Bolivia

No digo yo que Pedro Sánchez sea nacionalista por defender la plurinacionalidad de España, como tampoco creí que lo fuera cuando dio un mítin con la enseña nacional más grande que se recuerda. Lo que digo es que los 'barones' amigos —que no todas las baronías son malas y esto va por barrios—, es decir, Iceta o Armengol, ya aplauden con las orejas que puedan contentar al votante nacionalista de sus respectivas comunidades autónomas

Bolivianos en una concentración indígena. // Imagen: EuropaPress


PABLO REQUENA

Después de las tormentas políticas del proceso de primarias socialista, por un lado, y de la moción de censura podemita, por otro, reaparece Pedro Sánchez rodeado por sus incondicionales, alejado de sus «traidores» compañeros de filas y proclamado, por segunda vez, como la alternativa natural a la presidencia de Rajoy. Dicen que segundas partes nunca son buenas, pero él aspira a ser la excepción a la regla.

Sin embargo, lo que muchos se preguntan es qué ha cambiado realmente entre quien lideraba el PSOE hasta el pasado mes de octubre y quien lo hace ahora. Es cierto que han transcurrido pocos meses desde entonces, pero no menos verdad que han ocurrido cosas por el camino capaces de cambiar a cualquiera. Y, en este caso, Pedro Sánchez no es la excepción, ya que él mismo se llena la boca con la palabra 'cambio' en cada ocasión.

Amén de las diferencias obvias entre el Pedro Sánchez de antes y el de ahora —como el hecho de que ya no pueda argüir que los barones de su partido le cortan las alas para hacer y deshacer a su antojo—, el cambio más sustancial en el discurso del flamante secretario general del PSOE es la admisión del término «plurinacionalidad» como maná que nos va a salvar de la grave crisis territorial que afronta España, con un referéndum secesionista en Cataluña a la vuelta de la esquina, y con los nacionalistas vascos aguardando su turno.

Como el propio vocablo indica, asumir que España es un estado plurinacional es tanto como decir que no es una sola nación, sino varias. ¿Cuántas? ¿Dos? ¿Tres? ¿Cinco? ¿Diecisiete? No lo saben ni ellos, pero es ahora es lo de menos. Lo de más es que el concepto de plurinacionalidad, según no pocos juristas, es contrario a la Constitución actual. Fernández Vara, el único 'barón' susanista que se ha acercado a Sánchez tras la debacle de las primarias, dice que lo de la plurinacionalidad hay que entenderlo dentro de la Constitución de 1978. Me da a mí que no es lo que tiene su jefe en mente.

Por otro lado, cuando le preguntan por lo mismo a uno de los nuevos 'pesos pesados' de la dirección del PSOE, Ana Lastra, se descuelga poniendo a
Bolivia como ejemplo de plurinacionalidad. Pues con unos aplaudiendo a Venezuela y con otros fijándose en Bolivia, el futuro de la izquierda española, sin duda, va por buen camino. Claro que, para arreglarlo, Óscar Puente asegura que la plurinacionalidad es un concepto que se está desarrollando, y que no tiene por qué ser la solución al problema catalán. Pa habernos matao.

¿Pero qué demonios significa, a efectos reales, que España pase a ser considerada como una «nación de naciones»? ¿Se van a contentar Junqueras, Puigdemont, Rufián y compañía con ser una nación dentro de España? No. ¿Va a significar nuevas cesiones en materia de competencias administrativas? Difícilmente, ya que vivimos en uno de los países más descentralizados de los cerca de doscientos que hay actualmente reconocidos por el mundo. Pero, lo más difícil todavía: ¿Se puede ser socialista y nacionalista al mismo tiempo?

A mí me han enseñado que el socialismo es, por definición, internacionalismo. Puede —sólo como posibilidad remota— que a ello se deba el hecho de que Pedro Sánchez, nada más imponerse en las primarias a Susana Díaz, entonara con los suyos la 'internacional'. Y claro, internacionalismo y nacionalismo, pues como que no casan. Como tampoco casaba un engendro político como el nacional-socialismo de un tal Adolfo Hitler.

No digo yo que Pedro Sánchez sea nacionalista por defender la plurinacionalidad de España, como tampoco creí que lo fuera cuando dio un mítin respaldado por la enseña nacional más grande que se recuerda. Lo que digo es que los 'barones' amigos —que no todas las baronías son malas y esto va por barrios—, es decir, Iceta o Armengol, ya aplauden con las orejas que puedan contentar al votante nacionalista de sus respectivas comunidades autónomas.

En 2011, Peces-Barba dejaba clara su posición sobre este debate al afirmar que «en España no hay más que una nación soberana», y lo demás son «naciones culturales». ¿Rescatará Pedro Sánchez la 'plurinacionalidad cultural' sin necesidad de empaparse de la tradición política boliviana?