Avionetas antilluvia y modificación del clima, ¿algo más que mitos?

¿Qué hay de cierto detrás de estos fenómenos? ¿Qué técnicas existen en la actualidad para modificar el clima? ¿Qué tipo de compuestos se utilizan para ello? ¿Pueden afectar a la salud?


Estelas en el cielo de Madrid. | AEMET.

ALMERÍA HOY / 1·10·2016

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha explicado este viernes su postura en relación al fenómeno de las llamadas avionetas antilluvia, así como al de la modificación del clima, tratando al tiempo de dar respuesta a algunas de las preguntas más frecuentes sobre estos temas, como qué hay de cierto en ellos, qué técnicas existen en la actualidad para modificar el clima, qué compuestos se utilizan para hacerlo o si pueden afectar a la salud.

Así, en un extenso artículo en su blog oficial, AEMET ha asegurado que no existe «fundamento físico» que respalde la creencia en el uso habitual de estas prácticas, detallando que «un sistema nuboso medio, de unos 1000 km3», contiene «cientos de miles de toneladas de agua».

En este sentido, aclara la agencia, las actividades sobre modificación artificial del tiempo que se llevan a cabo en más de 50 países y cuyo estado se recoge en los informes periódicos realizados por el comité de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), van encaminadas al incremento, modesto, de la cantidad de precipitación; a la reducción de los daños asociados y del tamaño del granizo y a la disipación de nubes muy locales en determinados aeropuertos o vías importantes de circulación. Estas actividades, añade, «se basan en tecnologías en desarrollo que todavía tratan de lograr una base científica sólida». Además, resulta muy difícil validar los resultados de las diferentes técnicas, dado que es imposible conocer de forma exacta la precipitación o el granizo que puede generar un sistema nuboso, y los resultados de la siembra estarían dentro de los márgenes de incertidumbre asociados a dichos fenómenos atmosféricos.

La técnica de siembra de nubes consiste en introducir partículas microscópicas con tamaños del orden de micras (10-3 mm) con propiedades higroscópicas —gran afinidad por el agua— o glaciogénicas —que permiten la formación de cristales microscópicos de hielo gracias a su estructura molecular similar a la del hielo—. Estas partículas se introducen desde tierra con cohetes o mediante medios aéreos. El fundamento de la técnica es aprovechar las sensibilidades microfísicas de modo que una perturbación relativamente pequeña inducida artificialmente en el sistema pueda alterar sustancialmente la evolución natural de los procesos atmosféricos. En definitiva se aleja a las gotitas de nube del equilibrio, de forma que se acelera y se promueve su crecimiento dentro de la nube por diferentes mecanismos, potenciando la formación de partículas de precipitación que terminan cayendo de la masa nubosa, explican desde AEMET.

Normalmente, prosigue, la siembra se realiza desde abajo para aprovechar las corrientes ascendentes presentes habitualmente por debajo de la base de la nube.

«Si bien no se han podido demostrar los efectos cuantitativos concretos de la siembra de nubes, se desconocen las consecuencias fortuitas de la modificación artificial del tiempo, por ejemplo, los efectos a sotavento y las repercusiones sobre el medio ambiente y la ecología».

Para el caso concreto de la reducción del tamaño y daños por granizo se suele utilizar como núcleo glaciógeno el yoduro de plata, apunta la agencia, en el que la principal hipótesis física es la competencia beneficiosa —creación de muchos núcleos precursores de partículas de granizo que compiten por el agua subfundida—. Aunque se han logrado progresos, la OMM establece que la comprensión de las tormentas todavía no es suficiente para permitir predecir con certeza los efectos de la siembra en la supresión del granizo o reducción de su tamaño, ha apostillado.

«En cualquier caso, la legislación en España, consciente de la importancia de este tema, ha establecido unos procedimientos muy claros para regular cualquier tipo de actuación que implique modificación artificial del tiempo».

La idea de la modificación artificial del tiempo con el objetivo de disminuir las precipitaciones es un asunto recurrente que aparece fundamentalmente durante los periodos secos tan característicos del clima en muchas zonas de España, y en concreto del este y sureste peninsular.

Si recurrimos a los datos de las series de precipitación de varias décadas, se puede comprobar que en una zona como la Región de Murcia, donde se denuncia repetidamente la presencia de las avionetas y el uso de otras técnicas para evitar la precipitación, no hay tendencias significativas estadísticamente en las precipitaciones anuales, concluyendo que la variabilidad interanual es muy grande y que nos encontramos en esa variabilidad natural. El sureste peninsular es desde tiempo inmemorial la zona menos lluviosa de España, y donde probablemente se encuentra ubicado el mínimo pluviométrico de Europa: El Cabo de Gata. Los motivos son completamente naturales. En primer lugar hay que hacer referencia a la circulación general de la atmósfera y a la orografía, que dejan esta zona al abrigo de los frentes nubosos procedentes del Atlántico, los cuales, tras sobrepasar las estribaciones montañosas, llegan al este y sureste de la Península muy debilitados, aclara.


¿Existe la geoingeniería?

Como recuerda AEMET, el término geoingeniería se utiliza para referirse a una amplia gama de técnicas, que incluyen las dirigidas a incrementar la precipitación, reducir el tamaño del granizo y la dispersión de nieblas ya comentadas. Asimismo, engloba experimentos dirigidos a contrarrestar las temperaturas en aumento asociadas con el cambio climático. El objeto es manipular el clima para reducir principalmente dos aspectos: las variaciones en la radiación solar y el aumento del CO2, y paliar de ese modo el incremento de la temperatura. Estas técnicas sugieren teorías encaminadas a disminuir la radiación solar que llega a la superficie terrestre aumentando el albedo o capacidad de reflexión de la superficie o de la atmósfera. Este segundo grupo de técnicas presentarían un impacto a escala regional e incluso mundial.

También se han realizado diversos experimentos en ciudades cercanas a los polos para proporcionar luz en la noche invernal, utilizando satélites que reflejan mediante velas la luz solar sobre la superficie terrestre.


¿A qué fecha se remonta el fenómeno? ¿Cuándo y quién lo descubrió?

Desde finales del siglo XIX, prosigue, se han realizado en el mundo diversos experimentos con cierto fundamento científico para satisfacer la demanda de agua, intentando incrementar las precipitaciones actuando sobre las nubes.

El holandés Veraart, en 1930, utilizando dióxido de carbono sólido —hielo seco— logró ciertos resultados positivos, por lo que se le puede considerar el primer precursor de la estimulación artificial de la lluvia, sin embargo no pudo explicar los fundamentos físicos de su experimento. Al comienzo de la década de los años 40, Findeisen demostró la posibilidad de estimular la lluvia y de combatir el granizo y la formación de hielo en los aviones —engelamiento—, llevando a cabo varias experiencias en vuelos entre 1942 y 1944 que permiten considerarlo como el padre de la modificación artificial del tiempo. En 1946, los norteamericanos Langmuir y Schaefer consiguieron provocar lluvia mediante la siembra de CO2, contribuyendo con sus experimentos y ensayos al conocimiento de los mecanismos de formación de las precipitaciones. A finales de esa década, el también norteamericano Vonnengut descubrió que el yoduro de plata o el yoduro de plomo constituían efectivos núcleos de hielo, aunque también puso de manifiesto la dificultad de las aplicaciones prácticas de estas técnicas.


¿Cuándo se puso en práctica por primera vez?

Desde la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del Gobierno Federal de los Estados Unidos se iniciaron, al comienzo de la década de los años 60, los experimentos y campañas financiadas, como fue el caso del proyecto Stormfury que pretendía atenuar la intensidad de los huracanes mediante la siembra de estos. Este proyecto, a pesar de las críticas de países como Cuba, se mantuvo durante dos décadas más, hasta que se reconoció que la siembra no influía en el comportamiento de los huracanes, explica AEMET.


¿Cuándo comienzan a aparecer en España los primeros fenómenos?

Además de la protección frente a las heladas, explica la agencia, tradicionalmente mediante la utilización de ventiladores o riego de los cultivos, el proyecto más importante en España fue el que se llevó a cabo en la cuenca del Duero entre 1979 y 1981, planteado y realizado por la OMM, con el nombre de Proyecto de Intensificación de la Precipitación (PIP).

En este ensayo, del que solo llegó a desarrollarse la primera fase, los resultados fueron decepcionantes y poco prácticos. La principal conclusión fue que se constató la necesidad de profundizar en el conocimiento de los procesos de física de las nubes y de la estructura de los sistemas nubosos antes de emprender nuevos proyectos de investigación u operativos.


¿Cuáles son las regiones más afectadas? ¿Por qué?

En todas las regiones donde se dan de forma frecuente la aparición de fenómenos meteorológicos adversos que afectan negativamente a alguna actividad económica, situaciones de sequía meteorológica persistente, nieblas, granizo, ausencia de nieve... Por ello,surgen iniciativas que buscan contrarrestar los impactos de esas situaciones meteorológicas. En la actualidad hay una innegable relación entre regiones que se encuentran en fases de niveles de precipitación por debajo de los niveles medios habituales y la aparición de búsqueda de soluciones.


¿Qué papel desempeña AEMET y cuál es la posición del MAGRAMA sobre este asunto?

En el caso del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente su posicionamiento en esta cuestión, a través de AEMET, se basa en los informes periódicos realizados por la OMM, la cual aglutina el conocimiento científico y riguroso en esta materia de modificación artificial del tiempo, a través del grupo de expertos sobre investigaciones en esta materia que en su último informe señala:

"Se debe tener presente que la energía asociada a los sistemas meteorológicos es de tal magnitud que es imposible crear sistemas nubosos que dejen precipitación, modificar los patrones de viento para traer vapor de agua a una región, o eliminar completamente los fenómenos meteorológicos extremos. Las tecnologías de modificación artificial del tiempo con las que se afirma que se pueden lograr efectos a tan gran escala o tan extraordinarios carecen de una base científica sólida (por ejemplo cañones antigranizo o métodos de ionización) y no son científicamente creíbles."

Asimismo, AEMET asegura tener «una total disposición» para asesorar a aquellos organismos implicados, participar en foros donde se informe rigurosamente del estado de la cuestión y recopilar información sobre estas actividades que pudieran ser de interés para algunos usuarios en determinados sectores de actividad.


¿Qué tipo de empresas, colectivos, instituciones o poderes pueden estar detrás del fenómeno?

Para la Agencia Estatal de Meteorología, si se refiere a qué tipo de asociaciones u organismos son los más interesados en promover estas actividades, se trataría principalmente de asociaciones de agricultores, cámaras agrarias, gestores de recursos hídricos, etc.

Hace unos años, recuerda, se planteó realizar actividades de incremento de las precipitaciones al norte de la Sierra de Madrid y aumentar así los recursos hídricos. Sin embargo, estas actividades finalmente no se llevaron a cabo.


¿Cuáles son los países punteros en esta tecnología? ¿Es cierto lo de los juegos olímpicos de China?

Efectivamente, China es uno de los países con más actividad en el campo de la modificación artificial del tiempo, debido al volumen de recursos económicos y humanos que ha dedicado a esta actividad soportada por el propio servicio meteorológico chino. Los proyectos que se desarrollan dentro de la modificación artificial del tiempo en China están dedicados al incremento de la precipitación, supresión del granizo y dispersión de la niebla. Prácticamente todas las provincias mantienen un programa, bien operativo o de investigación, sobre modificación artificial del tiempo. Además de China, otros países punteros por las inversiones realizadas en programas operativos de modificación artificial del tiempo son Estados Unidos, Tailandia e India, explica AEMET.

En relación a si se realizaron actividades sobre modificación artificial del tiempo durante los JJ.OO., la Agencia Estatal de Meteorología asegura no contar información concreta al respecto, aunque uno de los grandes expertos chinos en la materia, el profesor Xiao Gang del Instituto de Física Atmosférica de la Academia de Ciencias China, afirma lo siguiente: "no se debería depender demasiado de medidas artificiales para la lluvia y la nieve, porque hay demasiadas incertidumbres en el cielo".


¿Cómo puede afectar a la salud la presencia de estas sustancias en la atmósfera?

Aunque algunas de las sustancias utilizadas, por ejemplo yoduro de plata, son tóxicas y perjudiciales para el medio ambiente, las cantidades que se utilizan en los programas sobre intensificación artificial de la lluvia son muy pequeñas, así, por ejemplo, según informes de la OMM, en ausencia de otros núcleos, un gramo de yoduro de plata distribuido de forma amplia en la nube, podría suponer una precipitación de 1 l/m2 en un área de 1000 km2. Se ha estimado que la siembra de nubes anual en todo el mundo representa el 0.1 por ciento de la cantidad de yoduro de plata incorporada a la atmósfera por las actividades humanas en Estados Unidos.

No obstante, y como ya se ha indicado anteriormente, la OMM en su último informe sobre el estado de la modificación artificial del tiempo, señala que se desconocen las consecuencias fortuitas de la modificación artificial del tiempo, por ejemplo, los efectos a sotavento y las repercusiones sobre el medio ambiente y la ecología, pero no pueden excluirse.

AEMET quiere tranquilizar a la sociedad indicando que la legislación vigente en España, tanto a nivel estatal como autonómico, fija un conjunto de procedimientos en los que se establecen los controles y autorizaciones necesarias a los efectos de cualquier tipo de modificación artificial del tiempo que impliquen la utilización de productos o formas de energía con propiedades potencialmente adversas para la salud o que tenga cualquier tipo de incidencia medioambiental.