Un bloqueo coherente

Pedro Sánchez no podía dejar que gobernase Rajoy tras llamarle indecente a la cara en 'prime time', hubiera supuesto el fin de su carrera política


Sesión de investidura en el Congreso.

FRAN NARBONA / 07·09·2016

Tal y como estaba previsto, Mariano Rajoy fue rechazado por el Congreso y no consiguió ser investido como Presidente del Gobierno. Mucho se está hablando del flaco favor que, supuestamente, están haciendo los políticos al país dejándolo sin gobierno. Sin embargo, una situación tan aparentemente irracional esconde en el fondo un océano de coherencia: cada formación ha actuado nítidamente en sintonía con sus intereses partidistas, y, más concretamente, de acuerdo con los intereses personales de sus líderes. ¿Sorprendidos?

Empecemos por Unidos Podemos, evidentemente el actor político con una posición más clara. En una investidura de Rajoy no cabe otra postura que el no rotundo. En sus contadas comparecencias postortasso se han dedicado a presionar al PSOE para que no se abstuviera y a decir que Ciudadanos se ha vendido por nada. Ahora plantea el pacto de izquierdas que aún no ha abordado Pedro Sánchez, ni cuando fue candidato a la investidura tras el 20D.

El PP ha estado todo el verano vendiendo la idea de que tenía derecho a gobernar con 137 escaños. Cualquiera que ose oponerse a ello es un irresponsable que lleva al país al desastre. Desde luego, la estrategia para presionar al PSOE y lograr su abstención ha tenido un impacto en la opinión pública —o, al menos, en los medios de comunicación— muy considerable. Tanto, que incluso periódicos como El País han utilizado sus editoriales para empujar al PSOE de Sánchez en esa dirección. Sin embargo, para presionar con cierto fundamento, debía sumar a otros partidos, y de ahí su pacto con Ciudadanos. Presentarse a la investidura con 170 escaños es muy diferente a hacerlo con 137. En el segundo caso, la imagen de Rajoy hubiera quedado muy deteriorada, al quedar retratado como un político aislado. Al quedarse sólo a 6 escaños de la mayoría absoluta, puede seguir echándole la culpa del 'terrible' bloqueo al PSOE, y a su némesis Pedro Sánchez en particular.

Al otro lado de la mesa de negociación estaban los chicos de Albert Rivera con una situación interesante entre manos. Su pacto con Sánchez no sentó bien a parte de su electorado, y pasaron de 40 a 32 escaños en apenas unos meses. Por otro lado, durante toda la campaña afirmaron en innumerables ocasiones que no apoyarían un gobierno de Rajoy, y a la vista está, no fue buena idea ser tan rotundos. Ciudadanos es la formación política que más teme —o debe temer— unas terceras elecciones. En consonancia, son los que más han hecho por alcanzar la formación de gobierno. Se han comido sus palabras, se han puesto a negociar en clara desventaja y han dado 32 síes a Rajoy. ¡Nunca digas nunca, Albert!

La cuarta pata de la mesa es la más interesante de todas. El PSOE de Sánchez es el partido que más me ha crispado durante el verano. Su discurso del triple no —Rajoy, alternativa y elecciones— es una burla a la inteligencia de la ciudadanía. Sin embargo, también es el partido que mejor ejemplifica la coherencia de nuestros parlamentarios. Pedro Sánchez no podía dejar que gobernase Rajoy tras llamarle indecente a la cara en prime time. Pablo Iglesias y su ejército mediático lo hubiera usado hasta la extenuación para equiparar el PSOE al PP y arrastrar millones de votos potenciales a su formación. Hubiera supuesto el fin de su carrera política con apenas 44 años, y a un político lo que más le importa es su carrera, por si andabais despistados. Tampoco podía postularse como alternativa, no es casualidad que tras el 20D eligiera de socio a Albert Rivera por delante de Pablo Iglesias. El centro político es el caladero que decide todo, y escorarse a la izquierda para gobernar atado de manos por el populismo es un suicidio político en diferido. De este modo, la salida menos mala para el PSOE en general, y para Sánchez en particular, es la repetición de elecciones. Obviamente, no pueden decirlo en una situación de hartazgo electoral como la que vive España, pero internamente deben de tenerlo claro. De ahí su triple no: No a Rajoy, no a encabezar una alternativa y no a terceras elecciones. Como encontrar las dos caras de la cinta de Möbius, por lo menos.

Creo que ha quedado más que claro que cada partido ha hecho lo que tenía que hacer, porque entre sus intereses no está el mal llamado interés general, sino exclusivamente su interés particular. Ya sea el 18 de diciembre o el día de Navidad, pensad en esto cuando cojáis el abrigo para ir a votar. A lo mejor os quedáis en casa y todo.