La candidata Susana

«Un momento—dirán ustedes—; Susana Díaz no dijo nada de que vaya a optar a liderar el PSOE». Ciertamente, ella dijo muchas cosas en ese acto multitudinario celebrado en Madrid con alcaldes de toda España, aunque no las expresara todas con palabras. Su sola presencia en dicho acto es una de ellas. Y no fue una presencia fugaz o desapercibida; Susana Díaz ha sido la gran protagonista de un baño de masas entre los suyos que, si no mediara una próxima candidatura al liderazgo nacional del PSOE, no se entendería. Como diría aquél, ¿si no de qué?


Susana Díaz en el despacho del alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, el pasado mes de enero. // Imagen: Pablo Requena

PABLO REQUENA

Después de marear la perdiz como sólo ella sabe, la sultana sevillana ha confirmado lo que todos nos olíamos desde antes, incluso, de que Susana Díaz le hiciera la cama a Pedro Sánchez forzando su sonada dimisión. Aquello sucedió en octubre del año pasado, pero la presidenta de la Junta ha anunciado que deja Andalucía ahora, a mediados de febrero, para tratar de evitar la hecatombe del PSOE a nivel nacional y convertirse, quién sabe, si en la primera mujer que gobierna España desde la regencia de María Cristina. Y me parece totalmente legítimo por su parte.

«Un momento—dirán ustedes—; Susana Díaz no dijo nada de que vaya a optar a liderar el PSOE». Ciertamente, ella dijo muchas cosas en ese acto multitudinario celebrado en Madrid con alcaldes de toda España, aunque no las expresara todas con palabras. Su sola presencia en dicho acto es una de ellas. Y no fue una presencia fugaz o desapercibida; Susana Díaz ha sido la gran protagonista de un baño de masas entre los suyos que, si no mediara una próxima candidatura al liderazgo nacional del PSOE, no se entendería. Como diría aquél, ¿si no de qué?

«Tengo fuerzas, ganas e ilusión» son las palabras escogidas por la andaluza para, sin decir que se presenta, dejar claro que ahí está ella. Y que si su ‘compañero’ Pedro Sánchez elegía la Sevilla de Susana para anunciar oficialmente que volvería a disputar la secretaría general de su partido, Susana ha hecho algo similar en la Madrid de Pedro Sánchez. Simples gestos que, sobre todo en política, dicen más que mil palabras que, a menudo, no quieren decir nada.

Comenta doña Susana que no va anunciar su candidatura, por lo menos, hasta después del 28 de febrero, y se excusa aludiendo a la festividad de la fecha señalada, Día de Andalucía, como si a los andaluces nos fuera algo en esa extraña fiesta del calendario que no aceptan ni los andalucistas —que son más de celebrar el 4 de diciembre— ni los regionalistas, que tachan el 28-F como ‘día del pucherazo’. ¿Y los que no son andalucistas ni regionalistas? Pues de todo habrá en la viña del Señor, pero vamos, no abunda el entusiasmo por una jornada festiva que ni los cargos institucionales celebran el 28 de febrero, pues suelen hacerlo antes para disponer de más días de fiesta.

Ahora bien; mientras se hace oficial que Susana se presenta a las primarias del PSOE, faltan por despejar varias incógnitas en el cortijo andaluz que es la Junta. Está por ver, por ejemplo, quién será su sustituto en la presidencia andaluza, o si también éste se tomará año y medio para conocer al alcalde de Almería, o qué pasará con el documento de 20 páginas que el Ayuntamiento almeriense le entregó a Susana Díaz hace pocas semanas cuando, tras hacer un hueco en su apretadísima agenda de precandidata, se dignó a visitar la Casa Consistorial. ¿Volverán a caer en el olvido, o ya lo hicieron desde el primer minuto en el que Susana se subió en su coche oficial de vuelta a Sevilla?

En realidad, el alcalde recibió entonces a la presidenta en su despacho, que no está en la Casa Consistorial de la capital porque, como casi nadie ignora, las obras de la Plaza Vieja, que la Junta de Andalucía comenzó de forma oficial en 2004, siguen ahí, sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. Pero esto es otro cantar. A lo que voy es que me asaltan las dudas respecto al “compromiso” (sic) adquirido por Susana Díaz para con las decenas de proyectos pendientes en la capital, sin olvidar otros tantos en el resto de la provincia menos mimada por la Junta de Andalucía.

Claro que lo lógico es que Susana no renuncie a su cargo de presidenta de la Junta hasta no asegurarse la secretaría general del PSOE. Y que eso vaya a suceder, aun con el apoyo mayoritario del aparato de su partido, aún está por ver. Pedro Sánchez tiene tirón entre los militantes socialistas, y Susana entre los dirigentes. Recuerdo un congreso del PSOE en el año 2000 donde un Bono favorito en todas las quinielas y respaldado por el aparato quedó nueve votos por detrás de un desconocido Zapatero.

Las circunstancias de aquel PSOE y las del de ahora han variado, es cierto, pero sigue siendo un partido castigado en la oposición que trata de reencontrarse a sí mismo. Susana Díaz pudiera ser la solución… o no. A mí me da que el supuesto tirón que tiene la presidenta en su tierra se desvanece conforme atraviesa Despeñaperros, pero no me hagan mucho caso, que ya se sabe cómo de volátiles son las filias y las fobias entre políticos cuando se trata de arrimar el ascua a la sardina del sol que más calienta. De hecho, les propongo un curioso ejercicio; fíjense bien en las caras y nombres de los principales rostros que acompañan a los candidatos socialistas a dirigir el PSOE, y observen por dónde y con quién caminan esos mismos después de escogerse nuevo jefe de filas.