Camino Viejo, camino olvidado

Elementos que aún destacan en el paisaje, tales como el puente del Barranco de San Telmo, del s. XVIII, podrían ser destruidos y no pasaría absolutamente nada


Restos del Camino Viejo entre Almería y Aguadulce.

JESÚS ESCÁMEZ / 1·11·2016

Antes de que la muralla de la ciudad de Almería fuera destruida, antes de que fuera levantada, y antes incluso de que ciertos pobladores de la Edad Antigua decidieran asentarse al abrigo que ofrece la sierra que hogaño se conoce como 'de Gádor', ya existía un camino mediante el cual aquellas mismas personas se desplazaban entre los núcleos existentes por aquel entonces a lo largo de la línea de costa.

De la solera de este camino deja constancia el Itinerario Antonino, que sirvió de base para establecer la distancia entre las villas romanas del sureste peninsular entre los siglos III y IV d.C. Igualmente han llegado hasta nuestros días otros testimonios que permiten ilustrar —a quien tenga interés en conocerlos— acerca de su tortuosidad y del consecuente aislamiento que generó entre ambas comarcas hasta poco antes de ser proyectada la carretera conocida coloquialmente como 'de abajo', ya en el último tercio del s. XIX, momento a partir del cual el Camino Viejo dejó de prestar servicio y fue abandonado... pero ahí seguía, porque la carretera iba por otro lado.

Y desde entonces hasta ahora nos hemos olvidado de que lo tenemos, y por supuesto de lo que nos queda de él. Por añadidura, la construcción de la autovía A-7 en la década de los noventa del siglo pasado también supuso la destrucción en ciertos puntos del camino y la degradación de los tramos colindantes, que quedaron en consecuencia difícilmente accesibles; no obstante las afecciones provocadas son de un modo u otro solventables.

Por tanto, lo que ha quedado del Camino Viejo entre Aguadulce y Almería son varios tramos interrumpidos por la autovía y por las canteras existentes en ambos extremos; unos restos que hasta la fecha carecen de cualquier figura de protección patrimonial, lo cual quiere decir que, en un momento dado, determinados elementos que aún destacan en el paisaje, tales como el puente del Barranco de San Telmo, del s. XVIII, podrían ser destruidos y no pasaría absolutamente nada.

Ante esta situación, asociaciones de distinta naturaleza han trabajado siguiendo las líneas de acción que entraban dentro de sus posibilidades. En lo que respecta a Acción por Almería —a la cual me enorgullezco pertenecer—, con el apoyo de varias asociaciones de vecinos, ambientalistas y deportivas, hace ya varios meses presentamos un documento cuyo objetivo era justificar la recuperación del Camino Viejo como lugar de esparcimiento de los núcleos que conecta a toda aquella administración que consideramos que tiene competencias en la conservación del patrimonio.

La única respuesta obtenida vino de la Diputación de Almería, debido a que nuestra iniciativa estaba en consonancia con su proyecto de reimpulsar el Gran Sendero del Mediterráneo. Sin embargo, debido a la fuerte inversión necesaria en esta etapa para reponer la plataforma en aquellos lugares donde se ha perdido, esta institución se declara impotente por sí sola para materializar el proyecto.

Ante esto, la única salida posible es reclamar a todas las instituciones con competencias para ello que colaboren en la consecución de este objetivo mediante la aportación de las herramientas con que cuentan, pues en verdad todas pueden acogerse a alguna: Está el Programa de Caminos Naturales, y el de Puertas Verdes en los ámbitos estatal y autonómico, e igualmente se podría reclamar al Ministerio de Fomento una compensación por los puntos destruidos en forma de reconstrucción, y por supuesto a la administración autonómica instarle a proteger patrimonialmente el Camino Viejo en su conjunto.

De este modo y con cada administración cumpliendo con sus responsabilidades, la recuperación del camino sería viable; claro que todo proyecto de interés público tiene que demostrar, valga la redundancia, que el respetable público tiene interés en que salga adelante. Es decir, que para que las instituciones se empiecen a mover, es necesaria una sociedad decidida a impulsar este propósito; razón por la cual pedimos a ciudadanos y colectivos más o menos organizados que den muestras de su interés por la puesta en servicio del Camino Viejo ante las instituciones, pues al fin y al cabo se trata de patrimonio de todos para ser disfrutado por todos.


Jesús Escámez Berenguel es técnico de senderos y miembro de Acción por Almería.