Disfraces, maquillajes y otros peligros de Halloween para los más pequeños

Fiestas como la cada vez más popular Halloween pueden suponer un riesgo para numerosos niños que desean ser como los demás y disfrazarse o comer chuches


Fotografía: Drew Valadez.

GLORIA REQUENA / 30·10·2017

La presencia de la dermatitis atópica se ha triplicado en España en los últimos 30 años, estimándose que afecta ya a un 15% de la población, si bien hasta el 90% de los diagnósticos se realizan a menores. Las alergias alimentarias afectan al 3,5% de los españoles, porcentaje que se eleva hasta el 8% en el caso de los niños, mientras que el asma bronquial alcanza a entre un 10 y un 15% de la población infantil según los grupos de edad.

Es por esa razón que fiestas como la cada vez más popular 'Halloween' pueden suponer un riesgo para muchos niños con estas patologías que, en un entorno más relajado y festivo para todos, sólo desean comportarse como los demás, es decir, disfrazarse y atiborrarse de chuches.


Los disfraces

Un disfraz excesivamente caluroso o con el que niño pueda pasar frío durante la noche en que se inicia el penúltimo mes del año puede contribuir a que un niño asmático sufra un empeoramiento de su enfermedad. Asimismo, debe mantenerse cierta precaución a la hora de exponerlo a olores fuertes como los que pueden desprender ciertos maquillajes y pinturas.

En ocasiones, podemos encontrarnos con que algunos elementos del disfraz se han elaborado con colas sintéticas de diverso tipo, quedando además cerca de la nariz o la boca, lo que obligará al niño a inhalar los vapores de forma continuada. Esto no solamente puede actuar como desencadenante de una crisis en un niño asmático, sino que resulta perjudicial para cualquier menor, aún cuando se trate de uno completamente sano.

Las máscaras y caretas suelen contarse entre las partes más incómodas del disfraz, y no siempre están exentas de riesgos. Hay que comprobar que los agujeros para respirar son lo suficientemente amplios y están correctamente ubicados, al igual que los agujeros para los ojos. Y es fundamental que sean fáciles de retirar y que el propio niño, si fuera necesario, pueda quitársela sin ayuda.

Hay algunos materiales que producen alergia con más facilidad que otros. Si el niño es alérgico al látex, debe tenerse en cuenta que este material —que está presente en los objetos de goma— además de producir inflamación de la piel en la zona de contacto —dermatitis de contacto alérgica— se puede comportar como un alérgeno inhalatorio, provocando síntomas a la persona alérgica que lo inhala.

Si el niño padece dermatitis atópica, ese hecho por sí solo supone un motivo suficiente para evitarle el contacto con irritantes o la exposición al frío y el calor —excesivos, se entiende—, e incluso deberían evitarse los materiales sintéticos en las vestimentas, optando preferiblemente por prendas de algodón que no sean muy ceñidas.

Otras sustancias, además del látex, que pueden producir dermatitis de contacto alérgica en la infancia son el níquel —que puede estar presente en objetos de bisutería, relojes, botones o hebillas metálicas— y el cromo —en objetos de piel o cuero—, entre otros.

Existe también la posibilidad de que la inflamación de la piel se produzca no ya por una alergia, sino por una acción irritante directa de la propia sustancia que está en contacto con la superficie corporal: éstas reciben el nombre de dermatitis de contacto irritativa, y son las dermatitis de contacto más frecuentes en cualquier edad, pero, sobre todo, en la infancia. Productos como pinturas, disolventes, y algunas plantas, entre otros muchos, pueden producir este problema.


El maquillaje

Los productos cosméticos y de maquillaje también deben ser tenidos muy en cuenta, ya que se aplican sobre el rostro y otras partes del cuerpo de los niños. Puesto que van a permanecer en contacto directo con la piel durante mucho tiempo, es importante que sean productos adquiridos en un comercio seguro, específicamente diseñados para su empleo en la piel, no tóxicos ni irritantes y, a ser posible, hipoalergénicos. Cuidado, también, con su empleo en la proximidad de los ojos, porque si entran en contacto con estos pueden tener un efecto irritativo importante.

¡Y mucho ojo con las lentillas coloreadas! Seas alérgico o no, pueden llegar a causar desde conjuntivitis agudas hasta pérdida de visión.


Las chuches

Muchas golosinas contienen sustancias como proteína de huevo o frutos secos que pueden resultar peligrosas para un un niño alérgico, desencadenando reacciones que van desde la urticaria a la anafilaxia. Es muy importante concienciar a los menores y las familias al respecto: los niños alérgicos no pueden comer lo mismo que el resto.

Además, si se tiene pensado repartir golosinas, conviene comprar aquellas que vengan en envoltorio individual y con los ingredientes detallados de manera visible. De ese modo se facilitará mucho las cosas a los padres de niños alérgicos y evitaremos más de un disgusto.

Por último, nunca está de más recordar la necesidad, si existe una alergia grave con posibilidad de anafilaxia, de tener a mano un dispositivo autoinyectable de adrenalina que no esté caducado —si no estás seguro, consulta con tu alergólogo—.


Para más información sobre las alergias alimentarias en Halloween, consultar la web del #tealpumpkinproject, una iniciativa de FARE —Food Allergy Research and Education— que trata de concienciar sobre la alergia a alimentos, e invita a quienes celebran esta festividad a colgar una calabaza azul en la puerta de sus casas, indicando que allí no se entregan golosinas a los niños alérgicos, sino pequeños regalos no comestibles.


La doctora Gloria Requena es alergóloga responsable en la Unidad de Alergia Infantil del Hospital Vithas Xanit Internacional de Benalmádena, Málaga, y miembro del 'Grupo Alergomalaga'.