De cuando Rajoy era Pedro Sánchez

Si a estas alturas alguien me sale con estadísticas para dejar patente cómo entonces, con aquellos malísimos resultados de 2011, el PSOE obtenía más votos que ahora, yo le saldré con que, por aquellos tiempos, no existía Podemos, que le come la tostada por la izquierda, ni estaba tan asentado Ciudadanos, que se la come por el centro-derecha. Habría que ver en qué habría quedado el PSOE de Rubalcaba compitiendo con 'naranjas' y 'morados' a la vez...


Pedro Sánchez, eufórico tras ser reelegido como secretario general del PSOE.

PABLO REQUENA

Tenía mis dudas sobre cuántos nos acordaríamos de aquellas dos derrotas electorales de Mariano Rajoy en sus dos primeros intentos para llegar a la Moncloa —en 2004, cuando el PP perdió la mayoría absoluta ante el PSOE de Zapatero, quien volvería a mojarle la oreja al gallego cuatro años después—. Ahora, esas dudas se tornan en la certeza de que debemos de ser muy pocos a tenor de lo que veo, escucho, leo y palpo tras el proceso de primarias socialista que ha terminado con Pedro Sánchez como 'nuevo' secretario general de su partido.

Digo que tenía mis dudas porque buena parte del leitmotiv contra Pedro Sánchez, tanto por parte de la candidatura de Susana Díaz como por parte del propio PP, consistía básicamente en recordar los pésimos resultados electorales —algo incuestionable— cosechados por el PSOE en toda España desde la llegada de Sánchez. Ello no es exclusivamente achacable al secretario general; el PSOE ya venía tocado de antes. O, ¿acaso vamos a olvidarnos también de cómo estaban los socialistas tras la victoria del Rajoy en las generales de 2011? ¿Como prácticamente todo el mundo advertía del 'peligro de extinción' de los socialistas tras la dimisión de Rubalcaba? ¿O cómo Patxi López había pasado de ser lehendakari a cosechar los peores resultados históricos del PSOE en el País Vasco? ¿O como Susana Díaz también ha obtenido los peores resultados en Andalucía?

Si a estas alturas alguien me sale con estadísticas para dejar patente cómo entonces, con aquellos malísimos resultados de 2011, el PSOE obtenía más votos que ahora, yo le saldré con que, por aquellos tiempos, no existía Podemos, que le come la tostada por la izquierda, ni estaba tan asentado Ciudadanos, que se la come por el centro-derecha. Habría que ver en qué habría quedado el PSOE de Rubalcaba compitiendo con 'naranjas' y 'morados' a la vez...

Cuando Rajoy volvió a ser derrotado en unas segundas elecciones generales, también hubo cierta contestación interna en las filas de su partido. Claro que no fue comparable con la de 'palos' que se ha llevado Sánchez —dimisión forzada incluida— por parte de los suyos, pero es verdad que también entonces hubo cierto 'runrún' contra el gallego. Incluso la que por aquella época parecía limpia de toda mácula, Esperanza Aguirre, amagaba con disputarle a Rajoy el liderazgo del PP. Finalmente, Rajoy aguantó el chapapote —esta vez figurado—, si bien el funcionamiento interno de PP y PSOE se parecen tanto como un huevo y una castaña.

Precisamente, están proliferando los 'críticos' con la celebración de primarias para elegir líderes y candidatos. Por supuesto, la mayor parte de ellos provienen del bando enemigo, es decir, del PP —sin olvidar a algún dinosaurio socialista tipo Solchaga o Rodríguez Ibarra—. Porque sí: los populares todavía parecen encantados con su sistema medieval de dedazos y congresos a la búlgara. A mí, particularmente, me parece estupendo que los militantes de los partidos sirvan para algo más que para pagar su cuota mensual y aplaudir todas y cada una de las tonterías de los suyos. Y a los que piensan que procesos como el vivido por el PSOE durante estos meses son dañinos, decirles todo lo contrario; se ha tratado de un proceso abierto, democrático y transparente que se practica en casi cualquier formación política de casi cualquier país democráticamente avanzado. En España, ya se sabe, aún vamos con retraso en estos asuntos.

Después de lo vivido en Ferraz este fin de semana, una vez más, el candidato del 'aparato' pierde. Ocurrió con Almunia y Borrell; con Bono y Zapatero; y ahora, con Díaz y Sánchez. Seguramente, algo así es lo que tratan de evitar en el PP con sus dedazos y 'bulgaros'. Pero no se confundan; este escrito no es una oda a la trayectoria política de Pedro Sánchez. Nada más lejos de la realidad. Lean sino lo que escribía sobre él hace justo una semana.

De hecho, el papelón que tiene por delante el madrileño para recomponer su partido sin que se rompa del todo no es moco de pavo; aguantar el tirón de la moción de censura contra Rajoy presentada por Podemos, ídem. ¿Y llegar a la Moncloa antes de dos o tres años? En eso está el 'nuevo' y a la vez antiguo secretario general del PSOE, y lo cierto es que, con un PP que está en minoría en el Congreso, cualquier cosa es posible.