Por favor, no nos aburran

LUIS ARTIME


28·01·2016

En el fondo, ¿de qué se trata, en realidad?

La continuidad no es una banal repetición de gestos o acciones que desprecian la dimensión del tiempo. Una reproducción de las decisiones que tuvieron su oportunidad. Una contemplación ensoñadora de objetivos alcanzados.

La continuidad es un desarrollo que se adapta a las circunstancias cambiantes, a partir de un propósito que conserva su vigencia.

El cambio, por el contrario, es un proceso que persigue la corrección de un rumbo erróneo; o bien porque no se adecua a unas circunstancias sobrevenidas, o, en su caso, porque su probada ineficacia respecto de los propósitos propuestos obliga a un nuevo planteamiento de las bases de partida.

Y ahí es dónde reside la madre del cordero.

¿Queremos alcanzar los mismos fines por medios más eficientes, o, por el contrario, lo que ponemos en cuestión son los mismos fines?

En un programa electoral, los diversos postulantes deberían ofrecer las propuestas que mejor sirven a unos fines reconocidos como esenciales por todos los ciudadanos, de manera que estos depositasen la confianza en aquellos que les pareciesen los más eficaces y menos costosos.

Pero, hoy y aquí, los reformadores adaptan sus proposiciones a este planteamiento, ofertando mejoras de la estrategia desarrollada hasta el momento, derivadas de la experiencia, mientras los rupturistas ofrecen como solución a los problemas eliminar esos problemas mediante la definición de otros distintos en su lugar.

Esta segunda opción requeriría para ello de una imaginación que está muy lejos de la probada indigencia intelectual de los postulantes. En su defecto, echan mano de vetustos principios generales, desacreditados por la experiencia histórica, cuyo mérito mayor cifran en la simple descalificación ideológica de sus opositores.

Es la vieja táctica populista de sumar para sí mismos los resultados obtenidos de la resta de méritos de sus adversarios.

Lo peor de esta situación, aparte de las consecuencias desastrosas previsibles, en el plano económico-social, es el aburrimiento derivado de cosas tan previsibles.

España, se merecería, creo yo, un poco más de esfuerzo creativo.