Crónica de una senadora que votó sí al 155

Era necesario restablecer la legalidad en Cataluña cuanto antes y devolver la estabilidad a toda España, nuestro País, la Nación de nuestros hijos


La senadora almeriense Maribel Sánchez (PP).

MARIBEL SÁNCHEZ

Han pasado ya más de seis años desde que, por primera vez, juré guardar y hacer guardar la Constitución Española porque los vecinos de Huércal Overa decidieron con su voto que formara parte del gobierno municipal como concejal de su Ayuntamiento. El 19 de julio de 2016 volví a repetir el mismo juramento. En esta ocasión, fueron la mayoría de los almerienses quienes quisieron que les representara en el Senado, y la tarde del 27 de octubre cumplí con ese compromiso. Única, simple y precisamente eso: acaté mi promesa de guardar la Constitución.

Reconozco que el Pleno extraordinario que tuvo lugar aquel día —me niego a escribir que se celebró— nunca debió suceder, pero se hizo necesario como consecuencia, exclusivamente, de la irresponsabilidad y la sinrazón del ya expresidente Puigdemont y de su cesado 'Govern'.

Con la votación de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pusimos en marcha el mecanismo que restauraría la legalidad en Cataluña y, al mismo tiempo, permitiría restablecer la normalidad y la convivencia en una región tan catalana como española. Fue un día muy duro. Durante toda la sesión plenaria se respiraban sentimientos de tristeza y de cierta frustración, tanto dentro como fuera del hemiciclo, que se pusieron a flor de piel en el momento en que se inició la votación.

Ya no había otra solución. Sólo quedaba un camino y el silencio lo inundó todo. Un silencio que, rápidamente, impregnó cada rincón del Senado justo después de votar el que ya es el artículo más famoso de nuestra Carta Magna. Un silencio que,reconozco, me impresionó. Era una sensación extraña la que me embargó y ocupó todo el volumen que encierra mi piel.Una emoción diferente a todas las que hasta entonces había vivido y muy difícil de explicar.

La responsabilidad y la conciencia de saber que estábamos decidiendo algo tan sumamente trascendental pesaba, pero me sentía preparada. No había
miedo ni dudas. Era ya la única vía posible que permitiría devolver la normalidad, la cordura y la dignidad a las instituciones catalanas. Durante la votación, me acompañó el compromiso que asumí con mi provincia y con todos los almerienses. No me sentí sola en ningún momento. Represento a una gran provincia donde la inmensa mayoría de sus ciudadanos, tenía —y tiene— tan claro como yo que, a esas alturas, no había alternativa. En ese mismo instante, me vino a la memoria mi hijo, quién precisamente al día siguiente cumpliría ocho años, y tantos niños, como él, de Cataluña y del resto de España. Nuestros hijos.

Percibí que,ciertamente, en ese momento había muchas cosas en juego, demasiadas quizá y, precisamente por ello, era necesario restablecer la legalidad en Cataluña cuanto antes,y devolver la estabilidad a toda España, nuestro País, el que es y será, la Nación de nuestros hijos.

Yo quiero un país estable y en paz para nuestros hijos. Quiero un país con más oportunidades para todos.Quiero trabajar por una España en la que estemos todos, que se adapte, continuamente, a los nuevos tiempos para que siga siendo ejemplo en Europa y modelo a seguir para muchos países.
Creo firmemente en el Estado de Derecho. Quiero que se cumpla la Ley en mi País, condición imprescindible para poder seguir progresando y ser cada día mejores y, es por todo ello, que voté con absoluta firmeza la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, segura al 100% de que estaba contribuyendo con mi voto a ese modelo de país en el que yo he vivido y por el que cada día todos, desde nuestro pequeño lugar en el mundo, estamos trabajando para seguir consiguiendo una España más democrática, más social, más justa y mejor. Una España de la que se sientan orgullosos nuestros hijos, querida por nuestros vecinos europeos y admirada en todo el mundo.