después de la muerte de Franco.

Él, Pablo Iglesias, nació cuando se había aprobado la Constitución y se formó en la misma facultad que yo, liberada por el que llama nuevo “régimen” de la presencia y el control de la policía. Le han dado clase algunos de mis compañeros de promoción y alguno de los jóvenes profesores de antaño, que ya no lo son tanto.

No suenan igual las cosas cuando te las cuentan que cuando las vives y aunque él y otros tengan opiniones propias sobre el nuevo sistema político que se implantó y la forma en que se hizo que, además, tienen todo el derecho a exponer, cuando lo hacen deberían tener más respeto a las opiniones de los demás y algunas dudas sobre sus lagunas, intencionadas o no, que son manifiestas y ostensibles.

Para los componentes de mi generación que seguimos conatención la redacción de la Constitución, al hilo de lo que hoy escribo, suponía un logro casi revolucionario leer en su artículo primero que 'La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado'.

Esta declaración, aceptada y refrendada por los españoles, suponía un antes y un después en la Historia de España.

Cientos de libros históricos habían estado dedicados a explicar y justificar el origen divino del poder heredado por los reyes y depositado en los gobiernos y mi generación había leído durante toda su vida, en las monedas oficiales, que Francisco Franco era Jefe del Estado por la Gracia de Dios. La Iglesia le reservaba, como tal, la entrada en los templos bajo palio como si del mismo Dios se tratase.

Hasta los caciques de los pueblos habían defendido con uñas y dientes tener derechos y prebendas heredados.
Costumbres hacen leyes y es posible que el pueblo tuviese miedo de creérselo del todo y que los políticos estuviesen decididos a aceptarlo de forma rotunda.

Hoy, pasados los primeros cuarenta años de vida de la Constitución uno piensa con relación al ejercicio del poder, que las cosas no han ido como debían fundamentalmente debido a dos grandes razones:

-En primer lugar, los políticos elegidos no se consideran responsables ante sus electores de las consecuencias derivadas del empleo del poder que se les ha confiado temporalmente, aunque ninguno desdeña gozar de los privilegios que asigna al puesto político que ocupa.

-En segundo lugar, no se ha establecido ni respetado, en la práctica, la separación entre los poderes legislativo y ejecutivo.
¿Qué han pretendido, en general, durante este período, los políticos utilizando el poder que se les ha otorgado?
Casi sin excepción, han intentado influir en la formación de opiniones y así dominar las conductas de los ciudadanos buscando controlar personalmente los recursos públicos y disponer su empleo discrecional en beneficio propio y/o en la compra de muchas voluntades.

¿Qué responsabilidad sobre el revuelo y el cacareo catalán no está motivada por los desvíos del uso del poder que han hecho los políticos?
¿Consejos moralizantes? Hoy no, porque voy a limitarme a contar lo que escribió Maquiavelo. Empezaremos otro día.