Hallada en una de las sepulturas de la necrópolis de Baria, en Villaricos, su datación ha sido fijada entre el 525 y el 501 a.C, en el contexto de la colonización púnica del sureste peninsular
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| Estatuilla del dios Osiris expuesta temporalmente en el Museo de Almería. |
ALMERÍA HOY / 2·10·2016
Con el principal objetivo de acercar y divulgar nuestro rico patrimonio cultural, Almería Hoy y el Museo de Almería continuamos acercándote algunas de las piezas más interesantes que pueden contemplarse hasta el próximo 1 de noviembre en la exposición temporal Un puente de mar azul. Arqueología subacuática en Almería.
Procedente de una de las sepulturas de la necrópolis de Baria —Villaricos, Cuevas de Almanzora—, excavadas por el eminente arqueólogo Luis Siret entre los años 1890 y 1914, hallamos esta pequeña escultura en bronce del dios egipcio Osiris.
La figura, de 7,8 cm de altura, 1,5 de anchura máxima y de bulto redondo, representa de forma algo tosca e imprecisa a la deidad egipcia en su faceta de dios de los muertos, con el tradicional sudario en un cuerpo momificado y los brazos cruzados sobre el pecho. La cabeza aparece tocada con la tradicional corona egipcia, símbolo distintivo de los faraones y los dioses. El rostro, apenas esbozado por el artesano, presenta la barba ceremonial. La pieza está datada entre el 525 y el 501 a.C.
Según la mitología, Osiris fue un rey mítico, fundador de la nación egipcia, con un papel esencial en el mundo de ultratumba —murió como hombre y resucitó como inmortal—, ya que era el responsable de juzgar a los muertos, el que dictaminaba lo que les sucedería en el más allá. En el Libro de los Muertos, el faraón fallecido se identifica con este dios, del mismo modo que en vida se había identificado con su hijo, el dios Horus.
Además de esta estatuilla, en la necrópolis de Villaricos se localizaron otros amuletos tallados con la representación del dios Osiris —hoy en el Museo Arqueológico Nacional—, todos ellos encuadrados en el contexto de la colonización púnica del sureste peninsular, donde los contactos comerciales y culturales se han podido rastrear a través de los hallazgos arqueológicos.
Procedente de una de las sepulturas de la necrópolis de Baria —Villaricos, Cuevas de Almanzora—, excavadas por el eminente arqueólogo Luis Siret entre los años 1890 y 1914, hallamos esta pequeña escultura en bronce del dios egipcio Osiris.
La figura, de 7,8 cm de altura, 1,5 de anchura máxima y de bulto redondo, representa de forma algo tosca e imprecisa a la deidad egipcia en su faceta de dios de los muertos, con el tradicional sudario en un cuerpo momificado y los brazos cruzados sobre el pecho. La cabeza aparece tocada con la tradicional corona egipcia, símbolo distintivo de los faraones y los dioses. El rostro, apenas esbozado por el artesano, presenta la barba ceremonial. La pieza está datada entre el 525 y el 501 a.C.
Según la mitología, Osiris fue un rey mítico, fundador de la nación egipcia, con un papel esencial en el mundo de ultratumba —murió como hombre y resucitó como inmortal—, ya que era el responsable de juzgar a los muertos, el que dictaminaba lo que les sucedería en el más allá. En el Libro de los Muertos, el faraón fallecido se identifica con este dios, del mismo modo que en vida se había identificado con su hijo, el dios Horus.
Además de esta estatuilla, en la necrópolis de Villaricos se localizaron otros amuletos tallados con la representación del dios Osiris —hoy en el Museo Arqueológico Nacional—, todos ellos encuadrados en el contexto de la colonización púnica del sureste peninsular, donde los contactos comerciales y culturales se han podido rastrear a través de los hallazgos arqueológicos.
