Almería sin partido propio

La última en la frente fueron los Presupuestos Generales del Estado (PGE) más sangrantes que se recuerdan en nuestra tierra, con inversiones bajo mínimos en una provincia con no pocas carencias a resolver, incluyendo la llegada de la Alta Velocidad o el déficit hídrico en la 'huerta' de Europa. Y es aquí, en este punto, cuando echo de menos un partido político netamente almeriense, sin superiores en provincias lejanas donde Almería importa tanto como a mí el criquet británico


Imagen de archivo del 28 de febrero de 2016.

PABLO REQUENA

No es ningún secreto que entre los almerienses existe una corriente regionalista hastiada con los ninguneos o, directamente, con la mala praxis de los políticos para con esta castigada provincia —la más «puteada» de España según el presidente de los empresarios, o el «culo del mundo» si se me permite autocitarme—. Un regionalismo cuya cabeza más visible, actualmente, es la asociación 'Acción por Almería', desde la que, en honor a la verdad, se está efectuando una importante labor en la recuperación de tradiciones almerienses casi perdidas con el correr de los años.

Sin ir más lejos, no hace tanto que muchos desconocíamos bastantes cosas de nuestra indumentaria tradicional —que, por supuesto, no es el traje de faralaes—; hoy, cada vez más municipios almerienses hacen hueco a zaragüeles y refajonas en sus programaciones culturales. Eso, en lo referente a ropa tradicional. En el campo de la etnografía, el trabajo de 'Acción por Almería' también es para ser destacado. Especialmente interesantes resultan sus explicaciones sobre vocablos o expresiones que, a veces, se emplean exclusivamente en nuestra provincia.

Podría poner más ejemplos del buen hacer de este colectivo 'almeriensista' en el terrero de la cultura y el folclore. Sin embargo, pocos ejemplos —más bien ninguno— se pueden dar a la hora de hablar de una voz política propia para reclamar lo que, a todas luces, los partidos estatalistas o autonomistas no se atreven a exigir para Almería. Y desde 'Acción por Almería', al menos a corto-medio plazo, no están por la labor —aunque me consta que hay división de opiniones entre sus miembros sobre esta cuestión—.

La última en la frente fueron los Presupuestos Generales del Estado (PGE) más sangrantes que se recuerdan en nuestra tierra, con inversiones bajo mínimos en una provincia con no pocas carencias a resolver, incluyendo la llegada de la Alta Velocidad o el déficit hídrico en la 'huerta' de Europa. Y es aquí, en este punto, cuando echo de menos un partido político netamente almeriense, sin superiores en provincias lejanas donde Almería importa tanto como a mí el criquet británico.

Acaba de publicar el diario 'ABC' un especial titulado 'Granada, el viejo y olvidado reino que fue condenado al ninguneo' donde, a raíz de la disgregación del TSJA, se analizan los «desaires» que, desde el Gobierno andaluz, se perpetran contra nuestros vecinos granadinos. Se refiere 'ABC' a la «Andalucía de dos velocidades», al «atraso ferroviario» —en este punto, a un almeriense le da por reír—, y, en definitiva, a que nadie desde Sevilla mira con cariño hacia la ciudad nazarí. Nuevamente, un almeriense que lea el citado artículo tendría que hacer una pausa en su lectura, por mucho que Susana Díaz afirme llevarnos «en su corazón», para respirar hondo y esquivar un nuevo ataque de risa tonta.

Y como la lista de agravios —tanto de gobiernos autonómicos como centrales— es demasiado larga, y no quisiera yo aburrirles o repetirme en exceso, me despido dejando por escrito lo que, sobre todo en los últimos meses, no dejo de escuchar en bares y plazas de mi ciudad: que mientras Almería no disponga de un partido político propio, seguiremos siendo ese «culo del mundo» donde, sorprendentemente, parece gustarnos estar. Que no hace falta ser independentista catalán o 'abertzale' vasco para contar con una formación de ámbito provincial que mire por quien nadie más mirará. Observen la 'tajada' que se lleva el PNV a Vitoria o el único diputado de Nueva Canarias para las islas afortunadas (nunca mejor dicho).

Que los cántabros con su Revilla de turno o los aragoneses con su difunto Labordeta han conseguido más de lo que ha sacado Almería en toda su vida democrática. Que el recuerdo de la extinta Ural —Unión Regionalista Almeriense— es suficientemente viejo como para, aprovechando los medios actuales, redes sociales incluidas, tratar de volver a impulsar una iniciativa política de, para y por ciudadanos que habitan en esta esquinita de la Península.