Uso exagerado del cinismo

Claro que la concentración del 17 de marzo en Níjar contó con unos organizadores perfectamente identificados; las asociaciones At-Tawba y Almohamadia —creo escribirlas correctamente— con el aplauso de cierta formación política; los mismos colectivos que este fin de semana hacían llegar un comunicado a los medios en el que, además de señalar ese «uso exagerado de la violencia» por parte de la Guardia Civil, no se decía ni mu del exagerado uso de la violencia del muerto para con su desgraciada señora. Pero ni mu, oiga


Cientos de magrebíes se concetran por el presunto maltratador fallecido en San Isidro.

PABLO REQUENA

De las decenas de concentraciones reivindicativas celebradas en Almería en lo que va de año, la más multitudinaria de todas no ha sido la que reclamaba «un tren digno» cuando Renfe incumplió su promesa a los discapacitados de la provincia, ni la de médicos y enfermeros contra los «colapsos» en Urgencias, ni la de los padres del niño con síndrome de Angelman privado de un aula específica, ni la de los padres del niño que sufrió acoso escolar en Olula, ni la de los padres del colegio que la Junta va a cerrar en Albox, ni la de los sindicatos contra la última víctima de un accidente laboral, ni la de los agricultores indignados con la «crisis de precios» —casi todas ellas absolutamente justificadas—. No. La que más gente ha congregado ha sido la de centenares de magrebíes que se quejaban del «uso exagerado de la violencia» (sic) en el caso del hombre fallecido de un infarto cuando iba a ser reducido por la Guardia Civil por estar zurrándole a su mujer.

Para el que no sepa de qué va el tema, ALMERÍA HOY daba la primicia de lo ocurrido en la pedanía de San Isidro (Níjar) donde, según confirmaron fuentes policiales, un hombre de unos 50 años y origen marroquí fallecía cuando agentes de la Guardia Civil —que habían acudido por la llamada de un vecino alertando de un episodio de malos tratos— iban a arrestarle. Según ha sabido este medio, los mismos agentes le practicaron las técnicas de reanimación pertinentes en un intento de salvar su vida que, a la postre, resultaba en vano.

Hasta ahí, los hechos. Ahora vienen las interpretaciones de la turba que, nada más producirse la muerte del susodicho, se concentraba a las puertas del domicilio nijareño porque se había corrido la voz de que no se trataba de una muerte repentina, sino de un asesinato perpetrado por los agentes de la Benemérita personados en San Isidro. Esa fue, de hecho, la primera versión de lo acontecido que llegó a la redacción de ALMERÍA HOY; una versión que, realizadas las oportunas comprobaciones, cayó por su propio peso.

Claro que la concentración del 17 de marzo en Níjar contó con unos organizadores perfectamente identificados; las asociaciones At-Tawba y Almohamadia —creo escribirlas correctamente— con el aplauso de cierta formación política; los mismos colectivos que este fin de semana hacían llegar un comunicado a los medios en el que, además de señalar ese «uso exagerado de la violencia» por parte de la Guardia Civil, no se decía ni mu del exagerado uso de la violencia del muerto para con su desgraciada señora. Pero ni mu, oiga.

El lema de la manifestación era «Por el trabajo social y los derechos humanos». Pase lo del trabajo social aun desconcertándome su uso en el contexto que estamos tratando. Y supongo que nadie en su sano juicio tendrá nada que objetar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Entonces, ¿por qué esta concentración ha levantado tanta polémica en la redes sociales? Supongo que a mucha gente le resulta chocante que el país entero se la coja con papel de fumar cuando se habla de los derechos de la mujer —no digamos ya de los derechos de la mujer agredida— y que determinadas multitudes tengan carta blanca para pasárselos por el arco de Trajano.