Carreteras congeladas

Cada año, el frío nos pilla desprevenidos. A nosotros porque llega de golpe y nunca estamos preparados, a las autoridades porque los robos y las crisis han hecho que los presupuestos de ministerios y consejerías se conviertan en un parque temático para los recortes


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MARIO SANZ CRUZ

Este invierno, el frío llegó de golpe, tuvimos que cambiar las camisetas y las chanclas por el abrigo y las botas. Un día nos estábamos bañando y al día siguiente tiritando. Hace años que echo de menos los entretiempos, esos periodos en los que las abuelas usaban las rebequitas y los jóvenes las sudaderas ¿Dónde está el otoño, esa transición más o menos suave, con lluvias, que nos preparaba para el invierno?

Los negacionistas del cambio climático siguen diciendo que son ciclos, que nada de lo que nos pasa es raro, que todo se repite y cosas por el estilo; pero todos vemos, día a día, cómo cambia nuestro clima, con sequías persistentes en unas zonas, aguaceros sin control en otras, grandísimos cambios de temperatura de un día para otro, veranillos entre los inviernos, inviernillos entre los veranos, etc., etc.

Cada año, el frío nos pilla desprevenidos. A nosotros porque llega de golpe y nunca estamos preparados, a las autoridades porque los robos y las crisis han hecho que los presupuestos de ministerios y consejerías se conviertan en un parque temático para los recortes. Así estamos como estamos, quedándonos pillados por nieve en las autopistas de peaje, llevándonos por delante a los ciclistas y los peatones, y aumentando notablemente el número de accidentes y muertos en carretera cada año.

La falta de personal y de presupuesto para conservación de carreteras lleva a su deterioro paulatino, haciendo nuestras vías cada año más peligrosas. La falta de trabajo y los sueldos de mierda hacen que exprimamos nuestros coches al máximo, envejeciendo mucho el parque móvil, lo que también hace más peligrosas nuestras carreteras. Muchos no tienen ni para un coche viejo, así que tienen que moverse andando o en bicicleta por carreteras sin arcenes, un peligro más. La frustración, la falta de educación, la falta de horizontes vitales, la marginación y la pobreza hacen que la gente beba más de la cuenta, se drogue o se le vaya la olla, haciendo más peligrosas aún nuestras carreteras.

¿Y qué hacen nuestras autoridades para solucionar estos problemas? Pues, no mucho, o no mucho positivo. Sobre todo, dedican grandes esfuerzospara responsabilizarnos a nosotros de todo lo que pasa. ¿A quién se le ocurre tener un coche viejo con las ruedas casi lisas, solo porque no tiene dinero para cambiarlo? ¿A quién se le ocurre salir de casa los puentes y los festivos, solo porque no tiene otros días libres? ¿A quién se le ocurre confiar en que una autopista de peaje tenga medios suficientes para hacer frente a una nevadamediana? ¿Quién es tan inconsciente que no lleva media ferretería, una tienda de ultramarinos, ropa de cama y mesa, etc.; cuando sale por las principales carreteras nacionales?

Menos mal que está ahí la Unidad Militar de Emergencias, para sacar las castañas del fuego, aunque ya un bastante quemadas, al Gobierno. Esa meritoria Unidad Militar hace el trabajo que deberían haber hecho antes muchos civiles, para evitar su intervención de emergencia. Quizás sería mejor invertir más en mantenimiento de nuestra red vial, dar trabajo en seguridad y prevención, reponer las bajas en la Guardia Civil de Tráfico; crear muchas unidades civiles que eviten las emergencias antes de que sucedan. Pero no. Los políticos se dedican a ponerse chulos, a echar balones fuera y a justificarlo todo con la falta de recursos disponibles que, por otra parte, han provocado ellos mismos o sus compañeros de partido, derivando el dinero público a sus bolsillos. Así nos va.